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EL SENTIDO DE MARXISMO
La histeria sobre "fascismo islámico"

Por Alan Maass | noviembre-diciembre de 2006 | página 3

EL SECRETARIO de Defensa, Donald Rumsfeld, recientemente citó el ascenso al poder de Adolf Hitler en los años 1930 y al acusar a los críticos del gobierno de satisfacer a "un nuevo tipo de fascismo." De la misma manera, el leal aliado británico de Bush, Tony Blair, habló de "un arco de extremismo"- en versión "específicamente musulmana"- que se extiende por Oriente Próximo.

Nadie seriamente puede comparar a los creyentes de la religión islámica con el fenómeno político del fascismo- históricamente, un movimiento de extrema derecha de clase media cuyo objetivo era aplastar todas las organizaciones obreras de clase y eliminar la democracia. El fascismo, en general, es nacionalista y virulentamente racista, y el ejemplo clásico fueron las políticas genocidas del nazismo.

La historia del Islam no debe considerarse aparte, como más opresiva o violenta que otras religiones. Por el contrario, el mensaje predicado por Muhammad tiene muchas similitudes con el cristianismo y el judaísmo, las otras dos religiones predominantes cuando se fundó el Islam y comenzó a florecer en las ciudades y pueblos de la península Arábiga (hoy dominada por Arabia Saudí) a principios del siglo VII.

La antigua historia del Islam sí se diferencia en un aspecto. Los primitivos judíos y cristianos se vieron perseguidos, víctimas del Imperio, mientras que, durante la vida de Muhammad, los ejércitos que marchaban bajo la bandera del Islam iniciaron una campaña militar que expandió rápidamente su religión a través de una enorme zona de Oriente Próximo y más allá, que llegó a comprender desde España en occidente hasta el sur de Asia en oriente.

Los ultraderechistas se apoyan en esto para afirmar que el Islam es excepcionalmente militarista pero los éxitos de los seguidores de Muhammad fueron, ante todo, conquistas políticas contra las avanzadillas de los dos grandes imperios que bordeaban Arabia: Bizancio y Persia. Los judíos y los cristianos, que con frecuencia constituían la mayoría de sus poblaciones urbanas, acogieron con alegría a los ejércitos árabes ya que los conquistadores islámicos respetaban sus creencias religiosas.

Durante los siglos siguientes- mientras Europa occidental permanecía inmersa en el oscurantismo de la Edad Media - el mundo islámico, aunque lejos de ser igualitario, fue el centro de la vida intelectual, preservando y haciendo progresar los avances del mundo antiguo.

La doctrina islámica mantiene que las mujeres son inferiores a los hombres, y establece códigos de conducta y condiciones para las mujeres que, en particular en ciertas corrientes doctrinales, rozan la barbarie. Este es uno de los aspectos más obviamente atrasados del Islam.

Pero no se plantea debate alguno sobre el hecho de que el cristianismo- en cuyo nombre, no hace mucho, se quemaba a las mujeres como brujas en la hoguera - no es fundamentalmente diferente en su actitud frente a las mujeres.

Si la situación de las mujeres en los países occidentales hoy es más avanzada, no se debe a la influencia del cristianismo, sino a pesar de él, y es el resultado de luchas políticas que consiguieron nuevos derechos para las mujeres y contribuyeron a la creciente secularización de la sociedad.

También es importante distinguir entre los diferentes desarrollos del Islam y cómo surgió lo que hoy se conoce como "fundamentalismo".

Hay varios estados y movimientos fundamentalistas, como el estado de Arabia Saudita y los mujadin islámicos que luchaban en contra de la URSS en Afganistán durante los 80, que son aliados del occidente.

Con el fracaso y decadencia de las organizaciones nacionalistas árabes --simbolizados en el compromiso de la OLP en las negociaciones de Oslo y en la corrupción y autoritarismo de las fuerzas nacionalistas en aquellos lugares donde alcanzaron el poder--, otros movimientos islamistas han ganado apoyo por su decisión de organizar la resistencia contra las fuerzas de Estados Unidos e Israel en la región. Lo mismo ha ocurrido con Hezbollah en Líbano.

De manera que el apoyo se basa en la oposición al imperialismo y no en un entusiasmo popular por los aspectos ultraderechistas del programa político de algunos movimientos fundmentalistas.

Existen otros muchos ejemplos de fuerzas políticas islamistas y de los varios grados de su dualismo. Pero incluso una breve ojeada es suficiente para echar por tierra el mito del "fascismo islámico."

Cuando los dirigentes del establecimiento político estadounidense comiencen a denunciar fascismos, no se engañen: están a punto de poner en marcha un programa de conquistas imperiales. Nadie que esté en contra de las guerras y ocupaciones de Estados Unidos debería conceder a esas mentiras ni un ápice de credibilidad.

Traducido del ingles para La Haine por Felisa Sastre. Leer la versión completa.

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