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No a la ocupación de Irak
EEUU expande su imperio

18 de abril de 2003 | Página 1

MIENTRAS QUE la prensa estadounidense eufórica reproducía mil y una veces escenas de iraquíes que obstinadamente habían tardado demasiado en celebrar la ocupación militar de su país, a la vez marginaba la realidad de sufrimiento, destrucción y humillación que éstos mismos han padecido.

La guerra de Bush que fue predicada en pos de acabar con las armas de destrucción masiva--hasta el momento no existentes--y luego justificada como una por la democracia y liberación, ahora está convirtiéndose en una ocupación militar de por lo menos dos años, de acuerdo al Pentágono.

Pero como han hecho en otros países, por su cuenta nunca se irán. Columnas militares estadounidenses encabezadas por tanques rugían por Bagdad y cuando encontraban resistencia, disparaban a todo lo que se moviera, aunque fueran civiles indefensos. En un momento dado las víctimas civiles llegaban a los hospitales con tanta frecuencia que la Cruz Roja dejó de contarlas.

Al cierre de esta edición de Obrero Socialista, los oficiales de alto rango de la administración todavía especulaban si habían matado a Saddam Hussein--una vez más--con otra bomba destructora de bunkers. Pero aún sin tener el control en muchas partes de Bagdad y de partes del norte de Irak, Washington soltó una ráfaga de propaganda triunfalista, la cual fue amplificada por los medios noticiosos corporativos. "Creo que esta jodida ciudad es nuestra", declaró un oficial estadounidense.

Dos días después, el derrumbamiento de una de las estatuas de Hussein--que salió en periódicos por todo el mundo--fue precedida muy simbólicamente por la cobertura de la estatua con una bandera americana, esclareciendo quienes son lo nuevos dueños del país. Mientras el régimen se derrumbaba, ciudades como Basora y Bagdad caían en caos. Saqueos y motines ocurrían por doquier. La población asustada se escondía en sus casas, mientras que el agua, la electricidad y los servicios médicos eran inaccesibles.

Por su parte Rumsfeld amenazó a Siria e Irán por supuestamente apoyar a Irak. Y el Chicago Tribune reportó que la primera semana de abril Rumsfeld ordenó que se elaboraran planes de contingencia para una invasión de Siria. Sin todavía tener control de Bagdad y menos aun del resto del país, los nuevos virreyes coloniales se reunieron en Kuwait para diseñar un nuevo gobierno para Irak. Hecho a su medida.

El general retirado del ejército, Jay Garner, fue designado como el administrador civil nominal de Irak. Pero él responde al General Tommy Franks, director del Comando Central militar--"lo que convierte a este futuro gobierno civil en una operación del Pentágono", escribió la periodista del New York Times Jane Perlez. De acuerdo al Secretario de Estado Colin Powell, "No nos echamos encima esta inmensa carga con nuestros socios de la coalición, para luego no poder tener el control significativo y dominante sobre cómo se desarrollen las cosas".

Para asegurar "el control dominante", EE.UU. quiere imponer al antiguo director de la CIA, James Woolsey como el Ministro de Información de Irak. El líder del Congreso Nacional Iraquí, Ahmed Chalabi, quien fuera convicto por fraude bancario, es la figura favorita del Pentágono para servirle de fachada. "El grueso de los iraquíes dentro de Irak, los sunnis y los shía, los árabes, los kurdos y otros, que han sido privados de sus derechos por más de tres décadas, permanecerán sin voz", concluyó la organización International Crisis Group.

Y detrás de esta pintoresca colección de pillos, espías, jefes militares y burócratas se esconden las corporaciones americanas más grandes. "De cierta forma es el viejo caso de que 'el vencedor se queda con el botín' en términos de la visión de la planificación posguerra", observó el Christian Science Monitor.

Esta guerra es acerca del imperialismo--de la campaña de EE.UU. para la dominación del mundo. Necesitamos un movimiento que no sólo se movilice contra la guerra y la ocupación, sino que confronte al imperialismo estadounidense en todas sus formas.

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