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¿Por qué Kerry está haciendo una campaña tan poco convincente?

Por Alan Maass | 24 de septiembre de 2004

George W. Bush debería seguir esforzándose por explicar la invasión desastrosa de Irak y una economía que todavía anda renga tres años después del fin de la recesión. Pero durante el último mes y medio, es John Kerry el que ha estado a la defensiva. Ahora, incluso esos liberales que se dedicaron a juntar votos para Kerry--como Michael Moore y el Reverendo Jesse Jackson--están empezando a expresar su frustración con la campaña fallida de los demócratas.

Increíblemente, aún cuando la ocupación de Irak descienda cada vez más profundamente en el caos, Bush está consiguiendo base de apoyo en este tema, según las encuestas. Por ejemplo, el porcentaje de norteamericanos que dijo que fue "un error" enviar tropas para luchar en Irak cayó al 38 por ciento a comienzos de septiembre, según la encuesta de CNN/USA Today/Gallup, desde el 54 por ciento de hace sólo dos meses.

Los liberales que apoyan a Kerry culpan por este desastre a su ineptitud--y esperan desesperadamente que a los consejeros de Kerry se les ocurra alguna idea antes de que sea demasiado tarde. Pero hay factores más importantes en juego.

Por encima de todo, Kerry y sus principales consejeros comparten una perspectiva política común que difículta realmente tomar la ofensiva contra las políticas republicanas. ¿Por qué? Porque acuerdan con los republicanos en la mayoría de los temas.

El staff de Kerry tuvo algunas reestructuraciones muy publicitadas. Pero no importa quien esté en la punta un día u otro, la campaña siguen estando en manos de operadores políticos profesionales que se hicieron su lugar no por su compromiso con algún ideal político o agenda, sino por su habilidad para manipular los medios de comunicación y armar fórmulas evasivas, basadas en el seguimiento de tendencias y la información de las encuestas.

Estos estrategas de gran poder provienen de los mismos estratos sociales que sus colegas republicanos--lo cual los predispone hacia las políticas pro-empresarias y los anima la misma actitud condescendiente hacia los votantes. Durante el último año, la figura principal de la campaña de Kerry ha sido Bob Shrum, un consultor demócrata muy conocido que se hizo rico manejando las campañas de candidatos que reciben fortunas en fondos electorales.

Tuvo que ver en docenas de campañas, incluso en las fracasadas fórmulas presidenciales de Ted Kennedy, Dick Gephardt, Bob Kerrey y Al Gore. Pero resulta ser que Shrum no discrimina--también trabajó para el republicano Arnold Schwarzenegger.

Según todo indica, Shrum fue el principal responsable del tono de la convención demócrata en Boston--sobre todos, la negativa a criticar a Bush directamente. Desde que Kerry empezó a caer en las encuestas, Shrum al parecer ha quedado marginado, mientras varios nuevos jugadores--la mayoría veteranos de la era Clinton--han asumido nuevos papeles de importancia.

Todos los que esperaban que la campaña de Kerry tomara un giro más populista fueron defraudados. "Los nuevos contratados son una muestra típica de la puerta giratoria que existe entre los que hacen campañas y los que hacen lobby," dijo un analista político al Washington Post.

Michael Whouley es uno de los nuevos estrategas. Cuando no está haciendo campaña para algún demócrata que dice tener en su corazón los intereses del pueblo trabajador, Whouley está trabajando como lobbyista, y dentro de su lista de clientes se encuentran General Motors, AT&T, las compañías de seguros y Microsoft.

Dos veteranos de la administración Clinton, Joe Lockhart y Howard Wolfson, causaron revuelo entre los frecuentadores de Washington cuando firmaron con Kerry. Ambod son socios en una empresa de lobby que trabaja para el gigante farmacéutico Pfizer, Fannie Mae y el grupo de negocios que representa a las compañías telefónicas regionales.

"Con todos estos personajes contratados por Kerry, que cenan en los comedores de las corporaciones, ¿acaso sorprende que la única consigna que hayan propuesto hasta ahora es la insulsa "W quiere decir equivocado?*'" concluyó Doug Ireland, un escritor progresista que apoya a Kerry y carga sus injurias contra el candidato presidencial independiente Ralph Nader.

Kerry y su banda quizás no "jueguen para perder". Pero lo que es cierto es que no quieren ganar al costo de perturbar el statu quo de Washington.

Como dijo Steve Perry, columnista de CounterPunch y editor de City Pages, "Si tienen que optar entre ganar al costo de aparecer como un voto de protesta y hacer una campaña que tienda a diferenciarse lo menos posible y que probablemente pierda (pero sin perturbar su base real, que está compuesta en gran medida por las mismas fuentes de financiamiento que los republicanos), siempre terminarán escogiendo el segundo camino. Los demócratas no son tontos. Son cínicos. No tienen ningún interés en cambiar las reglas del juego, y con ese objetivo, son aún más rehacios que los republicanos a invitar a participar del 'proceso' a gente nueva."

Traducción de Guillermo Crux

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