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Politica anti-inmigrantes causa la muerte
Pesadilla en Texas

Por Quent Reese | 13 de junio de 2003 | Página 4

DIECINUEVE TRABAJADORES indocumentados de México y América Central murieron luego por estar atrapados en un remolque sellado y sin ventilación en un viaje a través de Texas. Los 19 eran parte de un grupo de 60 inmigrantes que fueron empacados en el contenedor del camión cerca de la frontera para ser llevados a Houston, donde muchos de ellos tienen familias y trabajos.

Pero el viaje se transformó en una pesadilla. La refrigeración en el área de carga aparentemente nunca fue encendida. Cuando el contenedor se calentó, los desesperados pasajeros rasgaron el material aislante y trataron de llamar la atención de quien estuviera afuera.

Pero cuando el conductor Tyrone Williams se detuvo en una parada al sur de Houston, en Victoria, ya era demasiado tarde. Diecisiete personas fueron encontradas sin vida, entre ellos un niño de 6 años, y dos más murieron más tarde en el hospital.

Otros pasajeros fueron auxiliados por la Cruz Roja en el Centro Comunitario de Victoria o en hospitales locales, donde, desgraciadamente, agentes federales ignoraron a los familiares que angustiados indagaban si sus seres amados estaban todavía vivos.

Ahora, los sobrevivientes de esta tragedia enfrentan la deportación, claro, después de que sirvan como testigos en la investigación de la tragedia. Las autoridades ya han fijado en un chivo expiatorio, el conductor Tyrone Williams, un inmigrante jamaiquino que recibió $5,000 de los coyotes para conducir la carga humana. Tanto el fiscal estatal como el federal persiguen la pena de muerte.

Esto no es más que una flagrante hipocresía. Estas terribles muertes en Texas son sólo una pequeña fracción de los cientos de "muertes por la frontera" (como el gobierno mexicano las llama) que ocurren cada año.

La principal causa de esta epidemia de muertes son las políticas anti-inmigrantes del gobierno de los Estados Unidos. Desde que la administración de Clinton inició su plan contra la inmigración ilegal, el número de personas que muere tratando de cruzar la frontera se ha incrementado en un 500 por ciento.

La razón, admiten abiertamente los oficiales estadounidenses, es que el incremento de las patrullas fronterizas en áreas urbanas ha forzado a los inmigrantes a cruzar por lugares mas inhóspitos, tales como las altas montañas de California y los desiertos de Texas. O como uno de los supervisores del Servicio de Naturalización e Inmigración le dijo al San Diego Union-Tribune en 1996, "eventualmente, nosotros quisiéramos verlos a todos en el desierto". Esta insensible consideración de la vida humana, cuando nadie disputa las consecuencias de tales políticas, muestra la verdad acerca de los que pretenden culpar por la muerte de inmigrantes a los "coyotes".

Más aún, la rigurosidad de la aplicación de la ley a través de la frontera sudoccidental desde el 11 de septiembre ha llevado a los coyotes a usar rutas y métodos aún más peligrosos, poniendo a un mayor número de vidas en riesgo. Antes de septiembre del 2001, la administración de Bush estaba considerando propuestas para otorgar algún grado de amnistía y para crear un programa bracero que hubiera permitido a muchos mexicanos trabajar legalmente en EE.UU. por cortos períodos.

Todo esto desapareció después del 11 de septiembre, y más recientemente el rechazo de México a embarcarse con los Estados Unidos en la guerra contra Irak molestó a muchos políticos en Washington. De hecho, a comienzos de mayo el Comité de Relaciones Internacionales del Congreso declaró que México no debiera obtener un acuerdo migratorio si no abre su nacionalizada industria del petróleo a las inversiones norteamericanas.

Las prioridades de Washington son claras. Dinero y líderes de negocios pueden cruzar libremente la frontera, pero los trabajadores no pueden.

Hasta que esto no cambie, más gente seguirá muriendo tratando de conseguir una mejor vida. Tenemos que decir no a la represión en contra de los inmigrantes y exigir que las fronteras sean abiertas ahora.

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