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COLOMBIA
Sindicalistas combaten represión

22 de noviembre de 2002 | Página 3

El 19 de octubre el sindicalista colombiano Luis Adolfo Cardona estuvo en la Universidad de Illinois en Chicago como parte de una gira para recabar apoyo para los trabajadores de la multinacional Coca Cola en Colombia.

Estos trabajadores han sido objeto de una sistemática campaña de intimidación y violencia en que la gerencia de la empresa opera mano a mano con los escuadrones de la muerte derechistas conocidos como los paramilitares. Cardona, quien trabajó para Coca Cola por 12 años y medio, es un líder de la unión SINALTRAINAL que organiza a los empleados de Coca Cola y a los trabajadores de la industria de bebidas y alimentos. Con su familia tuvo que abandonar su pueblo tras escapar el ser asesinado.

El se encuentra en EE.UU. como parte de un programa conjunto de la confederación sindical estadounidense AFL-CIO, del Departamento del Trabajo y de la Escuela de Sindicatos de Colombia, para temporeramente sacar a sindicalistas colombianos fuera del país para proteger sus vidas. Junto con otros 22 compañeros, él firmó un acuerdo que lo obliga a volver a Colombia al plazo de un año.

Cardona habló con Hector Reyes de Obrero Socialista. Al fin de la entrevista, ofrecemos un resumen de los antecedentes de la lucha de Cardona y sus compañeros, como fueron relatados por él mismo.

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Explicaste que firmaste un documento que te obliga a volver a Colombia luego de un año. Y como la situación no ha cambiado sino que ha empeorado, ¿qué excusa ofrece el gobierno americano para empujarlos de vuelta a Colombia a enfrentar más represión?

Nosotros le hemos planteado esto al programa allá, y hasta el momento el programa lo único que nos ha dicho es que están conversando esto pero no nos han dado ninguna alternativa.

Esto es casi como tirarte a los lobos…

Sí, como tirarlo a uno a que lo maten allá porque el nivel de riesgo ha aumentado mucho. En vez de bajar, ha aumentado.

¿Cómo ha cambiado la situación para los sindicalistas colombianos después de que Uribe entró al poder?

Está mucho más complicado con la ley de "conmoción" que él ha creado donde a usted lo pueden detener en la calle por simple sospecha, llevarlo a la cárcel y dejarlo allá hasta que ellos quieran resolverle su caso. La otra es que pueden allanar su casa sin ningún permiso especial. No va a haber libertad de expresión ni de afiliación a los movimientos sindicales.

A través de los años ustedes han visto la libertad de expresión y la libertad de asociarse en sindicatos siendo estranguladas gradualmente, ¿y ahora creen que las van a eliminar?

El propósito del gobierno colombiano y de las multinacionales es ese. Terminar las organizaciones sindicales, organizaciones sociales porque es, digamos la piedra que ellos tienen en el zapato que les estorba caminar en la forma que ellos quieren caminar. Entonces como nosotros somos los que les estamos diciendo y reclamando, entonces ellos no nos quieren y por eso nos quieren matar.

En los sindicatos a nivel regional y local, ¿hay alguna forma que han desarrollado más allá de proteger a ciertos compañeros? ¿Ustedes se arman para defenderse de los paramilitares? Por ejemplo, en los EE.UU. el movimiento por los derechos civiles de Martin Luther King era no violento como cuestión de principio, pero al viajar de pueblo en pueblo en los estados del sur iban por las carreteras escoltados con escopetas para protegerse de un linchamiento. ¿Ustedes tienen algo similar?

No. Hay ciertos directivos sindicales, ya digamos presidentes, sus secretarios fiscales del sindicato que han conseguido armas por medio del gobierno. Pero tiene que ser por medio del gobierno. Porque si a usted en Colombia le cogen una ametralladora, le cogen una pistola o un revólver, entonces lo van a acusar de guerrillero.

En Venezuela la situación se está poniendo inestable y la burocracia sindical estuvo detrás del golpe de estado de abril, ¿qué clase de apoyo han recibido de los trabajadores venezolanos, de algunos sindicatos que no estén tan enajenados?

Hasta el momento de los sindicatos de Venezuela no hemos recibido apoyo. Hemos tenido apoyo de los sindicatos de aquí, de Norteamérica, y de los sindicatos europeos, pero no de Venezuela.

¿Qué entendimiento tienen ustedes de la situación con la guerrilla? ¿Qué forma conciben en donde se les pueda abrir espacio para de nuevo poder seguir organizándose? ¿Cómo visualizan la forma en que el asunto de la guerra y la guerrilla se pueda resolver?

Pensamos que tanto la guerrilla como los paramilitares y el gobierno le han hecho mucho daño al país porque todos han cometido sus errores, sus genocidios de parte y parte. Para organizarnos en Colombia, para tener otra vez el libre derecho a asociación y a expresión, lo veo muy difícil. Porque este presidente a penas acaba de subir y la represión ha aumentado. Yo veo que esto va a ser muy difícil. Lo otro de la guerra, considero que para que haya paz en Colombia tiene que haber una salida negociada, sino no vamos a ver la paz.

Coca Cola y los escuadrones de la muerte

Coca Cola, junto a otras empresas multinacionales, opera en Colombia a través de una campaña de exterminio contra los trabajadores sindicalizados. Coca Cola, con el visto bueno del gobierno colombiano, usa a los paramilitares para destruir las uniones. Nueve trabajadores de Coca Cola han sido asesinados, cuatro de ellos durante negociaciones laborales, y 56 han sido desplazados, o sea tuvieron que salir huyendo de sus pueblos temiendo por sus vidas.

El 5 de diciembre de 1996, en la zona de Urabán Tuqueño, en medio de negociaciones laborales, el sindicalista Isidoro Segundo Gil es asesinado por paramilitares dentro de la empresa, un día antes de la fecha límite para firmar un acuerdo. Entonces los líderes locales del sindicato pactan una reunión en la tarde para discutir entre ellos como responder. Entre sus opciones tenían el reunirse con los paramilitares o el renunciar al sindicato. Rumbo a la reunión Cardona es interceptado por un líder local de los paramilitares que le comunica que el líder regional de los paramilitares quiere hablar con él sobre los sindicatos. A Cardona no le queda más remedio que acceder a la reunión, sino lo hubieran matado en el acto.

Cardona recibe instrucciones de encontrar al líder paramilitar en las inmediaciones de la estación de policía local. Cuando llega al lugar se da cuenta de que todo el asunto es para asesinarlo, y logra escapar corriendo hasta la estación de policía. La estación estaba casi desierta, con un sólo oficial. Luego llega un grupo de policías y un teniente accede a llevar a Cardona hasta sus casa para recoger a su esposa y su hija y escapar de la región. Con una escolta de ocho policías llega hasta su casa no sin antes tener que pasar frente a un restaurante cercano a su casa en donde se encontraban los paramilitares esperándolo. Ante la consternación de Cardona el teniente le asegura que no se preocupe, ¡que los paramilitares son amigos suyos!

La familia escapa de su casa con sólo dos mudas de ropa, tras reunir todo el efectivo que tenían y teniendo que empeñar la poca joyería de la esposa. Entonces toman un vuelo a Medellín, pues si hubieran escapado en automóvil, hubieran sido asesinados por el camino debido a las conexiones entre los paramilitares y la policía. Cardona enfatiza que "la policía no lo sacó de la zona por ayudarlo, pero porque los residentes del lugar se dieron cuenta de lo que pasaba y la policía se sintió presionada a hacer algo".

Esa noche los paramilitares vandalizaron la casa de la unión, y comenzaron a vigilar todo lo que ocurría diariamente en la empresa. El 12 de diciembre los paramilitares le exigen a todos los miembros de la unión que tenían que renunciar a sus trabajos. La supuesta carta de renuncia es escrita por la gerencia de la Coca Cola y entregada a los paramilitares. Eventualmente la Coca Cola se deshizo de todo su personal anterior. Luego, mediante maniobras legales despide formalmente a Cardona y a otro trabajador que había escapado la región–¡alegando que ambos habían desertado sus empleos por pereza y por estar paseando! A pesar de que un juez desestima los despidos como injustificados, reconociendo que ambos trabajadores habían salido de la región huyendo por sus vidas, una corte de mayor rango falló a favor de Coca Cola y valida los despidos.

Después de 12 años de trabajo con la empresa, ésta le ofrece una compensación de tan sólo 1,500 dólares. Cardona y otros compañeros sindicalistas llegan a la conclusión de que el gobierno colombiano funciona para defender los intereses de las multinacionales y proceden a entablar una demanda internacional contra Coca Cola. Esta ha sido acompañada de una campaña internacional que incluye audiencias en Atlanta (sede de la Coca Cola), Europa, y Bogotá.

Luego de escapar de su pueblo, Cardona corrió por toda Colombia huyendo de los paramilitares hasta que llegó a Bogotá. En diciembre pasado encontró que lo andaban buscando con su fotografía y su número de cédula. Entonces se sometió al sistema de seguridad del sindicato, que incluía el usar una chaqueta anti-balas.

Desde abril se encuentra en EE.UU. a través de un programa especial acordado entre el Departamento del Trabajo, la AFL-CIO, y la Escuela de Sindicatos colombiana. El y otros 22 compañeros tuvieron que firmar un documento en el que se comprometían a dejar a sus familias en Colombia y a volver a su país luego de un año. Pero Cardona enfatiza que ahora la situación de los sindicalistas colombianos se encuentra aun peor.

El se ha dado a la tarea de dar a conocer lo que Coca Cola hace en los países subdesarrollados, y por eso está participando en una gira que lo ha llevado por Atlanta, Nueva York, Las Vegas y Chicago. Siente miedo por su familia que ha comenzado a recibir llamadas telefónicas misteriosas. Dice que antes de trabajar con Coca Cola pensaba que ésta era "bellísima", y que no tenía problemas. Y ahora se encuentra exiliado, sin trabajo, y temiendo por su familia.

Pide ayuda en su lucha contra Coca Cola, específicamente en la organización de un boicot de consumo de sus productos y para desenmascarar la imagen benigna de esta empresa. Insiste en que a Coca Cola no le importa a cuantos sindicalistas tiene que matar para seguir ganando dinero. Esto es así no sólo en Colombia, sino también en otros países subdesarrollados–es un pulpo que extiende sus tentáculos por todo el mundo. Dice que mañana lo mismo le puede pasar a los hijos de los trabajadores en los Estados Unidos.

Una meta de su campaña es llegarle a los estudiantes universitarios que consumen mucha Coca Cola. Han comenzado a tratar de llegarle a los estudiantes de universidades en Nueva York para exponer la realidad de lo que Coca Cola hace.

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