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Injusticia disfrazada de reforma

junio-julio de 2007 | página 3

TAL COMO le pasó con la propuesta Hagel Martínez del año pasado, el reciente "compromiso" migratorio alcanzado en el Senado podría colapsar antes de hacerse ley. Pero esta vez se deberá tanto a la oposición del movimiento pro-inmigrante como a la de le derecha xenofóbica.

El nuevo acuerdo combina elementos de la propuesta de Bush con elementos del proyecto legislativo del año pasado, respaldada por los senadores Ted Kennedy (D-Mass.) y John McCain (R-Ariz.), quiénes otra vez se hayan en medio de las negociaciones.

Para los activistas por los derechos de los inmigrantes, lo mejor que se puede decir del acuerdo son las visas Z, idea de la administración Bush, las que ofrecen la posibilidad de legalización para 12 ó 14 millones de inmigrantes indocumentados hoy en EEUU. Como sea, su letra chica pone esta posibilidad fuera del alcance de muchos.

Los que apliquen tendrán que pagar una multa de $5,000, además de los $1,500 que cuesta el proceso, una enorme suma para muchos trabajadores con bajos salarios. Además, tendrán que mostrar "un récord limpio", tarea casi imposible para quien ha tenido que trabajar ilegalmente, y pasar una investigación criminal.

Las visas Z serían renovables indefinidamente. Pero el único camino a la ciudadanía es si el jefe de hogar regresa a su país de origen para aplicar. Este es la notoria provisión "toque atrás" incluida en otras propuestas legislativas, diseñado para hacer la ciudadanía difícil de obtener y que abre la puerta a deportaciones instantáneas para cualquiera que el gobierno considere indeseable.

Además, el compromiso restringe el número de quiénes pueden aplicar cada año, forzando a quienes posean la visa Z a "ponerse en la línea" detrás de aquellos ya en las largas listas de espera, agregando un período de ocho años para que el proceso a la ciudadanía sea comenzado. Por lo tanto, el estatus de los que porten visas Z será condicional, haciéndoles más vulnerables en sus trabajos y ante el creciente aparato de aplicación de la ley de inmigración.

El resto de la propuesta es aún peor, mucho peor. El proyecto se deshace de la piedra angular de la política migratoria de EEUU, la reunificación familiar, para reemplazarla con un sistema basado en puntos en el que los trabajadores cuya especialización esté en demanda serán preferidos sobre otros.

El sistema de puntos está diseñado para ayudar a las corporaciones americanas a seleccionar los mejores educados inmigrantes para trabajos altamente especializados. Miembros de familia inmediata aún serán priorizados; hermanos y otros no.

El acuerdo también contiene un programa de trabajadores huéspedes que permitiría entre 400,000 y 600,000 trabajadores anualmente entrar a EEUU para buscar empleo. Estas visas de dos años serían renovables hasta tres veces, pero sólo después de que el trabajador retorne a su país de origen por todo un año entre cada estadía en EEUU.

Esta medida crearía una subclase de trabajadores con ninguna oportunidad de lograr la ciudadanía --el tipo de empleado vulnerable que patrones abusivos prefieren. ¿Cree alguien seriamente que, por ejemplo, un trabajador hotelero de Tailandia, endeudado con un reclutador laboral por una visa de trabajador huésped, puede costear regresar a su país repetidamente?

Encima de todo, el acuerdo contiene más mecanismos para el control de la frontera: 18,000 nuevos agentes fronterizos, cuatro aeroplanos robot, 370 millas de cercas, 200 millas de barreras de vehículos y 70 torres de radares y cámaras.

Notoriamente, el acuerdo proveería financiamiento para detener 27,500 inmigrantes indocumentados cada día, mientras un nuevo sistema computarizado de verificación de empleados usaría los datos de la Seguridad Social y otra información para monitorear el estatus no sólo de inmigrantes, sino de todo trabajador en EEUU.

Por supuesto, incluso estas terribles restricciones no son suficientes para la derecha anti-inmigrante. Los medios han dado mayor atención a la derecha conservadora que reclama que la propuesta provee una "amnistía" para los inmigrantes.

El ex-governador de Massachusetts Mitt Romney, uno de los principales contendientes republicanos al sillón presidencial, encabezó los reclamos en un reciente debate en South Carolina, robando la retórica al líder anti-inmigrante, el representante. Tom Tancredo, otro presidenciable de los republicanos.

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EL CRITICISMO demócrata es más mesurado. Los contendientes presidenciales demócratas Barack Obama y Hillary Clinton están prometiendo enmiendas al proyecto de ley para eliminar algunos, de ninguna manera todos, de sus peores puntos. Ted Kennedy, el supuesto león liberal del Senado, fue quién ayudó a diseñar tal horrible acuerdo.

Aún así, el hecho de que algunos demócratas estén criticando la legislación desde la izquierda es una diferencia al año pasado.

Más aún, entre las organizaciones por los derechos de los inmigrantes que se orientan al cabildeo en Washington, tales como el Concejo Nacional de La Raza, hay una enorme oposición al acuerdo bipartito--este es un gran paso adelante del apoyó que dieron a la propuesta Hagel-Martinez el año pasado, como un marco aceptable para la reforma migratoria.

Este año, las protestas que fueron más grandes de lo esperado en Mayo Primero son evidencia de que el movimiento por los derechos de los inmigrantes no ha desaparecido--y que el potencial existe para movilizar a la base por justicia migratoria.

El acuerdo bipartito del Senado debiera ser rechazado por cualquiera que busque justicia para los inmigrantes. El New York Times, aun siendo un campeón de una reforma migratoria en favor de las corporaciones, dio en el blanco cuando dijo que el precio de la legislación fue una "repudiación radical de generaciones de política migratoria, el debilitamiento de la familia y la creación de un sistema moderno de peonaje dentro de nuestras fronteras."

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