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Pablo Paredes • Kevin Benderman • Camilo Mejía
Se rehúsan a pelear en la guerra de Bush

Por Alan Maass | 18 de marzo de 2005 | página 1

CAMILO MEJÍA fue puesto en libertad después de haber sido encarcelado por el "delito" de resistirse a la guerra de EE.UU. por petróleo e imperio en Irak. Mejía fue liberado el 15 de febrero de la cárcel militar donde cumplió una sentencia de un año tras su condena por deserción.

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Kevin Benderman Defense Committee (Comité en defensa de Kevin Benderman)

Free Camilo Mejía (Libertad paraa Camilo Mejía)

Citizens for Pablo Paredes (Ciudadanos por Pablo Paredes)

Como sargento de la Guardia Nacional de Florida, Mejía tomó parte en la invasión de Irak. Después de una licencia de dos semanas en octubre de 2003, rechazó regresar a su unidad porque creía que la guerra era injusta.

"La justificación para esta guerra es el dinero, y ningún soldado debiera ir a Irak a dar su vida por petróleo", dijo Mejía antes de su juicio el mayo pasado. "He sido testigo del sufrimiento de un pueblo cuyo país está en ruinas y que sigue siendo humillado aún más por los allanamientos, las patrullas y los toques de queda impuestos por un ejercito de ocupación".

La postura de Camilo ha inspirado a los activistas anti-guerra y le ha ganado muchos simpatizantes a través del mundo. Ahora, está en libertad--y está determinado a seguir alzando la voz a favor de la paz y la justicia. "Quisiera dar gracias a toda la gente y todas las organizaciones que han apoyado a mi familia y mi a lo largo de este el periodo más difícil de nuestras vidas", dijo en una declaración de prensa. "Ahora soy libre porque estoy fuera de la prisión, pero fue gracias a ustedes que me mantuve como un hombre libre mientras estaba encarcelado".

Mejía fue uno de los primeros soldados que declaró públicamente su rechazo a pelear en la guerra de EE.UU, pero por supuesto no va a ser el último. Actualmente, Pablo Paredes, contramaestre de tercera clase de la marina que rechazó embarcarse en el buque de guerra USS Bonhomme Richard cuando partió para el Golfo Pérsico en diciembre de 2004, espera ser informado sobre si recibirá el status de "objetor de consciencia"--o si enfrentará cargos ante un tribunal militar.

El sargento Kevin Benderman, un veterano de 10 años del ejército, en enero se rehusó a volver a Irak para una segunda ronda de combate. Todos los días se presenta a trabajar al Fuerte Stewart en Georgia, mientras espera saber si será juzgado en una corte marcial.

Benderman ha enfrentado abusos debido a la posición anti-guerra que tomó. Un capellán militar que fue asignado a discutir con él su petición como objetor de consciencia le dijo a Benderman "debieras avergonzarte de la manera en que te has comportado". El sargento de la unidad de Benderman lo acusó de ser un cobarde.

Pero la cobardía no tiene nada que ver con esto, dice otro objetor militar, Carl Webb, de la Guardia Nacional de Tejas. Webb también rechazó ir a Irak.

"¿Era cobarde la gente que combatía en el ejército de la confederación en la guerra civil norteamericana y que desertó?" Webb le dijo a un reportero del St. Louis Post-Dispatch. "¿Era cobarde la gente que combatía en el ejército de los nazis y desertó? No soy pacifista. Hay situaciones en las cuales combatiría en una guerra. Pero no voy a matar a nadie si siento que estoy en el lado equivocado. Ésta es una guerra por petróleo y ganancias corporativas. Nada tiene que ver con traerle la democracia a nadie".

Por cada Camilo, Pablo o Kevin, may muchos más soldados que se oponen a la guerra y la ocupación de EE.UU. que permanecen en silencio porque no "quieren arriesgarse a declararse públicamente", le dijo Paredes a Obrero Socialista durante una entrevista. "Esto se debe principalmente al hecho de que no los van a dejar ser oídos si lo hacen. Los medios de comunicación corporativos no los dejarán ser oídos".

Entre 5,000 y 6,000 miembros del personal militar han sido oficialmente designados como desertores, lo que significa que han estado "ausentes sin licencia" de su unidad por mas de 30 días. Esto es el doble de la cantidad de desertores que estimó el Pentágono en 2003. La GI Rights Hotline, una organización sin fines de lucro que aconseja a los miembros del servicio militar, dice que el número de llamadas telefónicas que recibió el año pasado llegó a 32,000--el doble de la cantidad en 2001.

La amargura con las fuerzas armadas es más profunda entre el personal que ha sido movilizado a Irak--especialmente según la crisis de la ocupación estadounidense se ha hecho más profunda. Un soldado a quien le quedaba solo una semana más de servicio escribió al boletín anti-guerra GI Special: "Todavía recuerdo como le brillaban los dientes a mi reclutador cuando me mentía en la cara. Pronto, estaré en una plataforma denunciando esta guerra enferma. Hasta entonces, creo que ustedes. están haciendo un trabajo tremendo".

El 19 de marzo, el segundo aniversario de la invasión, los veteranos anti-guerra, las familias militares y otros activistas anti-guerra van a viajar de todos los rincones del país a Fayetteville, Carolina del Norte--donde se encuentra el Fuerte Bragg--para manifestarse. Reunir la mayor cantidad de manifestantes posible en esta protesta--y en las otras que serán celebradas en otras ciudades--es la mejor forma de respaldar a los soldados y los objetores militares que han dicho "que no".

Nuestro mensaje a Washington es sencillo: ¡Que regresen todas las tropas ahora!

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