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REPÚBLICA DOMINICANA
La crisis en la República Dominicana profundiza

Por Lee Sustar | 19 de marzo de 2004

OTRO MILAGRO de la economía neoliberal en Latinoamérica se ha desmoronado en con una secuela de desplome económico, protestas masivas y represión--esta vez en la República Dominicana.

Por lo menos dos personas fueron asesinadas y más de 150 fueron detenidas durante los dos días de la huelga general que acaeció en enero. Fue una acción convocada para protestar contra la gran tasa de inflación y las medidas de austeridad que han producido apagones en partes del país de hasta 20 horas diarias.

Si el Presidente dominicano Hipólito Mejía se sale con la suya, infligirá más miseria bajo los términos de un "rescate" de emergencia del Fondo Monetario Internacional (FMI). El FMI quiere que los trabajadores y los pobres paguen por la crisis--al subir los impuestos del alcohol y del tabaco, cortar el presupuesto gubernamental y limitar los aumentos de sueldo del sector público al 9 por ciento, a pesar de que la tasa de inflación fue de un 43 por ciento el año pasado.

A finales de la década de los noventa, la República Dominicana era considerada como un modelo económico para Latinoamérica. Tenía una tasa de crecimiento que llegó al 7 por ciento anual bajo el Presidente anterior, Leonel Fernández, del Partido de la Liberación Dominicano (PLD). Los ricos y corruptos funcionarios gubernamentales, así como sectores de la clase media prosperaron como nunca antes.

Pero los trabajadores--cuya labor sostenía una economía de super-explotación--no gozaron de los frutos de esta abundancia económica. Los pobres, desproporcionadamente negros, muchos de origen haitiano, continuaron sufriendo discriminación racista y condiciones pésimas mientras que el gasto total en servicios sociales llegó a penas al 7 por ciento del Producto Interno Bruto--la mitad del promedio del resto de Latinoamérica.

Mejía, en su campaña para la presidencia en 2000 como candidato del partido (nominalmente) de centro-izquierda, el Partido Revolucionario Democrático (PRD), tuvo éxito con la consigna "El pueblo primero" y con la promesa de acabar con la corrupción. Una vez elegido, se convirtió en un buen amigo de las empresas, incluso de empresarios como Ramón Báez Figueroa, el jefe del Banco Intercontinental, y de Baninter, el segundo banco más grande del país. Este hasta le regaló dos vehículos tipo SUV a Mejía.

Pero Baninter se declaró en bancarrota cuando los reguladores descubrieron que cientos de millones de dólares poco a poco habían desaparecido misteriosamente del banco. El gobierno intervino para rescatar a los depositantes--inclusive los depósitos de los ricos con cuentas bancarias en el extranjero--duplicando así de la noche a la mañana la deuda de la República Dominicana.

El resultado fue una caída desastrosa de la moneda, el peso. Los precios subieron fuera de control, resultando en los apagones porque el gobierno no pudo pagar las subvenciones que mantenían la electricidad a un precio manejable. Las próximas elecciones están programadas para mayo, y se espera que Fernández derrote a Mejía en la contienda. No importa quien gane, lo que se espera son más políticas de austeridad.

La República Dominicana--como otros pueblos del continente--está demostrando el potencial que existe para una forma diferente de hacer política en que la gente común interviene en las decisiones y acciones que afectan su futuro, según fue claramente evidenciado por las valientes acciones populares durante la huelga general de enero.

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