Argentina tras la marea rosa
Desde que el ultraconservador Mauricio Macri asumió la presidencia en Argentina, tras las elecciones nacionales en el pasado noviembre, él ha dirigido una ofensiva brutal contra la clase trabajadora y los movimientos sociales. Para ganar una perspectiva sobre la coyuntura política del país y las posibilidades para una contraofensiva obrera, Todd Chretien, de Obrero Socialista, entrevistó a Claudio Katz, un veterano militante, miembro de Economistas de Izquierda, y autor de muchos libros y artículos.
EN NOVIEMBRE, el derechista ex alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, ganó la elección presidencial derrotando al candidato apoyado por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Ella y su marido Néstor gobernaron Argentina desde 2003, desarrollando un estilo político, el Kirchnerismo, en la tradición populista y de centroizquierda de Juan Perón, y que llegó a ser identificado con la Marea Rosada de gobiernos reformistas en América del Sur. ¿Puede describir qué ha cambiado en Argentina en los primeros meses de la administración Macri?
EL DEBUT del gobierno ha estado signado por una brutal agresión contra las condiciones de vida del pueblo. Aplicó un ajuste en regla mediante atropellos cotidianos. Empezó con la devaluación y la reducción de impuestos a los acaudalados y ahora introdujo un aumento de tarifas para favorecer a las mismas empresas que ya recibieron enormes subsidios durante la administración anterior. La inflación proyectada para el año ya tiene un piso de 35-40 por ciento sin ninguna compensación salarial. Un informe reciente indica que, en sus tres primeros meses, Macri generó 1.400.000 nuevos pobres y 350.000 indigentes. Lo más dramático es el incremento de la desocupación. Hay 110.000 nuevos desempleados, se rompieron las tradicionales restricciones al despido en la administración pública, y un ala del gobierno quiere recrear el gran ejercito de desocupados de la era Menen para restaurar una presión permanente sobre las demandas de los trabajadores.
Con gran cinismo, Macri afirma que arregló las controversias pendientes con los denominados buitres (acreedores que no ingresaron a la reestructuración de la deuda) para evitar el ajuste, cuando el nuevo endeudamiento externo reimpondrá las auditorías del FMI y restricciones del gasto social para satisfacer a los acreedores. Esta ofensiva se complementa con ataques a los derechos democráticos. Una dirigente social del norte sigue presa y se prepara un protocolo para reprimir huelgas y piquetes. El carácter derechista del nuevo gobierno salta a la vista. Actúa con total descaro a favor de las clases dominantes, sin mediaciones, ni disfraces. Todos los ministerios han ido ocupados por directivos de las grandes empresas, estableciendo un gobierno de la "Ceocracia".
UN AUGE enorme en los precios de las materias primaria, especialmente el petróleo y los productos agrícolas, ayudó a Argentina salir de la catastrófica depresión que enfrentó en 2001, iniciando una década de crecimiento. Pero esos precios ya se han derrumbado. ¿Cuáles fueron las fortalezas y debilidades de este modelo de desarrollo económico? ¿Hay otras posibilidades?
EL GOBIERNO anterior intentó desenvolver un modelo económico neo-desarrollista, con la intención de retomar la industrialización, incentivar el consumo y reorientar el excedente generado por el auge de las materias primas. Pero al cabo de una década no lograron concretar sus principales metas. La esperanza de conductas emprendedoras de los empresarios locales se desvaneció frente a la continuada exigencia de auxilios estatales. La promoción de un funcionariado eficiente quedó neutralizada por la recreación de ineptas burocracias.
El experimento fue erosionado por múltiples desequilibrios, pero especialmente se renunció a administrar en forma productiva la renta agraria mediante un manejo estatal del comercio exterior. Se apostó a capitalistas que utilizaron los recursos públicos para fugar capital sin aportar inversiones significativas. El modelo preservó todos los desequilibrios estructurales de la economía argentina. Afianzó la primarización, potenció el estancamiento de la provisión de energía, perpetuó un esqueleto industrial concentrado y sostuvo un sistema financiero adverso a la inversión. Además, el mantenimiento de una política impositiva regresiva impidió modificar los pilares de la desigualdad social. Otro modelo fue posible, pero requería un choque con los grupos dominantes que el kichnerismo nunca estuvo dispuesto a encarar.
EL FIN del auge ha significado una rápida disminución del apoyo popular a los gobiernos de la Marea Rosada, no sólo para el kirchnerismo en Argentina, sino también para Maduro en Venezuela, Morales en Bolivia, y, por supuesto, el gobierno del Partido de los Trabajadores y Dilma Rousseff en Brasil. ¿Puede explicar por qué la derecha, y no la izquierda, se ha beneficiado políticamente con esta crisis?
YO CREO que han incidido muchos factores en ese resultado. El ciclo progresista sudamericano no tuvo acompañamiento internacional. Procesos semejantes que despuntaron en algunos países, como Grecia, fueron sofocados. El neoliberalismo no sólo persistió, sino que en muchos terrenos se profundizó a escala global luego de la crisis financiera del 2008-09.
En nuestra región el fallecimiento de Chávez marcó un punto de inflexión negativo para las posibilidades de radicalización de los procesos en curso. Se creó el ALBA pero no llegó a encarnar en movimientos sociales masivos de la región. La revolución cubana continuó a la defensiva batallando por su subsistencia y el el proceso radical de Bolivia se estancó.
Cuando en los últimos años comenzaron a aflorar los síntomas de insatisfacción popular en los países gobernados por la centroizquierda (huelgas estatales en Argentina, protestas en Brasil en el 2013, movilizaciones indígenas y sociales en Ecuador) los presidentes los confrontaron en lugar de buscar convergencias con esas manifestaciones.
La derecha aprovechó el nuevo escenario de adversidad económica internacional y utilizó como nunca los medios de comunicación. La desinformación y los mensajes reaccionarios tienen mayor penetración que en el pasado. Además, el poder judicial opera como sustituto de los militares en todas las maniobras del golpismo destituyente.
Por su parte la izquierda se recompuso en muchos países de la región pero no recuperó la credibilidad que tuvo el proyecto socialista durante el periodo de auge de los ideales revolucionarios. Pero estas caracterizaciones que improviso en esta conversación son solo apuntes de un proceso en marcha.
POR SUPUESTO, la derecha tendrá sus propios problemas para mantener el apoyo político. De hecho, el propio Macri ha sido implicado en los papeles de Panamá por no revelar cuentas "off-shore" de su familia antes de llegar a ser el alcalde de Buenos Aires. ¿Será Macri capaz de sobrevivir este escándalo?
NO SABEMOS cuál será el efecto del aluvión destapado con los papeles de Panamá, porque es un escándalo internacional y Macri no puede controlar su difusión con la complicidad de la justica y los medios de Argentina. Por el momento le quita legitimidad al gobierno para aplicar el ajuste. A los buitres, por ejemplo, se le pagará con la intermediación de los mismos bancos comprometidos en todas las operaciones off shore.
Está saliendo a flote que Macri es un campeón de la corrupción. Figura en la cima de los funcionarios con compañías anotadas en los paraísos fiscales que son utilizados para evadir impuestos y fugar capital. Esta noticia no sorprende a nadie, puesto que lidera un grupo empresario que ha hecho negocios sucios con el Estado desde hace décadas. Participó de la patria contratista, la estatización de la deuda, y la pesificación asimétrica. Fue procesado por evasión y contrabando y salió impune gracias a la Corte Suprema menemista.
Las justificaciones que ha expuesto son ridículas. Dice que era director y no accionista de esas empresas, cuando la pantalla está en los accionistas y los manejos turbios quedan en manos de los directores.
Ese es el modo corriente de operar de un gobierno que censuró el informe sobre licitaciones extensiones fiscales otorgadas a grupos afines. Macri vacaciona en la quinta de un magnate inglés que usurpa tierras en la Patagonia y sus funcionarios nombran familiares por todos lados.
EL PRESIDENTE Obama visitó recientemente Argentina. Originalmente, iba a llegar el día del aniversario del golpe de 1976 que puso en marcha la guerra sucia de la dictadura militar en contra de la izquierda, los estudiantes y los sindicatos. Después de una gran protesta, Obama cambió la fecha de su visita, pero él y Macri visitaron el Museo de la Memoria construido en honor de las víctimas de los militares. ¿Hay peligro de que la decisión de Macri traer Argentina de vuelta al redil del imperialismo EE.UU. dará al aparato militar y de seguridad la confianza para ser más asertivo y represivo?
OBAMA VINO al país para restablecer una relación carnal que existió en la época de Menen. Por eso se han repetido todas las fantasías de "volver al mundo" y "reconocer el liderazgo estadounidense" que circularon en esos años.
El Departamento de Estado apuntala a Macri frente al escenario de inestabilidad que se avecina en Brasil. Quiere desplazar a China de los negocios de obra pública, pretende incorporar al país a la Alianza del Pacifico, frenar el desarrollo autónomo en el sector nuclear y apropiarse de recursos minerales, especialmente litio.
Pero enfrenta el problema de la resistencia. Gran parte de la población es consciente del efecto mortífero de esa subordinación para el país. En el plano económico el país no gana nada. Argentina mantiene una relación comercial completamente asimétrica. Frente a la demanda de las Malvinas, EE.UU. seguirá apoyando a Gran Bretaña y llenará el país de agentes de la DEA, la CIA y el FBI anulando el control nacional sobre el territorio.
Macri intento generar una especie de "Obamamanía" a través de los medios, pero no tuvo impacto con su mensaje ideológico pro colonial. Dijeron además que Obama no tuvo responsabilidad en el golpe del 76, porque él tenía 13 años, cuando el problema es su política imperial actual en Honduras, Colombia o Medio Oriente.
El dato alentador fue la movilización del 24 de marzo. Fue una jornada antiimperialista, que retomó la tradición de las movilizaciones cuando viene un mandatario norteamericano. Eso ocurrió con Roosevelt, Nixon, Clinton, Bush y ahora con Obama. En Argentina el imperio no tiene el plafón de otros países para generar un clima de clases medias movilizadas por la fascinación con Miami.
DESPUÉS DEL colapso de la dictadura militar en 1983, y especialmente después de la caída económica de 2001, los pobres y la clase trabajadora de Argentina lanzaron algunos de los movimientos de masas más vibrantes del mundo. Los movimientos de desocupados (piqueteros), sindicatos, estudiantes, y las mujeres cuentan con organizaciones fuertes. Pero, al menos hasta hace poco, el peronismo, ya sea en su forma más institucional o en la nueva forma kirchnerista, ha logrado conservar la lealtad de los líderes de muchas de estas organizaciones. ¿Ha la experiencia de los Kirchner en el poder y la nueva crisis debilitado ese vínculo? ¿O tiene el peronismo todavía la influencia y la capacidad de reconstruir su base en oposición a la austeridad más abierta de Macri?
ES PREMATURO formular cualquier pronóstico sobre un movimiento tan arraigado como el peronismo. El kirchnerismo representa el ala progresista de ese conglomerado y hasta ahora afronta tendencias muy contradictorias.
Por un lado, Cristina se retiró del gobierno con un monumental acto de despedida, dejando una red de militantes que llenan plazas y organizan marchas. Ahora retornó congregando nuevamente multitudes y aprovechando las ciegas jugadas de un gobierno que intenta desprestigiarla con el auxilio de los jueces adictos.
Pero por otra parte la expectativa de una poderosa continuidad del kirchnerismo en el Congreso, las provincias y varias instituciones del Estado se está diluyendo. Perdió influencia en el justicialismo y no se sabe cómo será afectada por contundentes denuncias de corrupción que la involucran personalmente.
Pero lo más importante es que al perder Scioli las elecciones, sin el típico legado de ajuste que dejaron Alfonsín o De La Rúa, el kirchnerismo persiste como una etapa que resucita ilusiones populares. Puede ocultar que el ajuste que preparaba si permanecía en el gobierno.
Un indicio de esa política es la fuerte agresión contra los trabajadores que los gobernadores de las dos provincias manejadas actualmente por el kirchnerismo (Santa Cruz y Tierra del Fuego) están implementando. Pero recién estamos en el debut de un proceso con resultados impredecibles.
EL OTOÑO pasado, el candidato del Frente Izquierda y de los Trabajadores (FIT), Nicolás del Caño, obtuvo más de 800.000 votos en la elección presidencial, o 3,23 por ciento. El FIT representa una coalición de pequeños partidos revolucionarios y sus simpatizantes, pero además de estos grupos, hay otras fuerzas políticas, sindicales, estudiantiles, y las de los movimientos sociales que se oponen tanto a los conservadores como a los peronistas. ¿Cuáles son las perspectivas de nuevas luchas, y cómo caracterizaría los desafíos que la izquierda enfrenta hoy?
LA IZQUIERDA ha logrado una implantación electoral, social y política muy superior al pasado. Reúne un espectro minoritario, pero tiene líderes con llegada a la población y una red consolidada de militantes. Hay muchos debates sobre tácticas sindicales o políticas a seguir frente al kirchnerismo. Pero existe la generalizada convicción que toda la etapa actual se juega en la resistencia a la ofensiva de Macri. Esa es la prioridad del momento. Frenar los atropellos sociales antes que sea tarde. La batalla se libra en las calles, las fábricas y las oficinas contra los despidos y los recortes de salarios.
Todavía se observa una combinación de estupor e indignación en la población, pero ya se concretaron varios paros y marchas de gran impacto. Yo creo que el dato más significativo fue la gran movilización del 24 de marzo, que contó con una gran presencia de la izquierda.
Esa movilización fue un rechazo organizado contra Obama y Macri. No fue sólo otro aniversario del golpe. Demostró que desde el 2001 hubo una construcción militante que está muy viva y preparada para batallar contra el ajuste. Aquí se evidencia otra diferencia con el antecedente de Menen. Desde el debut Macri enfrenta una oposición por abajo que puede derivar en una oleada de rebelión.