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Por qué Washington quería esta guerra

Por Eric Ruder | 20 de septiembre de 2002 | Página 2

CADA INTERVENCION militar de los EE.UU. ha sido siempre acompañada de una madeja de mentiras y engaño. Si los líderes políticos dijeran sus verdaderas razones para ir a la guerra, nunca serían capaces de conseguir suficiente apoyo.

"El pueblo americano nunca ha aceptado la geopolítica tradicional ni cálculos puros de equilibrio de poder como suficiente razón para gastar el tesoro nacional ni para enviar a soldados americanos a tierras extranjeras", admitió Strobe Talbott, un ex-subsecretario de estado bajo la administración de Bill Clinton. "A través [del siglo 20], el gobierno de EE.UU. ha explicado sus decisiones de mandar tropas 'allá afuera' con alguna invocación de la democracia y de su defensa". Así George W. Bush reclama que la "guerra contra el terrorismo" limpiará al mundo de "malhechores" que "odian la libertad" y que quieren "socavar nuestra democracia".

Pero en realidad, EE.UU. tiene metas muy diferentes, a corto y a largo plazo, que quiere alcanzar con la "guerra contra el terrorismo". Estas metas no tienen nada que ver con el 11 de septiembre--y de hecho existían antes de los ataques.

La primera meta de Washington--ya lograda--era la eliminación del régimen Talibán de Afganistán. Cuando el Talibán tomó el poder en 1996, EE.UU. apoyó a estos extremistas islámicos, presumiendo que el Talibán podría ser persuadido a ayudar a EE.UU. a consolidar su influencia en la región.

"Esta política amoral o inmoral se basa en la premisa de que el Talibán traería estabilidad a Afganistán y permitiría la construcción de oleoductos desde Asia Central a través de Afganistán hasta Pakistán", el conservador representante republicano Dana Rohrabacher (de California) dijo en aquel entonces.

De hecho, la actitud de EE.UU. tuvo que ver con el descubrimiento de reservas inmensas de petróleo y gas en la región del Mar Caspio al noroeste de Afganistán, que desató un forcejeo por su control. Pero finalmente el Talibán no se postró ante las exigencias de EE.UU., y Washington recurrió a medidas militares para demostrar su seriedad.

En 1997, EE.UU. desplegó paracaidistas en la anterior república soviética de Kazajstán en el ejercicio militar aéreo más largo de la historia, y entonces llamó una conferencia de prensa para cerciorarse que el mundo entero se diera cuenta. "El mensaje es que no hay nación en la faz de la tierra a la que no podemos llegar", dijo el General de Infantería de Marina de los EE.UU. John Sheehan.

Pero intimidar al Talibán y perseguir petróleo no eran los únicos intereses implicados. El colapso de la U.R.S.S. en 1991 dejó un vacío de poder en Asia Central y provocó el resurgimiento de lo que los diplomáticos del siglo 19 llamaron "el gran juego"--maniobras e intriga militares y políticas por las grandes potencias para lograr el control de la región. EE.UU. ha estado procurando aumentar su influencia geopolítica en competencia con Rusia, China e India. Ahora tiene la excusa para establecer sus propias bases militares en Asia Central.

Pero la "guerra contra el terror" también tiene sus contradicciones. En el Medio Oriente, el primer ministro de Israel Ariel Sharon usa la retórica de la "guerra contra el terror" de Bush como excusa para intensificar la supresión salvaje de la resistencia palestina.

Esto ha alimentado la cólera contra EE.UU.--y ha puesto presión sobre los régimenes árabes que apoyaron la primera guerra contra Irak para oponerse a un nuevo ataque.

La prioridad es ayudar a construir un movimiento anti-guerra que pueda desenmascarar las verdaderas razones de guerra del gobierno de los EE.UU. y enseñarles a los políticos que no nos quedaremos cruzados de brazos mientras que ellos ordenan el asesinato en nuestro nombre.

Inicialmente, puede que los activistas anti-guerra estén relativamente aislados. Pero es importante recordar que el movimiento contra la guerra de Vietnam estuvo por varios años limitado a números pequeños de opositores.

Muchas personas les creían a los políticos que decían que EE.UU. "estaba defendiendo la democracia". Pero cantidades cada vez mayores de personas llegaron a rechazar esta mentira--y eventualmente se tiraron a las calles para contribuir a la derrota del imperialismo estadounidense.

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