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EL SENTIDO DEL MARXISMO
¿Cuál es la verdadera tradición marxista?

Por Paul D'Amato | 20 de mayo de 2005 | página 3

MARX DEFINIÓ el socialismo como la "autoemancipación" de la clase obrera. Lo que él quería decir con esta frase era simplemente que el socialismo no se podría lograr a través de los actos de un pequeño grupo de personas iluminadas actuando presuntamente en nombre de los explotados y los oprimidos.

Para lograr el cambio verdadero, los trabajadores lo tendrían que hacer por sí mismos y en masa. Esto es así no sólo porque las clases gobernantes sólo responden a acciones masivas, pero también porque sólo a través de la acción revolucionaria de las masas, las gentes acostumbradas a ser gobernadas se transforman en gentes capaces de tomar las riendas de la sociedad en sus propias manos.

La lucha cambia la conciencia, argumentaba Marx, y hace que las masas de oprimidos y explotados queden listos para gobernar. Marx también dijo que los trabajadores no podrían simplemente tomar la maquinaria del estado "tal y como estaba", la cual fue creada para asegurar el dominio del capitalismo. Los trabajadores tendrían que crear nuevos órganos democráticos de poder y disolver la vieja maquinaria del estado.

Cada gran punto de división que ha ocurrido históricamente en el movimiento socialista ha tenido que ver de una u otra forma con esta cuestión de la autoemancipación. Por ejemplo, a fines de la década de 1890, la controversia sobre el "revisionismo" en el movimiento socialista alemán--lo que nosotros ahora llamamos "reformismo"--giraba en torno a un desacuerdo sobre si el socialismo se podría lograr a través de reformas graduales y pacíficas por medio de socialistas que lograban puestos en el gobierno, o por medio de la acción revolucionaria en masa de la clase obrera.

Los que favorecían la reforma gradual no estaban en realidad luchando, según Rosa Luxemburgo sostuvo en aquella época, por una vía pacífica al socialismo, sino meramente por la "modificación superficial" de la sociedad.

Los líderes parlamentarios y sindicales del Partido Social Demócrata alemán que favorecían esta "vía" tendían a ver las acciones de las masas como algo a ser usado limitadamente, y que debía ser mantenido dentro del margen de lo "aceptable", usualmente bajo pretexto de que acciones "impulsivas" ponían en riesgo la sobrevivencia del partido y de las uniones al "provocar" a la derecha.

El agudo contraste entre estas alternativas se aclaró en Alemania en 1918, cuando los partidarios de la línea reformista, que le dio su respaldo político las medidas tomadas por el gobierno alemán durante la primera guerra mundial, usaron todos los medios, inclusive la fuerza armada, para destruir a los líderes de la izquierda que apoyaba el poder de los trabajadores.

La segunda gran división en el movimiento socialista surgió como resultado de la derrota de la Revolución Rusa a manos de la burocracia de Estalin en los años 1920. Estalin, como personificación de una nueva burocracia emergente, logró su predominio dado la debilidad económica y el aislamiento internacional de la Revolución Rusa.

Mientras que los líderes revolucionarios Lenin y Trotski habían enfatizado la incapacidad de los trabajadores rusos para lograr el socialismo verdadero sin la ayuda de una revolución en Europa, Estalin desarrolló la "teoría del socialismo en un solo país".

Esencialmente, el estalinismo, en oposición diametral a la tradición marxista, identificó al socialismo no con el control obrero de la sociedad (que ya no existía en Rusia después de los años 1920), pero sí con una economía nacionalizada controlada desde arriba, por un partido único. En esto, el estalinismo tenía una similitud con el reformismo, porque veía el socialismo como algo logrado desde arriba a través del estado, en vez de a través de la autoemancipación de clase obrera.

Lo que hizo al estalinismo especialmente dañino al movimiento socialista mundial fue que promovió las ideas opuestas al internacionalismo de la clase obrera detrás de una fachada de socialismo. Fue capaz de hacerlo montado sobre el enorme prestigio de la Revolución Rusa, y luego de las victorias de la Unión Soviética contra Hitler durante la segunda guerra mundial.

Y fue capaz de mantener su prestigio porque la revolución degeneró desde adentro en vez de haber sido derrotada desde afuera, quedando así una burocracia que retuvo el lenguaje del socialismo y el marxismo para justificar su propia posición como una nueva clase explotadora que transformó al "marxismo" en una ideología hueca del estado en vez de una guía para las luchas de los trabajadores.

Los resultados prácticos fueron terribles. Los grandes partidos comunistas, que contaban con el apoyo de millones de trabajadores en Europa y por todo el mundo, estaban subordinados burocráticamente no sólo a la nueva expurgación del marxismo de Estalin, sino que también fueron subordinados ante los intereses de la política exterior de Rusia. En un próximo artículo examinaremos las consecuencias de estos desarrollos.

Traducción de Héctor Reyes

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