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EL SIGNIFICADO DEL MARXISMO La huelga y el poder del obrero Por Paul D'Amato | febrero-marzo de 2008 | página 3
LA CLASE obrera es poderosa no sólo por ser la más preponderante de la sociedad, sino también por su peso en la producción, poéticamente expresado en la canción Solidaridad Para Siempre: "sin nuestra mente o carne, ni una rueda rodaría".
Individualmente, el trabajador no puede parar la producción. Esta condición hace necesaria la acción colectiva de los trabajadores en contra del intento patronal de bajar los salarios y beneficios y de acelerar la producción.
El revolucionario ruso Lenin lo puso así: "Las fábricas, la tierra, las máquinas, los ferrocarriles, etc., son como ruedas en una gran máquina, produciendo, procesando y distribuyendo los bienes a sus varios destinos".
"Esta máquina funciona por el trabajo de aquellos que aran la tierra, extraen los minerales, producen en las fábricas, construyen las casas, talleres y ferrocarriles. Si los trabajadores se rehúsan a trabajar, la máquina entera amenaza con detenerse. Así, cada huelga recuerda a los capitalistas que no son ellos los verdaderos amos, sino los trabajadores quienes proclaman sus derechos cada vez con más fuerza".
A la vez, la huelga educa a los trabajadores mismos--transforma su conciencia. "El capital ha creado para esta masa [de obreros] una situación y un interés comunes", escribe Karl Marx. "Así, esta masa es una clase contra el capital, pero aún no para sí misma. En la lucha, de la cual sólo hemos notado unas pocas fases, la masa se une, formando en una clase para sí misma, defendiendo sus propios intereses".
Una huelga da confianza a los trabajadores, enseñándoles que no están solos, que comparten condiciones similares y pueden preparar una respuesta común contra su opresión. También les enseña como medir su fuerza contra los capitalistas--les enseña cuándo pelear y cuándo retroceder.
Finalmente, les educa en cómo funciona el estado, el que usa sus poderes policíacos en contra de los trabajadores y a favor de los patrones. Los trabajadores aprenden de primera mano que las leyes están hechas para los ricos y no para los pobres o los explotados.
Las huelgas enseñan solidaridad, esencial para romper las divisiones de raza, género, orientación sexual y estatus migratorio, etc. Mientras más amplia y desarrollada sea la lucha, más los obreros se verán a sí mismos como una clase con intereses comunes--desarrollando más confianza en usar su poder, no sólo para mejorar sus condiciones, sino para transformar la sociedad completa--es decir, se volverán obreros socialistas.
Cualquier idea de que la clase obrera puede ser liberada sin su propia participación--es decir, por grupos actuando en su nombre--no toma en cuenta que es a través de la lucha que la conciencia cambia y es a través de lucha de masas que la sociedad cambia también.
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Con Frederick Engels, respondiendo en 1879 a los esfuerzos de transformar el movimiento socialista alemán en un partido de reformas liberales, Marx argumentó: "Por casi 40 años hemos dicho que la lucha de clases es la fuerza que mueve la historia; y en particular, la lucha de clase entre la burguesía y el proletariado es la gran palanca de la moderna revolución social; por eso es imposible para nosotros cooperar con personas que quieren extraer del movimiento la lucha de clases".
"Cuando la Internacional fue fundada, expresamente formulamos el grito de batalla: la emancipación de la clase obrera debe venir por medio de ella misma. No podemos cooperar con gente que dice que los trabajadores no tienen suficiente educación para liberarse a sí mismos, y deben ser liberados por burgueses y pequeño-burgueses filantrópicos".
Incluso una pequeña huelga, pero estratégicamente situada, puede lesionar a una compañía o a hasta una industria completa. Si ciertas industrias son centrales para la economía de un país--por ejemplo, trabajadores petroleros en Arabia Saudita--una huelga puede afectar y tener un impacto en la economía más allá de las fronteras del país. A finales de los años setenta durante la Revolución Iraní, 40.000 obreros petroleros jugaron un papel muy importante en derrotar al Shah, cuando cerraron la industria petrolera de Irán.
Puesto simplemente, los trabajadores tienen en sus manos la palanca de la producción, y mientras más productivo se hace el capitalismo, más potencial tiene la clase obrera, ya que la palanca que controla mueve un creciente poder productivo.
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Su posición social como clase que alimenta a todas las otras desde la base de la sociedad, la coloca en una situación en que su lucha colectiva--en sí misma compelida por la naturaleza colectiva del proceso de producción--tiene el potencial de proveer una alternativa para otras capas sociales y sectores oprimidos.
El socialista americano Hal Draper lo puso así: "Sólo el proletariado, por la condición de su existencia, representa un programa social que señala una alternativa al capitalismo".
"No importa que tan desesperados los campesinos o la pequeña burguesía puedan hallarse, estas clases no pueden dar a la sociedad un liderazgo en una nueva dirección, no sólo por las barreras socio-sicológicas, sino también porque no tienen una solución social que efectivamente corresponda a los intereses de sus clases a los de la sociedad en general al mismo tiempo".
"En contraste, la clase obrera, la última capa social del sistema de clases, no puede moverse sin objetivamente buscar un programa, aun cuando el estado de su conciencia lo rechace--nominalmente: asumir una responsabilidad social democráticamente organizada, independiente de los intereses privados. Un programa que, concretamente signifiqua la abolición del capitalismo".
La clase trabajadora es la única clase en la sociedad cuyos intereses revolucionarios no pueden realizarse de la creación de un nuevo sistema de explotación. En las revoluciones burguesas, la disolución de las relaciones feudales abrió el camino a las relaciones capitalistas--una forma de explotación que dio lugar a otra, y una forma de gobierno minoritario que creó otro.
Tomando el control colectivo de los medios de producción la clase obrera no se erige como una nueva clase explotadora, sino que crea por primera vez las condiciones para la abolición de la división de clases e introduce un sistema basado en la socialización de la producción.
Sin embargo, las huelgas no son suficientes para eliminar el capitalismo. Las huelgas masivas y generales unen y organizan a la clase trabajadora y pueden arrodillar al capitalismo, pero no pueden por sí mismas crear una nueva sociedad.
Todas las grandes revoluciones obreras comienzan con huelgas masivas, pero sólo pueden ser exitosas si generan un desafío al poder, que las huelgas por sí mismas no pueden generar--una lucha decisiva sobre la cual clase dirigirá la sociedad. Para eso, la clase trabajadora deberá estar organizada en su propio partido y estar preparada para luchar por el poder.
Traducido por Nadia Sol Ireri Unzueta Carrasco
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