No bote su voto, hágalo contar
La impopularidad de los presidenciales del establecimiento bipartidista puede provocar un gran interés en la candidatura de izquierda independiente de Jill Stein.
DESPUÉS DE las convenciones demócrata y republicana, las esperanzas de los electores que anhelan un cambio progresista en noviembre parecen esfumarse.
Durante la Convención Nacional Republicana (RNC, por sus siglas en inglés), Donald Trump ofreció una lúgubre visión de la sociedad estadounidense, tambaleándose al borde de la catástrofe, a menos que él sea el próximo presidente.
Se comprometió a restaurar el "orden" frente a la "delincuencia rampante" y las protestas contra la violencia policial. La "paz" que prometió para las calles de Estados Unidos estaría unida a un incremento de los esfuerzos para proteger a la patria, eso es, más intervención militar extranjera para combatir a los terroristas y otros malhechores y un muro fronterizo para impedir la entrada de inmigrantes mexicanos.
Melania Trump habrá copiado partes del discurso de 2008 de Michelle Obama llamando a las víctimas de la sociedad de Estados Unidos a salir adelante por su propia cuenta, pero Donald Trump copió la plataforma entera del ex presidente Richard Nixon, incluyendo su promesa de ser la voz de "mayoría silenciosa" y su "plan secreto" para derrotar el Estado islámico en Irak y Siria.
Para Hillary Clinton, la RNC fue un sueño hecho realidad, justo cuando buscaba una manera de inspirar a los descontentos partidarios de Bernie Sanders a apoyar su campaña.
El carácter siniestro de la RNC, con su alharaca sobre el desorden social, aullidos de "levantar ese muro" y alarmismo sobre un inminente ataque terrorista, proveyó a Clinton con el mensaje perfecto para aquellos temerosos de los reaccionarios republicanos: "Vote por mí, porque no soy él".
Aunque Trump se autorretrató como un acaudalado e implacable "ganador", aún tuvo la desfachatez de afirmar que él es el candidato mejor posicionado para proteger a los oprimidos. "He entrado a la arena política para que los poderosos ya no puedan aporrear a aquellos que no pueden defenderse", dijo en la convención, a pesar de que así es exactamente cómo construyó su imperio empresarial.
Clinton, por su parte, se presentó como la alternativa "segura". En contraste con el "extremismo" de Trump y su "falta de experiencia", ella dice ser una veterana de Washington, que sabe qué es posible y cómo lograrlo.
Aún más importante, ella dice saber lo que no es posible: El gobierno de Estados Unidos puede encontrar el dinero para librar una guerra más, pero cubrir la salud integral o una matrícula universitaria gratuita están fuera de su alcance.
En respuesta a la consigna de Trump, "Hagamos una gran América otra vez", el constante refrán durante la coronación de Clinton en la convención demócrata fue "América ya es grande". Pero seguro no luce así para millones en la clase obrera que perduran la disminución de sus niveles de vida, mientras que los ricos se hacen obscenamente más ricos.
PARA MILLONES de personas que tradicionalmente votan demócrata, el atractivo del "mal menor", eso es, vote por A, no porque quiera A, sino porque de verdad no quiere B, ya suena hueco.
Muchos fueron inspirados por el mensaje izquierdista de Bernie Sanders, y el hecho de que su campaña cesado no socava la fuerza de sus ataques contra Clinton como la candidata de Walmart, Wall Street y de la guerra.
Como prometió al inicio de su campaña, Sanders apoyó a la eventual ganadora y, durante la convención colaboró en el esfuerzo para vender Hillary Clinton como, sus palabras, "una presidenta excepcional", a pesar del descontento de sus seguidores con la arrogante actitud del aparato del Partido Democrático.
En noviembre, es probable que la gran mayoría de los partidarios de Sanders sientan que no tienen más remedio que votar por Clinton con el fin de evitar que Trump llegue a la Casa Blanca.
Sin embargo, si votan por Jill Stein, la nominada presidencial del Partido Verde, si podrán votar por el futuro que buscaban con Sanders. Su plataforma Stein, que incluye un salario mínimo de $15 la hora, impuestos para los ricos, agresivas medidas para hacer frente al cambio climático, y más, es obviamente mucho más cercana a la de Sanders que a la de Clinton.
En la convención demócrata, insatisfechos partidarios Sanders se sintieron atraídos por la alternativa del Partido Verde; más de 100 delegados de Sanders abandonaron la convención demócrata su segunda noche y fueron recibidos en un mitin de la campaña de Stein.
EN LAS semanas previas a la convención demócrata, Stein disfrutó de una oleada de apoyo y atención desconocidos para un candidato de un tercer partido de izquierda, desde Ralph Nader en 2000.
Aunque todavía es temprano en la temporada electoral, varias encuestas muestran Stein con un mayor apoyo que Nader, a pesar de no ser tan bien conocida por el electorado. Por ejemplo, una encuesta realizada a finales de junio por CNN y Opinion Research Corporation mostró Stein con un 7 por ciento de las preferencias. Entre los votantes menores de 45 años, su apoyo llegó a los dos dígitos. Aun sondeos más modestos, como el 3,5 por ciento que RealClearPolitics le da, están muy por delante de cualquier candidato independiente de izquierda desde 2000.
Después de que Sanders formalmente endorsó a Clinton a principios de julio, Stein dijo a los partidarios Sanders que:
el falso pragmatismo [de Sanders] no es el camino para un cambio revolucionario, sino más bien un incrementalismo que nos mantiene atrapados a votar por el mal menor, una y otra vez. Cada vez que un desafío progresista como el de Sanders, Dennis Kucinich o Jesse Jackson ha inspirado la esperanza por un cambio real, el Partido Democrático los ha saboteado marchando hacia la derecha, haciéndose cada vez más corporativista y militarista con cada ciclo electoral.
Al mismo tiempo, la campaña de Stein lanzó un esfuerzo para recaudar $500.000 en un mes, a ser correspondido por el gobierno federal en virtud de las reglas del sistema electoral. Las donaciones fluyeron, en gran parte en pequeñas cantidades, como la campaña de Sanders experimentó. Stein alcanzó su objetivo, y algo más, en tan sólo dos semanas.
Stein también consiguió el apoyo del autor y activista Cornel West y del actor Viggo Mortensen. Como escribió West en The Guardian:
En noviembre, necesitamos un cambio. Sin embargo, estamos atados en una elección entre Trump, que sería una catástrofe neofascista, y Clinton, un desastre neoliberal. Es por eso que yo apoyo a Jill Stein. Estoy con ella, la única mujer progresista en contienda, porque tenemos que ir más allá de este corral. Tengo un profundo amor por mi hermano Bernie Sanders, pero no estoy de acuerdo con él en Hillary Clinton. No creo que sería una "presidenta excepcional". Su militarismo hace del mundo un lugar menos seguro...
Estamos teniendo un despertar moral y espiritual. Nos da esperanza democrática. No se trata de tener esperanza, sino ser la esperanza. Es hora de pasar, de ser espectadores, a ser actores.
EN PALABRAS del fallecido socialista estadounidense Peter Camejo, "El enorme éxito del sistema político bipartidista, pro-dinero desarrollado en Estados Unidos es hacer que aproximadamente la mitad de los que pueden simplemente no voten, y obligar a los que lo hacen, incluso cuando no están de acuerdo con la dominación corporativa, a votar por algo a lo que se oponen".
En contraste, nuestros lectores tendrán mucho en común con la radical visión política de Stein, aunque tengamos algunos desacuerdos; entre otros, por ejemplo, mientras Stein se opone a la intervención de Estados Unidos en el Medio Oriente, a veces ella ha minimizado el papel de otras fuerzas imperialistas, como Rusia, que también está interviniendo para defender sus propios intereses.
El recién anunciado compañero de fórmula de Stein, Ajuma Baraka, es un dedicado luchador por la liberación negra, oponente del imperialismo estadounidense y solidario con la lucha palestina. Pero él ha escrito artículos empequeñeciendo la escala de la represión llevada a cabo por el régimen de Bashar al-Assad en Siria en contra de la oposición revolucionaria, al tiempo que refuerza el mito de que el régimen de Assad representa una expresión de la "soberanía nacional" contra el imperialismo norteamericano. Estos erróneos puntos de vista pueden alienar a gente atraída por la visión de una lucha democrática por el cambio en EE.UU., que Stein proyecta.
En general, su plataforma es claramente izquierdista, y representa una alternativa independiente al duopolio bipartidista. Y mientras Stein no tiene posibilidad alguna de ganar las elecciones presidenciales de 2016 y poner su programa en acción, ella merece el voto de los que apoyan su plataforma, porque si votan por Clinton, la realización de esa plataforma habrá sido retrasada.
Clinton comenzó su marcha hacia la derecha, inmediatamente después de que Sanders hiciera su discurso, durante el primer día de la convención dedicado a la "unidad", para tratar de atraer a los votantes conservadores descontentos con Trump.
Clinton y su partido asumen que la base demócrata liberal votará a su favor porque no tienen otra opción "realista", y no sienten ninguna presión a representarla. Y si Clinton llega a la Casa Blanca, no hay nada en absoluto que pueda atenerla responsable a las ideas y demandas de los que votaron por ella. Clinton quedará libre para servir a los amos corporativos del Partido Democrático.
El principal mensaje de las organizaciones liberales es que un voto por Clinton detendrá a Donald Trump, pero esto no es cierto. Trump perderá la elección si Clinton gana, por supuesto. Pero el trumpismo bien podría prosperar bajo una presidencia, imperial y neoliberal, de Clinton.
¿Cómo así? Clinton está comprometida a mantener el mismo estatus quo que alimenta la ansiedad económica y aviva el ciclo violento de guerra y represalias, que ha empujado a un gran número de personas a concluir que el sistema está roto. En la izquierda, aquellas personas dieron su apoyo a Bernie Sanders o se involucraron en la lucha por el cambio en la base, o ambos. Pero a la derecha, el descontento con el estatus quo abrió el camino para el ascenso de Trump.
Una administración Clinton que continúe decepcionando a todos, además del 1 Por Ciento y sus parásitos, alimentará las mismas condiciones que favorecen a los demagogos como Trump a obtener una audiencia.
UN VOTO por Stein, por el otro lado, no será un voto para el candidato ganador de las elecciones en 2016, pero no será un voto perdido. Millones de estadounidenses con anhelos por una alternativa política de izquierda verán que no están solos, y será un paso en la construcción de un más eficaz desafío independiente en el futuro.
Sin embargo, la elección de noviembre es sólo una parte de la lucha para cambiar la dirección del país.
Como el historiador Howard Zinn dijo una vez:
Difícilmente hay algo más crucial que aprender que el hecho que lo que realmente importa no es quién está sentado en la Casa Blanca, sino quién se sienta: en las calles, en las cafeterías, en los pasillos del gobierno, en las fábricas. Quién está protestando, quién está ocupando oficinas y demostrando. Esas son las cosas que determinan qué sucede.
El voto por un candidato independiente de izquierda el día de la elección debe ser parte de la construcción de una alternativa a largo plazo contra el duopolio bipartidista, una que incluya a los movimientos sociales que puedan desafiar a quienquiera sea presidente, republicano o demócrata.
Las elecciones presidenciales determinan el individuo en la cima del poder en Estados Unidos, y estos individuos dan forma a los términos en que la lucha política por el futuro se libra. Pero también lo hace las luchas populares: el movimiento contra la violencia policial, las huelgas obreras y la sindicalización, las marchas masivas para defender el medio ambiente, etc.
Cuando esa resistencia está en marcha, se puede hacer sentir, no importa qué partido esté en el poder.
A lo largo de la historia de Estados Unidos, los mayores cambios por el bien social no han llegado por votar por el mal menor, sino por la lucha social en el trabajo y las comunidades. Los grandes cambios logrados en Estados Unidos en las décadas de los años 1930 y 1960 muestran que el abolicionista Frederick Douglass tuvo razón: "Sin lucha, no hay progreso".
La campaña Bernie Sanders demostró, además, que hay un gran número de personas insatisfechas con el sistema y que están dispuestas a hacer algo para cambiarlo.
Si no ahora, ¿cuándo? Si no nosotros, ¿quién?
Su voto el 8 de noviembre por una verdadera alternativa de izquierda es un paso hacia la construcción de ese cambio. Pero la lucha deberá continuar todos los demás días del año, también.
Traducido por Orlando Sepúlveda