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Sí de la ONU no justifica guerra contra Irak
¡Dile a Bush que NO!

20 de septiembre de 2002 | Página 1

SEGUN SE acercaba el aniversario de los ataques del 11 de septiembre, la administración de Bush planeaba conmemoraciones sombrías para las víctimas.

Pero no habrá conmemoraciones para los miles de civiles inocentes afganos matados por las bombas de los EE.UU. Tampoco nadie mencionará a los centenares de jóvenes metidos en cárceles de los EE.UU. o deportados por ninguna otra razón que la de ser árabes o musulmanes.

Lo que sí hubo y habrá es un esfuerzo calculado y cínico por la pandilla de Bush de acumular más presión a favor de la próxima fase de su "guerra contra el terror"--una guerra contra Irak que causará destrucción y derramamiento de sangre indescriptibles.

No es coincidencia que el Departamento de Justicia escogió poco antes del 11 de septiembre para anunciar acusaciones contra seis hombres por "brindar apoyo material o recursos" a terroristas.

¿Quiénes son estos hombres? Uno es Farouk Ali Haimoud--que trabajó en una tienda de helados en el aeropuerto de Detroit. El fue detenido el otoño pasado, pero los fiscales no pudieron encontrar ninguna evidencia en contra suya.

Pero mientras los oficiales federales cacareaban acerca de las acusaciones, apenas se mencionaba al doctor de Florida que fue agarrado recientemente tramando el volar docenas de mezquitas. Para los EE.UU., las vidas árabes no valen lo mismo.

Esto está claro en base al más reciente empuje por una nueva guerra contra Irak. La Guerra del Golfo de 1991 dejó cerca de 200,000 iraquíes muertos en cuestión de mes y medio--y una década de sanciones ha matado a 1 millón más.

Pero la administración de Bush no va a estar feliz hasta que "pueda volver y completar el trabajo". El vicepresidente Dick Cheney hizo esto obvio cada vez que se acercó a un podio la última semana de agosto--para vociferar acerca de la necesidad de un "cambio de régimen" en Irak, no importa el costo.

Las figuras más prominentes del establecimiento en Washington pueden diferir acerca del cuándo y del cómo--pero la mayoría de los republicanos y los demócratas están de acuerdo con la guerra. Eso los separa del número creciente de personas que cuestiona la campaña pro-guerra de Bush.

Cuando Bush habló frente a la ONU el 12 de septiembre, su chantaje fue sencillo: "O aprueban y le dan legitimidad a la guerra contra Irak, o lo hacemos sin ustedes". Después de todo la ONU es la institución a cargo de la guerra camuflajeada de sanciones económicas que han matado lentamente a tantos civiles iraquíes durante los últimos 10 años. La ONU no es una fuerza a favor de la paz, sino una fachada para la guerra.

El chantaje de Bush ahora se ha enfocado en las supuestas armas nucleares de Saddam Hussein. Y como siempre, si no tienen ninguna evidencia, pues se la inventan. Como cuando los portavoces de Bush alegaron que la Agencia Internacional de Energía Atómica informó en 1998 que Irak estaba a sólo seis meses de poder desarrollar armas nucleares.

Pero la verdad es que ese informe concluyó lo opuesto--que había cero posibilidad de que esto ocurriera. Un sondeo conjunto de la revista Time y de CNN a principios de septiembre encontró que el apoyo a una invasión de Irak había caído a apenas un 51 por ciento de los entrevistados, habiendo bajado de 70 por ciento durante el pasado otoño. Los activistas planearon más de 100 vigilias y protestas anti-guerra en unos 36 estados para la semana del 11 de septiembre.

La consigna del movimiento anti-guerra hace un año atrás era "Que no conviertan la tragedia en guerra". Esto es aun tan pertinente en las próximas semanas, cuando Bush y compañía tratarán de explotar el 11 de septiembre otra vez para presionar por una invasión de Irak. Es hora de decirle a Bush: ¡No a la guerra y no al racismo!

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