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Ciudadanía después de la muerte

por Bridget Broderick | 18 de abril de 2003 | Página 2

UNA DE las víctimas del los ataques del 11 de septiembre fue la aministía para los inmigrantes en EE.UU. Pero con los ataques de Bush contra Irak, los inmigrantes tienen otras oportunidades de obtener la ciudadanía: morir en combate.

Siete soldados inmigrantes en el Golfo recibieron este honor recientemente. Qué pena que no lo podrán disfrutar--recibieron su ciudadanía póstuma en la guerra contra Irak.

Han publicado los nombres de tres: Diego Rincón, colombiano de 19 años; José Angel Garibay, mexicano de 21 años; y José Gutiérrez, guatemalteco de 27 años. Hay unos 37,000 hombres y mujeres--casi 3 por ciento de las fuerzas militares activas--que no son ciudadanos estadounidenses. De éstos, 9,871 son latinoamericanos que carecen de ciudadanía, y de ellos 3,936 son mexicanos y 221 cubanos.

Muchos de ellos se inscribieron esperando obtener más rápido la ciudadanía. Pero según un decreto firmado por Bush el julio pasado, los miles de soldados latinos que luchan por el go-bierno de EE.UU. en Irak sólo obtendrán su pasaporte, un paso parcial hacia el 'sueño americano' de la ciudadanía. Mientras que pueden solicitar la naturalización antes de los cinco años (límite mínimo para otros inmigrantes), el proceso de solicitud se puede retrasar varios años.

La legislación propuesta por los senadores Zell Miller and Saxby Chambliss le otorgará la ciudadanía inmediata a unos soldados combatientes en el Golfo. Pero sólo aplica a los que mueran en combate. La ironía de otorgarles ciudadanía a los muertos no pasó desapercibida para algunas figuras prominentes.

El arzobispo de Los Angeles, la mayor arquidiócesis católica del país, el Cardenal Roger Mahoney, solicitó al presidente que le concediera la ciudadanía a todo soldado inmigrante que cumple servicio en el Golfo Pérsico. "Hay algo completamente erróneo en nuestra política de inmigración cuando uno tiene que dejar la vida en el campo de batalla para ser ciudadano", escribió el cardenal al presidente Bush.

La hermana de Gutiérrez, Engracia, habló desde Guatemala sobre la guerra que mató a su hermano: "No se puede esperar nada bueno de esto. Es malo. Yo soy amante de la paz y para mí, la guerra sólo deja el dolor en el corazón".

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