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Las graves consecuencias de la " única solución es la abstinencia"

Por Sharon Smith | junio-julio de 2006

Una de las mayores victorias ideológicas de la derecha cristiana desde los años 90 ha sido la del predominio de los programas de financiación federal sobre "la abstinencia hasta el matrimonio" que en la actualidad se enseñan a millones de adolescentes en todo el país.

Nuevas pruebas, sin embargo, sugieren que esos programas han contribuido a elevar el índice de embarazos no deseados, nacimientos fuera del matrimonio y--sí--abortos entre mujeres jóvenes o pobres.

La educación en la abstinencia no ha sido un invento del gobierno de Bush, sino que fue introducida silenciosamente en la ley de reforma del estado del bienestar de Bill Clinton en 1996--en la que se concedían subvenciones federales a los estados más pobres para programas sobre la "abstinencia como única solución"--con una financiación de 97 millones de dólares en 1999 que el año pasado llegaron casi a los 170 millones.

Irónicamente, el uso de contraceptivos entre las adolescentes se había casi duplicado durante la era Reagan, cuando una educación sexual comprehensiva--incluida el conocimiento de los contraceptives--todavía era lo normal. Por el contrario, la ley estadounidense ahora exige una educación sexual, financiada federalmente, para informar a los adolescentes de que "la sexualidad fuera del matrimonio (monógamo y heterosexual) es muy probable que tenga graves efectos psicológicos y físicos."

Estos programas no permiten que las cosas sigan su curso y traumatizan a los adolescentes ante el desarrollo de una actitud escasamente saludable hacia su propia sexualidad.

Tal como informaba el Washington Post en 2004, " A muchos jóvenes estadounidenses de los que participan en los programas sobre "la abstención como solución" de financiación federal, se les ha enseñado (falsamente) durante los últimos tres años que el aborto puede producir esterilidad y conducir al suicidio, que la mitad de los adolescentes homosexuales varones en Estados Unidos han dado positivo en las pruebas del SIDA y que tocar los genitales de otra persona 'puede producir un embarazo,'"

Un estudio del Congreso de 2004 reveló que los currículos de 69 instituciones educativas en 25 Estados enseñaban a los adolescentes que un feto de 43 días es "una persona que piensa" y que el virus del SIDA puede propagarse por el sudor o las lágrimas.

Además, los programas que recomiendan la abstinencia olvidan en general enseñar a los adolescentes el uso de contraceptivos, poniendo el énfasis en su lugar en los fallos que se producen con ellos. El estudio del Congreso revela, por ejemplo, que muchos de los programas sobre abstinencia afirman que los condones no sirven para prevenir la transmisión del SIDA en un 31 por ciento, cuando la estadística real es sólo del 3 por ciento.

No resulta sorprendente por ello que la promoción de la abstinencia no haya disminuido la actividad sexual de los adolescentes sino que haya conducido a un aumento del sexo sin seguridad.

Un reciente estudio de la Universidad de Columbia revela que el 88 por ciento de las chicas adolescentes que han se han comprometido a mantener la "virginidad", eventualmente han tenido relaciones sexuales prematrimoniales pero probablemente sólo un tercio usan métodos contraceptivos cuando las practican. Al menos, dos tercios de las muchachas estadounidenses han tenido relaciones sexuales a los 18 años, según el Center for Disease Control. En cualquier año de los estudiados, 9 de cada 10 adolescentes que tienen relaciones heterosexuales sin usar contraceptivos quedan embarazadas.

Casi el 80 por ciento de los nacimientos en adolescentes se producen fuera del matrimonio--abrumadoramente entre mujeres de bajos ingresos--mientras una de cada cuatro adolescentes activas sexualmente adquieren enfermedades de transmisión sexual. La financiación federal para contraceptivos ha bajado un 59 por ciento (en dólares constantes) desde 1980. Como consecuencia, las mujeres pobres tienen casi cuatro veces más la posibilidad de quedarse embarazadas sin desearlo que las mujeres que tienen medios.

Según investigadores de los derechos reproductivos del Alan Guttmacher Institute, el índice de embarazos no deseados aumentó entre 1994 y 2001 cerca del 30 por ciento en mujeres que viven por debajo del límite federal de la pobreza, mientras que descendió un 20 por ciento durante el mismo periodo en mujeres de familias de tres miembros con ingresos superiores a 16.000 dólares anuales.

Entre las mujeres más pobres, la proporción de embarazos no deseados que llegan a buen fin ha aumentado en un 50 por ciento entre 1994 y 2001, mientras que ha descendido entre las mujeres de familias con ingresos dos veces superiores al umbral oficial de la pobreza.

Los embarazos no deseados concluyeron casi con el mismo número de nacimientos y abortos y los índices de embarazos en adolescentes duplican a los de Inglaterra y Canadá, y son nueve veces superiores a los de Holanda y Japón.

Las investigaciones revelan que cuando la contracepción es fácilmente asequible, el índice de embarazos baja. Francia ofrece medidas de contracepción de urgencia libremente a las adolescentes sin exigirles que informen a sus padres, pero Francia tiene un índice de abortos de la mitad del de Estados Unidos.

Y para que quede constancia, no existen pruebas científicas que demuestren que el sexo consentido entre adolescentes resulte dañino en ningún sentido.

Traducido del inglés para Rebelión por Felisa Sastre

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