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Con un millón en la calle Fox tira la toalla
Emerge el descontento en México

20 de mayo de 2005 | página 3

LANCE SELFA examina los acontecimientos políticos en México, donde las campañas electorales comienzan a delinearse a un año de sus comicios presidenciales, con el líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD) a la cabeza de los sondeos.

POCOS DÍAS después de que más de un millón de personas se tiraran a la calle para demostrar su apoyo a Andrés Manuel López Obrador, alcalde del Distrito Federal, el presidente Vicente Fox tiró la toalla y detuvo los procedimientos judiciales contra López Obrador, cuya motivación política era abiertamente reconocida.

Rafael Macedo de la Concha, Procurador General de la República (PGR) de línea dura, renunció a su cargo. Y Fox prometió encontrar la forma de terminar los procedimientos judiciales.

Para Fox y el establecimiento político mexicano--que es dominado por el Partido de Acción Nacional (PAN) de Fox y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que gobernó a México por 70 años hasta que Fox ganó la presidencia en 2000--esto fue un gran fracaso.

Pero para López Obrador esto es un triunfo que mejorará la posibilidad de que salga electo presidente del país en las elecciones del 2006. Cuando habló ante la multitud en el Zócalo el 24 de abril, López Obrador sonaba como si ya fuera el presidente en vez de un mero candidato, según los informes de prensa.

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EL REPLIEGUE de Fox puso fin a una crisis política que tenía preocupados a algunos comentaristas porque temían que el país iba rumbo al caos. Macedo de la Concha y Carlos Javier Vega Memije, el subprocurador de Investigación Especializada en Delitos Federales de la PGR, ambos fieles a Fox, estaban preparándose para formularle cargos fabricados a López Obrador por haber violado una orden judicial en 2002 que prohibía la construcción de un camino hacia un hospital.

Aunque Fox trató de echarle la culpa a Macedo de la Concha, pocos mexicanos se tragaron el cuento. La mayoría sabía que el voto del 7 de abril en la Cámara de Diputados, a favor del desafuero contra López Obrador, había sido confabulado por los dirigentes del PAN y el PRI.

Las leyes mexicanas estipulan que una persona acusada de un crimen pierde sus derechos políticos. López Obrador tuvo que tomar una licencia temporera de su puesto como alcalde del Distrito Federal. Si para enero del 2006 él hubiera sido convicto o todavía estuviera enfrentando cargos, López Obrador hubiera sido descalificado de las elecciones presidenciales.

El PAN y el PRI sabían muy bien lo que hacían. Querían eliminar a un rival que, según los sondeos más recientes, estaba a la delantera de ambos por un margen de 10 a 20 por ciento.

Después de que la alianza PRI-PAN aprobó el desafuero, Fox y sus compinches, como el Secretario de la Gobernación, Santiago Creel, , y el líder del PRI, Roberto Madrazo, recorrieron el país haciendo discursos alegando que el juicio de López Obrador era un esfuerzo por hacer respetar las leyes. Pero poca gente les creyó.

Las encuestas de opinión pública mostraron que la popularidad de López Obrador aumentó luego del desafuero. Irrespectivo de lo que creían sobre los cargos contra AMLO (como se conoce a López Obrador en México) más de dos terceras partes de los mexicanos opinaba que como quiera querían preservar su derecho a votar por él.

Esto fue visible en la multitud que acudió a la "Marcha del Silencio" del 24 de abril. Marcharon gentes de todas las edades--incluso miles de ancianos que se benefician de un estipendio del gobierno del D.F. que es una de las reformas de AMLO.

En contraste con manifestaciones anteriores de apoyo a López Obrador que fueron organizadas y circunscritas en su mayoría a los militantes del PRD, la Marcha del Silencio fue mucho más amplia. El PRI y el PAN se dieron cuenta de que muchos de los que salieron a defender a AMLO eran simpatizantes de estos dos partidos. Por varias semanas luego del desafuero, cuando los líderes del PRI y el PAN, incluso Fox, salían en público, eran abochornados por manifestantes que les acusaban de ser "traidores a la democracia".

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LA EXPRESIÓN de ira en contra del desafuero es muestra del desencanto general con la gestión de Fox.

Después de prometer "el cambio" a siete décadas de dominación autoritaria del PRI, Fox terminó apoyado las mismas políticas neoliberales que habían sido impulsadas por sus predecesores del PRI. El año pasado, el bloque PRI-PAN de la Cámara aprobó recortes severos al sistema de seguro social para los jubilados.

Fox se había comprometido a resolver--"en quince minutos"--la opresión sufrida por los indígenas de Chiapas, lo que provocó el levantamiento Zapatista de 1994. Pero se quedó con los brazos cruzados mientras que la Cámara votó en contra de un plan respaldado por los Zapatistas, que hubiera cedido la autonomía regional a Chiapas en 2001.

La cacería de brujas contra López Obrador también puso de relieve la hipocresía de los políticos cuyos partidos habían sido convictos por el lavado de dinero de millones de dólares de capitalistas extranjeros y por haberse robado fondos de PEMEX, la compañía petrolera estatal, para financiar sus campañas presidenciales del 2000.

Sin embargo, el apoyo a AMLO va más allá de la desilusión con Fox. Es otra cara de la revuelta contra del dogma neoliberal que se ha difundido a través de la América Latina.

AMLO es popular porque ha apoyado diversas reformas en el D.F., como la asistencia universal a los ancianos y programas de empleos. A pesar de ser un político por muchos años, ha participado en protestas contra la explotación de pozos petroleros en su estado natal de Tabasco. Su estilo de vida es modesto: conduce su propio carro y no se codea con los ricos.

También exige el enjuiciamiento de los banqueros que estafaron miles de millones al país durante el colapso del peso en 1995, y pide la renegociación del Tratado de Libre Comercio con EE.UU. y Canadá. Se opone a la privatización de la industria petrolera mexicana. Y la consigna principal de su campaña es "primero los pobres".

Estos son los verdaderos crímenes por los cuales los partidos gobernantes de México quieren mantener a López Obrador fuera de Los Pinos, el palacio presidencial. Rómulo O'Farrell, un billonario de 88 años con extensas conexiones con EE.UU., invitó a su mansión a los capitalistas mexicanos más prominentes para insistir que había que impedir una presidencia de López Obrado a toda costa, de acuerdo al periodista John Ross.

La embajada de EE.UU., siempre lista para fanfarronear por la "democracia" en Líbano o Ucrania, se tragó la lengua con respecto al desdén de las normas democráticas demostrado por el desafuero. Esto porque los extremistas en el gobierno estadounidense creen que López Obrador es el contraparte mexicano de Hugo Chávez, el presidente populista venezolano, que se ha convertido en el nuevo cuco de Washington en América Latina.

Esto es absurdo. El propio López Obrador rechaza la comparación con Chávez. "En una escala graduada, el peligro de [López Obrador] contra la hegemonía de EE.UU. sobre las Américas probablemente está al nivel de Lula, un grado por debajo del retorno de Daniel Ortega en Nicaragua", escribió Ross.

Ross tiene razón. Pese a su retórica populista y sus políticas populares, López Obrador no es un radical. Entre sus asesores principales está Manuel Camacho Solis, ex aliado del ex presidente conservador, Carlos Salinas de Gortari. En 2000, López Obrador pagó mas de $4 millones del presupuesto del D.F. a la firma consultora de Rudolph Guiliani, Republicano y ex alcalde de Nueva York, para desplegar una "guerra contra el crimen" a la EE.UU. en el D.F.

Su manifiesto electoral está repleto de generalidades, pero propone la idea de "aprovechar la globalización y no sólo padecerla". Según China se ha desarrollado explotando su mano de obra, AMLO sostiene que México puede desarrollarse exportando sus recursos energéticos. Promete más reformas sociales y la finalización de los acuerdos de San Andrés Larráinzar con los Zapatistas, pero ninguna de sus propuestas amenazan al capitalismo privado.

Alejandro Nadal, comentarista de la izquierda, advirtió alarmado en La Jornada que el manifiesto de AMLO--y la presencia de asesores como Camacho Solis--indica que "los corruptos, los oportunistas, los arquitectos de los pactos de la nación" ya se han acomodado para arrimarse al sol que más calienta--el sol azteca del PRD.

El líder Zapatista, el Subcomandante Marcos, instó a sus partidarios a oponerse al desafuero, pero no le ha dado su apoyo a López Obrador ni al PRD, cuyos diputados, después de todo, se aliaron con el PRI y el PAN para votar a favor de rechazar las propuestas de autonomía para los indígenas de Chiapas en el 2001.

Según opinó el 30 de abril en La Jornada el socialista mexicano Adolfo Gilly: "Sin enfrentar ni quedarse al margen del movimiento popular que está luchando por la democracia, por sus derechos y por la soberanía nacional sin ponerse a la cola o sumarse a la cargada como seguidores incondicionales, la izquierda autónoma e independiente de las instituciones, las asesorías y los partidos de régimen en crisis, necesita hoy una vez más organizar sus propias ideas, defender el presente, preparar el porvenir".

Traducción de Lance Selfa

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