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Escándalo Foley expone corrupción en Washington
Mentirosos e Hiprócritas

noviembre-diciembre de 2006 | página 1

A POCAS semanas de la elección del Congreso de noviembre, Mark Foley y su escándalo sexual han puesto la política federal de cabeza.

El escándalo ha dejado a los demócratas en posición de obtener grandes ganancias electorales, inclusive la posibilidad de ganar la mayoría en ambos, la cámara y el senado, y de que el engreído rostro del presidente pase dos largos años como un "pato rengo" ("lame duck"), mientras el partido Republicano rasga su propia carne.

El escándalo Foley roció luz sobre los mecanismos internos de un muy corrupto sistema, donde los en el poder pueden hacer como les plazca si diligentemente sirven al partido, mientras los líderes políticos que pregonan "moralidad" y "servicio al pueblo" instintivamente se cubren los unos a los otros.

Desde que la noticia emergió a finales de septiembre, casi no ha habido un día sin nueva evidencia de los explícitos emailes sexuales que Foley envió a adolescentes que trabajan en el Capitolio como mensajeros. Foley es un conservador que llegó al Congreso en 1994 como una de los líderes de la "Revolución Republicana,"

Lo mínimo, Foley cometió acoso sexual en serie, lo que probablemente sería castigado hasta en las más retrogradas de las corporaciones. Pero aparentemente, su conducta floreció por una década en una de las instituciones centrales de gobierno.

No hay manera de que esto pudo haber pasado sin que el liderazgo republicano supiera, y sin que prefiriera hacer vista gorda, por respeto a uno de los suyos.

La mayoría de la gente no compra este transparente intento de desviar la atención del escándalo y ponerla sobre los preferidos chivos expiatorios de los republicanos. Sobre todo, es claro que los republicanos han estado proclamando su supuesto cometido a los "valores morales" por años, mientras que le da refugio a líderes del partido que asechan a estudiantes secundarios.

Estos son los mismos políticos quienes rociaron su desprecio sobre el deseo de homosexuales a tener los mismos derechos matrimoniales. Para ellos, el matrimonio del mismo sexo fue la cúspide de la "inmoralidad" pero enfrentados a las alegaciones de que un hombre maduro, en una posición de gran poder político, trató de seducir a adolescentes, los beatos republicanos prefirieron mirar para el lado.

Ya que uno de los suyos ha caído, los republicanos están dispuestos a enjuiciarlo. Pero ni hablar de ellos mismos–eso sería "desmesurado" nos dicen.

Los republicanos, especialmente su líder George Bush, regularmente declaran que ya están hartos de la política partidista de Washington, pero con su reacción al caso Foley muestran que el interés de su partido -evitar el escándalo para evitar perder la mayoría en la cámara- viene para ellos primero que proteger adolescentes de Foley.

Hay una similitud entre el encubrimiento republicano del caso Foley, que afecta a una docena de mensajeros en el congreso, y la decisión del partido de bloquear legislación que levantaba el sueldo mínimo por medio de atarla a la eliminación del impuesto a la propiedad del súper rico, algo que va a afectar millones de personas.

En ambos casos, calculaciones políticas y la agenda de la derecha se anteponían lo moral y justo.

Como cualquier escándalo político, éste ha expuesto algo más que las vicisitudes de la conducta de Foley. A través de los medios se revelan hechos acerca del gobierno estadounidense que usualmente permanecen escondidos, como los métodos por los cuales la derecha impone disciplina sobre los oficiales "electos" y fuerza una muy impopular agenda.

Los Demócratas están por supuesto listos para sacar provecho político del escándalo Foley. Pero ellos no hicieron casi nada para retar la hipocresía Republicana acerca de los "morales y valores." Por el contrario, como primera cosa en las elecciones en el 2006, los demócratas apelaron al "votante moral."

Mientras la Derecha Cristiana astillaba el derecho de la mujer al aborto, líderes del partido como Hillary Clinton dijo que los demócratas debieran buscar bases comunes con los anti-aborcionistas.

Cuando los Republicanos atacaron el matrimonio gay con fines conscientemente electorales en el 2004, el cobarde silencio de los Demócratas permitió el ataque quedar sin reto, empujando para atrás del bus a la comunidad gay una vez más.

Si los demócratas ganan en noviembre, los victoriosos podrían incluir al Bob Casey, el anti-aborcionista candidato a senador del Partido Demócrata en Pennsylvania. O Brad Ellsworth, candidato a diputado en Indiana, quien declaró en un aviso de televisión, "esta elección no es acerca de Nancy Pellosi o Hillary Clinton. Esto es lo que yo creo: Yo soy pro-vida. Creo en un matrimonio tradicional y en la Segunda Enmienda".

Tan deplorable como el caso Foley, es vergonzosa la probable victoria de los Demócratas sobre los Republicanos basada en este escándalo y no en los innumerables otros – guerra y ocupación en Irak basados en mentiras, las libertades civiles truncadas en nombre de la "guerra contra el terror", la pesadilla de Katrina, millones más sin seguro médico, pérdida del poder adquisitivo de los sueldos para la clase obrera.

Mark Foley puede que sea un mentiroso y un hipócrita. Pero hay muchos más entre sus ex-colegas, en ambos lados del pasillo.

Traducido por Orlando Sepúlveda.

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