¿Qué hacer en Venezuela?
Entre la intensidad de la crisis en Venezuela y las amenazas militares de Donald Trump contra su gobierno, algunos en la izquierda venezolana intentan conformar una alternativa a ambos, la oposición derechista apoyada por Estados Unidos y un gobierno que ha traicionado al pueblo. Aquí publicamos una carta abierta escrita por los revolucionarios venezolanos de Marea Socialista, con una introducción de los editores de la revista canadiense New Socialist.
Introducción de los editores de New Socialist
La crisis social en Venezuela ha capturado la atención internacional. El chavismo, como las ampliamente apoyadas políticas progresistas del gobierno de Hugo Chávez (1998-2013) son conocidas, se encuentra en crisis bajo el liderazgo de Nicolás Maduro, su sucesor. El colapso internacional en el precio del petróleo ha precipitado una caída en el ingreso por concepto de exportaciones al Estado venezolano, un fuerte golpe para una economía cuya dependencia en el ingreso petrolero se profundizó aún más bajo Chávez. Bajo el peso de una creciente deuda externa, el gobierno ha recortado el gasto social. El apoyo a Maduro entre la clase trabajadora y los pobres se ha debilitado, mientras que la inestabilidad económica ha sido aprovechada y agravada por la derecha venezolana en sus esfuerzos por derrocar al gobierno y desmantelar lo poco que queda de los logros de la Revolución Bolivariana. Una victoria para la derecha, cuyos líderes desde 1998 han repetidamente intentado desestabilizar al democráticamente electo gobierno de Chávez, significa sin duda un desastre aún mayor para la mayoría del pueblo venezolano. Pero al mismo tiempo, el destino del proyecto bolivariano levanta muchas preguntas y disyuntivas para quienes en la izquierda creemos que otro mundo es necesario y posible.
A pesar de proclamar estar construyendo un "socialismo para el siglo XXI", el chavismo, bajo ambos Chávez y Maduro, de hecho, dejó intacto el poder del capital y la riqueza privada, mientras que la corrupción e influencias burocráticas han sido un notorio componente de su existencia. Los importantes logros sociales se basaron en una dependencia en la extracción y exportación de materias primas, cuyos peligros y contradicciones han plagado por décadas a los países del Sur Global. Ahora, el régimen de Maduro recurre a políticas económicas y tácticas políticas que arriesgan comprometer aún más el proyecto bolivariano, alienándolo de su base social.
Con estas contradicciones en mente, New Socialist publica aquí una carta abierta de Marea Socialista, una organización socialista revolucionaria en Venezuela que rechaza las políticas contrarrevolucionarias de la oposición de derecha mientras que articula un proyecto político de izquierda independiente del chavismo bajo Maduro.
Es importante notar que aunque como socialistas no creemos útil desatender los profundos problemas del régimen de Maduro y las contradicciones inherentes del proyecto bolivariano, también rechazamos de forma absoluta la injerencia imperialista en Venezuela. Estas dos posiciones, incluso si algunos en la izquierda piensen lo contrario, no son mutuamente excluyentes. Así en Canadá, donde New Socialist es publicada, es crucial mencionar lo hipócrita e insincera que son las críticas de la administración Trudeau al gobierno venezolano. La Ministra de Relaciones Exteriores Chrystia Freeland atribuyó al gobierno de Maduro "intenciones dictatoriales". Esto viene de un gobierno que ha vendido 15 mil millones de dólares en armas a una dictadura real, las del Reino de Arabia Saudí, donde condenados son decapitados. Canadá apoyó el golpe de estado militar en Honduras, en el 2009, y habla poco de las amplias violaciones a los derechos humanos ahí, o en países con gobiernos afines, como Colombia, donde es dolorosamente común el asesinato de líderes sindicales, campesinos e indígenas.
En Canadá, gobiernos Conservadores y Liberales, por igual, y los medios de comunicación, pasaron años llamando "dictatorial" al gobierno de Chávez a pesar de sus repetidas victorias electorales, mientras que desde Ottawa financiaba y festejaba a grupos y líderes opositores venezolanos que apoyaron el fallido intento de golpe del 2002 contra Chávez. Lo que sea que pensemos de Maduro, al gobierno canadiense sencillamente no le importa el bienestar del pueblo venezolano, más que lo que le importa el del de Arabia Saudí o siquiera el de Canadá. -- Traducido al español por Alejandro C.
Carta Abierta a la izquierda autónoma y al chavismo crítico: Es hora de la fragua de un nuevo movimiento emancipador, por el Equipo Operativo Nacional de Marea Socialista
Escribimos esta Carta Abierta en el momento en que se consuma un fraude colosal contra el pueblo venezolano. La elección de la constituyente madurista representa el colapso del país tal cual lo conocimos en el último siglo, la bancarrota de un Estado rentista agotado y el desmontaje de la República. Y coloca en serio riesgo la integridad de la Nación y la amenaza con su disolución.
De esta manera abre la puerta a un periodo de cruel rapiña imperial y del capital financiero y mafioso, bajo cualquiera de sus actuales "banderas nacionales". Donde la ley será una violencia y represión crecientes y donde, las penalidades y sufrimientos de los más humildes, los oprimidos y los excluidos, alcanzarán picos no conocidos en la historia moderna de Venezuela.
Dos cúpulas políticas irresponsables y criminales han cavado las trincheras desde las cuales se lanzan a la disputa por el saqueo, control y negociación con el gran capital, de nuestros recursos naturales y las condiciones de vida de nuestro pueblo. Lo hacen aunque para ello deban provocar un carnaval sangriento.
La falsa polarización que han buscado y que en alguna medida han conseguido estas cúpulas, pretende arrastrar a amplios sectores de la población a defender los espurios intereses que cada una de ellas defiende y persigue. Y están dispuestos a hacerlo, como hoy volvió a quedar demostrado, a costa de la vida de miles, la integridad de centenares de miles y la miseria de millones.
Es importante comprender, en primer lugar, que la tenue luz de expectativas, por la vuelta a una normalidad relativa, que podría haber existido hasta el día previo a la falsa elección constituyente, se ha desvanecido completamente. El madurismo y la cúpula del PSUV han cruzado el umbral que separaba su vocación autoritaria con mascara "democrática" y "pacífica", para llevarlo al terreno de un intento de contrarrevolución abierta, con métodos de guerra civil selectiva, que ya se están aplicando. En segundo lugar, la incapacidad, la soberbia y el elitismo manifiesto de la cúpula de la MUD y su apuesta descarada por un foquismo violento y por la injerencia gringa, dejó sin posibilidades de conquistar un triunfo democrático a los que sincera, pero equivocadamente los siguieron, arriesgaron sus vidas e incluso las perdieron, creyendo que así se lograría un cambio progresivo.
Más allá de la guerra de los números e imágenes con la que durante hoy y en los próximos días se intentará legitimar la elección de los supuestos constituyentistas, el hecho es que este 30 de julio de 2017 será recordado como el día en que entramos de lleno en un periodo oscuro, de tiempos tumultuosos, cada vez más violentos y difíciles, que exigen definiciones individuales y colectivas contundentes.
Los próximos meses o semanas determinaran el tablero político, social, cultural y económico, incluso la integridad territorial del país, para los próximos años o décadas. Ante esto nadie puede permanecer indiferente o creer que estará a salvo de las consecuencias que estos tiempos traerán a la Nación y a su pueblo.
Pero estos también son tiempos de rupturas, de quiebres de viejas hegemonías, de derrumbe de creencias ilusorias y del final de falsas lealtades, y son, sobre todo, tiempos de gestación y parto de nuevas esperanzas.
Hoy, de un lado se ubican aquellos que frente a las amenazas con que el imperialismo norteamericano y la cúpula de la MUD chantajean a la cúpula del gobierno/PSUV y al país, despliegan una solidaridad automática y acrítica con el madurismo. De otro aquellos que rechazan el autoritarismo, la represión descarada, la entrega, la miseria, a la que nos está llevando el PSUV/gobierno, y equivocadamente creyeron, frente a la falta de alternativas, que la cúpula de la MUD le era útil para rescatar la Constitución del 99, la democracia y detener la violencia.
Pero hay un tercer sector que ha ido tomando fuerza en los últimos meses, ha ido creciendo, y que fue formando su personalidad y empieza a aparecer como una nueva referencia política por fuera de estos dos campos. Y que, de hecho, se convirtió en un fenómeno político, es el que en la prensa local e internacional ha llamado primero "chavismo crítico", y que ahora intentan etiquetar como "chavismo no madurista". Este sector incluye a militantes y grupos de izquierda o democráticos que quizás por no provenir del chavismo han sido invisibilizados por los medios.
A una parte sustantiva de este sector, es que nos dirigimos, incluyendo a su parte de izquierda, critica, autónoma y que mantiene los sueños emancipadores que surcaron la primera década del Siglo XXI en nuestro país y en América latina, que es capaz de enfrentar sin temores el balance crítico necesario del proceso bolivariano y de Chávez.
A los que se empezaron a organizar contra la burocratización brutal que llevo a la cúpula del PSUV y sus "aliados" del GPP a poner un signo igual entre el partido y el estado. A los que dieron un paso para enfrentar el decreto del Arco Minero del Orinoco, y deciden luchar contra la entrega expresada en las Zonas Económicas Especiales y la ampliación de la frontera extractivista, la profundización de la primarización del país y la sumisión al capital financiero. A los que rechazan el avance autoritario, el avasallamiento de derechos humanos, económicos, sociales y buscan reestablecer la Constitución del '99, que es hoy, en el país, la única forma de defender la democracia que agoniza.
A aquellos que repudian que se continúe pagando una deuda externa ilegitima a costa del hambre y la salud del pueblo. A los que están cansados de la impunidad de las cúpulas y del desfalco corrupto a la nación. A los que rechazan la injerencia extranjera porque mantienen los sueños bolivarianos de luchar por una nueva independencia. A los que se ubican en el terreno de una izquierda nueva, critica de su propio legado, que señala y busca propuestas para superar la gravedad de la crisis civilizatoria a la que nos ha llevado el sistema del capital. A los que luchan contra la opresión de género, la segregación racial, la opresión cultural y material sobre los pueblos originarios. A aquellos que se oponen a la destrucción de la naturaleza y la vida y que proponen y buscan alternativas sustentables al modelo extractivista y depredador. A quienes luchan contra la explotación del trabajo, a los sindicatos y consejos de trabajadores honestos que se plantan contra el patrón, sea privado o el estado. A los jóvenes y estudiantes que con valentía defienden su futuro en las calles, en las universidades públicas y privadas, incluso en las del gobierno a pesar de la retaliación y el amedrentamiento.
Somos muchos, pero hemos estado separados por largo tiempo. Han intentado, muchas veces con éxito, inocularnos desconfianza para mantenernos divididos. Cada uno a nuestro turno hemos sido retaliados, perseguidos y acusados de traidores y agentes de la CIA o de hacerle el juego a la derecha. Pero todo tiene un límite y cada uno de nosotros fue encontrando el suyo. Hoy tenemos que vencer la desconfianza, procesar los matices producto de nuestra diversa procedencia ideológica y construir, reconociendo y respetando la diversidad vital que expresamos, un espacio común de reflexión, elaboración y acción.
En los últimos meses hemos compartido espacios y plataformas de lucha por puntos comunes. Espacios que han sido útiles además para reconocernos y aprender a procesar, no sin tropiezos, algunos de nuestros diferentes puntos de vista en busca de las síntesis que ayudaran a esa lucha. Espacios que hay que mantener y ampliar porque la lucha que les dio origen y sentido es ahora más necesaria que antes.
Pero hoy estamos llamando a poner en pie otra iniciativa. Una de alcance más integral y estratégico. Una que ayude a superar la orfandad de orientación y liderazgo global, en la que ha quedado nuestro pueblo por la derrota de un proyecto que soñó liberador y la traición o la defección de aquellos que creyó sus dirigentes.
Se trata, a partir de una revisión crítica y autocrítica de los errores del proceso bolivariano, de reconstruir desde los cimientos un proyecto nacional y nuestro americano. Se trata de construir un movimiento democrático, plural, inclusivo de las corrientes del pensamiento y la acción emancipatoria. Con respeto a las identidades particulares y en la búsqueda de avanzar desde la articulación en la lucha a la construcción de una nueva síntesis de elaboración y acción política.
La que proponemos es una tarea ardua y compleja. Pero la hora es ardua y compleja. Es una hora de definiciones y de asumir desafíos, de conquistar la mayoría de edad política e independizarnos de todo tipo de tutelas. Es la hora de los hornos, de poner manos a la obra y de colocar en la fragua un nuevo movimiento emancipador.
Equipo Operativo Nacional de Marea Socialista
Extraída de Aporrea.org