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PUERTO RICO
"Ellos no vinieron a arrestar a Filiberto, vinieron a matarlo"

Por Roberto Barreto | noviembre-diciembre de 2005 | página 4

EL RECIENTE asesinato del dirigente independentista Filiberto Ojeda Ríos a manos del FBI fue un cruel mensaje de Washington a los puertorriqueños: "Nosotros somos los que mandamos aquí".

La historia del dominio estadounidense sobre Puerto Rico ha visto varios incidentes similares: en 1935 cuatro jóvenes independentistas fueron masacrados en Río Piedras; en 1937 miembros del Partido Nacionalista fueron masacrados en Ponce; en 1950 independentistas fueron bombardeados en Jayuya y fusilados en Utuado; y en 1978 en el Cerro Maravilla dos jóvenes universitarios fueron entrampados y emboscados por la policía asesina.

Y ahora en 2005, se ha repetido la historia. Cada vez que el régimen estadounidense se ha sentido amenazado por los movimientos libertarios en Puerto Rico, ha utilizado la represión sangrienta y desnuda para reimponer su control colonial.

Esta vez, pretendiendo minar la confianza del pueblo ganada durante la reciente lucha que liberó a la isla de Vieques, y con el respaldo del Acta "Patriot", los federales fraguaron el asesinato político de Ojeda Ríos, quien se había convertido en símbolo de resistencia tras burlar la vigilancia del FBI por quince años.

Filiberto Ojeda Ríos, era el principal líder de Los Macheteros, una pequeña organización que lucha por medio de las armas para lograr la independencia de Puerto Rico. Aunque Los Macheteros han estado virtualmente inactivos en años recientes, entre los 60 hasta los 80 robaron varios bancos para financiar la lucha independentista.

También atacaron varios objetivos militares entre los que destaca la destrucción de varios aviones de la Guardia Nacional y una emboscada a soldados estadounidenses en Sábana Seca, en la cual hirieron a 12, con tres muertes. Por actividades relacionadas a estas acciones Ojeda había sido convicto y eventualmente confinado a reclusión domiciliaria con un grillete electrónico, el cual se quitó para escapar al clandestinaje.

El 23 de septiembre, mientras se celebraba el Grito de Lares, agentes
federales llegaron disparando a la residencia de Ojeda Ríos y su esposa Elma Beatriz Rosado en Hormigueros, Puerto Rico. Ojeda comunicó a los agentes que su esposa iba a salir de la casa. Una vez Rosado salió, Ojeda informó que estaba en la disposición de entregarse al reportero Jesús Dávila.

El FBI rechazó la oferta y abrió fuego. Ojeda hizo varios disparos en defensa propia hiriendo a un agente en el estómago. Eventualmente Ojeda fue herido por un francotirador. Entonces el FBI esperó más de 20 horas para entrar en la residencia, para dejarlo desangrarse.

El doctor Héctor Pesquera, del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, quien participó en la autopsia afirmó que "Ellos no vinieron a arrestar a Filiberto Ojeda, ellos vinieron a matarlo".

Miles de personas participaron del funeral de Ojeda Ríos demandando una investigación sobre el operativo federal que acabó con su vida. Al presente ninguna de las investigaciones está progresando, pues el gobierno federal las está obtaculizando.

La versión del FBI es que ellos solo dispararon en defensa propia. La viuda de Ojeda los ha desmentido: "Oí a Filiberto gritarles: 'Que yo me entrego al periodista Jesús Dávila'. El FBI miente. Miente, como siempre ha mentido (...) Fuera de nuestro terruño los malditos federales. ¡Que se larguen!" expresó Rosado.

Roberto Barreto es editor del periódico socialista puertorriqueña Socialismo Internacional.

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