Un cuento de dos economías

March 18, 2013

Para la clase dominante, el propósito de la austeridad no puede ser más claro: si perdemos, ellos ganan.

LA BONANZA económica regresó... pero sólo para algunos.

Temprano este mes, en el mercado bursátil de valores, el indicador industrial Dow Jones sobrepasó el récor que dejó más de cinco años atrás, antes de que la Gran Recesión golpeara, poniendo al mercado de valores de vuelta a donde estaba antes de que la crisis.

Por su parte, el provecho empresarial ya se había recuperado a niveles pre-crisis hace unos años, y sigue alcanzando nuevos picos. Según el periodista económico David Cay Johnston, las ganancias corporativas, antes de impuestos, subieron de casi $1,5 billones en 2009 a cerca de $ 2 billones dos años más tarde. El periódico The New York Times calcula que el provecho empresarial ha aumentado a una tasa anual promedio de más del 20 por ciento desde finales de 2008.

Para los linajudos más distinguidos, los buenos tiempos nunca han sido mejores. La lista anual de los multimillonarios de la revista Forbes reporta que 210 personas pasaron la marca de 10 dígitos en 2012. En la actualidad hay 1.426 multimillonarios en el mundo, cuya fortuna colectiva es de $5,4 billones, o lo mismo que un tercio de la producción económica anual de EE.UU., y un aumento del 17 por ciento de la riqueza con respecto al año pasado.

A tale of two economies

¿Subió su salario un 17 por ciento el año pasado?

Apostamos a que no. Como de la escritora Naomi Klein lo ha puesto, "para los trabajadores, la recuperación luce más como un atraco".

Después de considerar la inflación, el ingreso medio por hogar disminuyó de manera constante desde su máximo en 2007. Las estadísticas para 2012 probablemente mostrarán el primer aumento en cinco años, pero no mellará la caída de más del 9 por ciento desde que la recesión comenzó.

Los analistas económicos celebraron un crecimiento del empleo, en febrero, mayor de lo esperado; un total neto de 236.000 empleos fueron agregados durante el mes, de acuerdo a cifras del gobierno. Pero esta estadística oculta el desempleo real: La economía aún está lejos de hacer por la pérdida de 8,9 millones de empleos durante la recesión, y eso sin hablar de los casi 6 millones de puestos laborales necesarios para suplir a la población en edad de trabajar agregada desde entonces.

Incluso al relativamente fuerte ritmo de febrero, tomaría más de cinco años para cubrir la diferencia.

Cada vez es más claro que no hay una economía en Estados Unidos, sino dos: Una economía para los ricos y las corporaciones que, no sin algunas dificultades, ha permanecido saludable, y otra para el resto de nosotros, en la que luchamos por sobrevivir, con salarios estancados, alto desempleo, y estándares de vida en caída.


INCLUSO ALGUNOS medios establecidos han comenzado a comentar sobre estas dos economías. The New York Times lo puso claramente en un destacado artículo: "[L]a brecha entre los obreros americanos y las empresas que los emplean es cada vez mayor y podría empeorar en el próximos meses, así como la reducción del presupuesto federal se afianza".

El provecho empresarial estadounidense ahora representa una mayor porción del ingreso nacional que en cualquier momento en los últimos 60 años, mientras que los salarios son ahora una porción menor que en cualquier otro tiempo del mismo período.

Como consecuencia, los capitalistas estadounidenses están sentados sobre una montaña de efectivo, equivalente al 10 por ciento del producto interno bruto anual, según el estratega de JPMorgan Chase, Michael Hood. "No es que las corporaciones estén acaparando el dinero", escribió Hood, en diciembre pasado, "es que están haciendo tanto dinero, que no hay bastantes lugares donde pueda gastarlo".

La Reserva Federal ha estimado el efectivo acaparado por las empresas estadounidenses de alrededor de 1,5 a más de 2 billones de dólares. Sin embargo, pero David Cay Johnston sostuvo el año pasado que esta cifra es una subestimación porque está basada sólo en el dinero en la economía nacional. Él calcula, basado en datos del IRS sobre las operaciones internacionales, que las corporaciones no financieras de Estados Unidos mantuvieron cerca de $5 billones en activos líquidos en 2009.

¿Cómo creció tanto la billetera corporativa? Como la cifra de Johnston sugiere, una de las razones es que las empresas estadounidenses mantienen una gran cantidad de sus ganancias fuera del país. "El Congreso deja las ganancias en el exterior acumular libres de impuestos, siempre y cuando filiales extranjeras sean dueñas del dinero", escribe Johnston.

Para las corporaciones estadounidenses, la lógica pre-crisis aún aplica hoy: Si las oportunidades de inversión que creen trabajos no prometen un retorno suficientemente alto, es mejor embolsar el dinero o apostarlo en el casino de Wall Street. Por lo tanto, la bonanza patronal es una de las fuentes para el repunte de la bolsa de valores.

Otra fuente importante es la clase obrera, no como inversionistas, por supuesto, sino porque el dinero de nuestros impuestos ha sido canalizado al sistema bancario, cortesía de la Reserva Federal.

Cuando el sistema financiero internacional entró en crisis en 2008, la respuesta de los gobiernos más poderosos del mundo incluido EE.UU., fue inundar los bancos con dinero. Unos 6 billones de dólares en efectivo llegaron a parar a los cinco principales bancos centrales, según un informe del New York Times, basado en las cifras del Banco Internacional de Pagos.

En EE.UU., muchos de los grandes bancos volvieron a ser rentable rápidamente, gracias a su acceso a los préstamos de la Reserva Federal con bajas tasas de interés, mientras se hacía cargo de las deudas incobrables. Durante un tiempo, Wall Street favoreció vehículos más seguros para hacer dinero fácil, como los bonos del Tesoro, pero a medida que el panorama económico se hizo más optimista (para el capital) los grandes inversionistas regresaron al mercado de valores.

Ethan Harris, analista de Bank of America Merrill Lynch, estima que la mitad del aumento del 13 por ciento en la bolsa durante 2012 fue resultado de las políticas de la Reserva Federal.

Vale la pena recordar que esto ha sucedido antes. En la década de 1990, la Reserva siguió una política de tasas de interés súper-bajas y "flexibilización cuantitativa", en respuesta a la crisis mundial que comenzó en Asia, y uno de cuyos resultados fue la burbuja de la Internet. Durante los años de Bush en la década de 2000, el gobierno encontró otra manera de poner dinero en las manos de los ricos, los masivos recortes de impuestos, y esto contribuyó a la burbuja inmobiliaria.

Ahora, después de una intervención aún más colosal de la Reserva Federal, la flexibilización cuantitativa aún no ha creado los puestos de trabajo con que fue justificada, pero está reviviendo una bolsa de valores que ha regresado a sus viejos sobrevalorados niveles.


LO MÁS irritante de todo esto es el hecho de que mientras las corporaciones estadounidenses establecen nuevos récores de ganancias y la Reserva Federal bombea miles de millones de los contribuyentes a los bancos, la élite patronal y política demanda que todo el mundo se apriete el cinturón, empujando por la austeridad bipartidista.

La nota baja del informe de empleos de febrero vino del sector público, el cual perdió 10.000 puestos de trabajo. Las nóminas federales, estatales y locales han estado disminuyendo desde hace más de un año, y lo peor está por venir. A menos que el Congreso y la Casa Blanca lleguen a un acuerdo para detener los recortes automáticos del "secuestro" el gasto federal será reducido en otros $85 mil millones, y la economía perderá otros 700.000 trabajos, en su mayoría los mejor pagados y con beneficios.

Ahora, el filo del ataque patronal a los trabajadores y sus niveles de vida pende sobre el sector público, pero su efecto se deja sentir en todo el mercado laboral con el gran número de adultos en edad laboral sin empleo, pero que no son contados como desempleados. El Centro Investigativo de la Globalización señala que, entre febrero de 2007 y febrero de 2010, el porcentaje de la población estadounidense empleada se redujo de 63,3 a 58,5 por ciento, y ahí se ha quedado por los últimos tres años.

Una importante razón para este estancamiento es otro secreto en la racha de los ricos: un dramático incremento en la productividad. En pocas palabras, las corporaciones estadounidenses extraen hoy más producción económica de un menor número de trabajadores.

The New York Times citó al conglomerado multinacional United Technologies para ilustrar la tendencia: "Con 218.300 empleados, la planta de United Technologies es prácticamente igual que hace siete años, a pesar de que el ingreso anual se elevó a $57,7 mil millones en 2012 de $42,7 mil millones en 2005", un aumento del 35 por ciento.

En cuanto al futuro, United Technologies no está invirtiendo para crear nuevos puestos de trabajo. Al contrario, planea eliminar otros 3.000 puestos este año, encima de los 4.000 del año pasado.

Algunos sectores corporativos estadounidenses han ampliado sus inversiones. En particular, la industria energética está experimentando un auge en la producción de gas natural y de petróleo, pero usando varios métodos altamente contaminantes, a pesar de la catastrófica amenaza para el medio ambiente.

Pero en general, la estrategia es vieja: que los trabajadores que tienen empleo trabajen más por menos. La austeridad está siendo aplicada tanto al sector público como al privado, y está siendo promovida por las clases dominantes a nivel mundial con el fin de imponer una profunda y permanente rebaja al nivel de vida de la clase obrera.

La industria norteamericana quiere una mano de obra con la que pueda competir con China, Brasil y otros países industrializados. Eso significa continuar presionando los salarios y beneficios a la baja, además de recortar el salario social: el gasto público en educación, salud, jubilación y más.

Así, las dos economías, una para la patronal y otra para los trabajadores, no es una aberración que se corregirá en el futuro. Es la meta de la estrategia de la clase dominante: Si perdemos, ellos ganan.

En diciembre pasado, Robert Brusca, economista de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentos, lo expresó de manera concisa explicando lo que él llamó la "tensión natural" entre el provecho económico y el costo de la mano de obra. "Así es como funciona", él dijo a CNN. "Si uno crece, el otro se hace más pequeño".

Karl Marx hizo una observación similar hace unos 170 años atrás: "El trabajador se hace más pobre mientras más riqueza produce".

El capitalismo está basado en maximizar el provecho y el poder de unos pocos, sin importar el costo para los seres humanos, el medio ambiente, o cualquier otra cosa. En última instancia, la única manera de poner fin a esto es la lucha obrera: en lo inmediato, para reducir la magnitud del robo y para mejorar las condiciones de vida y trabajo; y a largo plazo, para poner fin al robo de una vez por todas.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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