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DE OBRERO SOCIALISTA
La resistencia a la locura del mercado crece
Nuestro mundo no se vende

abril de 2001 | página 2

LANCE SELFA revela como la política del "mercado libre" ha conducido a un desastre para los trabajadores por todo el hemisferio–y como un movimiento de resistencia puede desbaratar los planes de los patrones.

MÁS DE 60 sindicatos, organizaciones no-gubernamentales, y partidos de izquierda se manifestaron en Buenos Aires durante los primeros días de abril en contra de una cumbre de oficiales gubernamentales y representantes de las multinacionales, quienes se habían reunido para dar un paso más en la elaboración del ALCA.

Miles de personas de la Argentina, Brasil y otros países concurrieron a la manifestación para protestar el fraude que es el "libre comercio" de los patrones.

Si alguien hubiera querido averiguar por qué tantas personas querían protestar el ALCA en la Argentina, sólo habría faltado echar una mirada alrededor de Buenos Aires.

La ciudad se ha convertido en un monumento al desastre de la política del "mercado libre" que los patrones desean imponer desde el Polo Norte hasta Antártica.

Hace 10 años el ex-presidente argentino Carlos Menem lanzó un programa de privatización, eliminación de leyes de protección laboral, y reducción de ayuda gubernamental a los pobres.

Después de una breve expansión económica a mediados de los1990s, Argentina cayó de nuevo en recesión.

Durante tres años la economía no ha crecido en absoluto.

Y, como resultado del empeño de sus dirigentes nacionales y de los capitanes de las finanzas internacionales en mantener el vínculo entre el peso y el dólar, el país se encuentra atrapado en una camisa de fuerza.

Algunos de los sectores mayores de la industria argentina están fracasando, y el nivel de desempleo oficial ha saltado de 15 a 20 por ciento en los últimos tres años.

Hasta un tercio de la población argentina vive en la pobreza.

El gobierno argentino actual, de centro-izquierda, fue elegido en 1999 gracias a sus promesas para acabar con estas condiciones horribles.

Pero prontamente se arrodilló ante las demandas del Fondo Monetario Internacional de más austeridad a cambio de un préstamo de $40 mil millones.

El gobierno nombró a Domingo Cavallo, el mismísimo fanático del "mercado libre" que contribuyó al desastre de los 90, para implementar una "terapia de choque."

Cavallo ha llamado a más despidos en el sector público, más reducciones y más impuestos para satisfacer al FMI.

Esto sólo tendrá el efecto de empeorar la situación.

La Argentina posiblemente representa el lugar donde sea más obvio el programa que tienen las multinacionales para las Américas.

Pero los patrones están empujando el mismo programa en todas partes del hemisferio–incluso en los Estados Unidos (EEUU).

Después de todo, ¿qué es el programa económico de George W. Bush si no es precisamente el "neoliberalismo" de Ronald Reagan que hoy constituye la ortodoxia económica reinante en Latinoamérica?

El equipo de Bush encargado de asuntos exteriores está decidido a imponer la austeridad del ALCA y del FMI en otros países.

Pero Bush intenta imponer la misma política en los EEUU.

Efectivamente, las llamadas "reformas" del "libre comercio" y del "mercado libre" han sostenido los ataques contra los trabajadores norteamericanos mucho antes de que Bush y Cheney ocuparan la Casa Blanca.

Aún la agencia gubernamental establecida para verificar los efectos del TLC señala que casi 300,000 norteamericanos perdieron sus trabajos a causa del "libre comercio" con Canadá y México.

Y muchos creen que esta cifra es mucho más grande.

Entretanto, aún cuando la economía estadounidense estaba en auge, el gobierno seguía con las reducciones en programas esenciales para la gente común y corriente.

Desde la eliminación de la asistencia social hasta la amenaza de privatizar la seguridad social, Washington–bajo los demócratas tanto como los republicanos–nos ha administrado la misma política que ha empujado a otros países.

Ahora la economía norteamericana está perdiendo fuerza. Y, a pesar del gran número de necesidades sociales no satisfechas, Bush todavía pide una reducción de impuestos para los asquerosamente ricos como su iniciativa mayor.

Para mucha gente comprometida con la lucha contra el ALCA–y para muchas personas más–es evidente que los trabajadores estadounidenses se enfrentan con los mismos enemigos que los trabajadores en Canadá, México, Argentina, y Brasil.

Las mismas multinacionales que contaminan el medio ambiente y explotan a los trabajadores en EEUU lo hacen igual en América Latina.

Los políticos–desde Bush a Cavallo–sirven de fachada a los tiburones corporativos.

Y sus soluciones–forzar a los trabajadores a pagar por sus crisis–son diferentes sólo en los detalles.

Más el movimiento para protestar el ALCA indica que miles–y potencialmente millones–de gente común no tolerarán nada más estas "soluciones".

La oposición en EEUU y en Latinoamérica ya ha obligado al gobierno de Bush a retirar su propuesta de implementar el ALCA antes del 2005.

Podemos derrotar a las multinacionales y a sus títeres políticos si nos juntamos con nuestros aliados en otros países que están luchando las mismas luchas que nosotros.

Esto significa construir una solidaridad genuina–y rechazar las voces que opondrían a los trabajadores de unas naciones a los de otras.

El movimiento obrero estadounidense se ha apartado de su historia contradictoria al participar en las protestas anti-ALCA, tanto como en otras protestas en contra de la globalización en los últimos dos años.

Pero algunos sindicatos todavía miran hacia el pasado.

Por ejemplo, después de que la administración de Bush accedió a una orden del TLC que abrió las carreteras estadounidenses a los camioneros mexicanos, el presidente de los Tronquistas (Teamsters), James Hoffa, exigió un bloqueo de "camiones TLC peligrosos" en varios de los cruces fronterizos de Tejas y California.

Éste es un camino desastroso.

Sólo agravará las divisiones entre trabajadores que deben luchar juntos en contra de las condiciones peligrosas que los patrones han impuesto a todos los camioneros.

Tenemos que luchar juntos para hacer retroceder la marcha del "comercio libre" de los patrones.

Tenemos que luchar por los derechos de los trabajadores y para mejorar el nivel de vida de todo el hemisferio.

De lo contrario, los patrones chantajearán a los trabajadores norteamericanos para que acepten salarios reducidos y peores condiciones–so peligro de perder sus trabajos frente a México.

Los trabajadores mexicanos, por su parte, tendrán que competir con los trabajadores de países aún más pobres en el Caribe o en América Central.

Los únicos que ganan en esta "carrera hasta el fondo" son los jefes de las multinacionales.

Las protestas en contra del ALCA–incluyendo la histórica protesta fronteriza planeada para San Ysidro, California y Tijuana, Baja California–revela la posibilidad de forjar una lucha internacional en contra de las prioridades corporativas.

Los trabajadores de Latinoamérica se están organizando para resistir los ataques de los patrones.

Las recientes protestas masivas y la huelga general en Bolivia que derrotó el proyecto gubernamental de vender el servicio de agua a la Corporación Bechtel de California demuestran el tipo de lucha que precisamos hoy.

Necesitamos llevar esta lucha a todos los lugares de trabajo y a todas las comunidades del hemisferio.

A nuestros enemigos corporativos, declaramos, "Nuestro mundo no se vende."

Y a nuestros aliados de todo el hemisferio, afirmamos, "Una injuria contra uno es una injuria contra todos".

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