Independiente del estatus quo
Paul D'Amato explica cómo los socialistas abordan el tema electoral y las candidaturas independientes de izquierda.
Apoyamos auténticos candidatos de izquierda y acción política que promuevan la independencia al sistema bipartidista dominado por las corporaciones estadounidenses.
-- Fragmento de "Nuestra Posición" de la ISO
DESPUÉS DE las revoluciones de 1848, Marx y Engels escribieron que era necesario que la clase obrera promoviera sus propios candidatos políticos.
"Incluso si no hay chance alguna de que sean elegidos", escribieron, "los trabajadores deben poner sus propios candidatos con el fin de preservar su independencia, para contar sus fuerzas, y para presentar ante el público su actitud revolucionaria y la perspectiva del partido. En este sentido, no deben dejarse seducir por tales argumentos como los de los demócratas, por ejemplo, que dividir al Partido Democrático permite el triunfo de los reaccionarios".
La base de su argumento es que la clase obrera no puede auto-emanciparse, no puede liberarse de la tiranía del capitalismo, sin organizar un propio partido político.
La clase dominante tiene sus propios partidos políticos (demócratas y republicanos); la clase obrera no tiene ninguno. Mientras la clase obrera siga votando por políticos burgueses que no le rinden cuentas, aún si fuera el menos dañino a sus intereses, seguirá votando contra de sus propios intereses y por los de una clase ajena.
Sin su propio partido político, sus propios líderes y sus propios representantes, la clase obrera seguirá estando subordinada a los partidos burgueses.
El sindicalismo siempre ha sostenido que la clase obrera no necesita su propio partido político o de sus propios candidatos; todo lo que necesita es su poder económico: su poder para organizarse en sindicatos industriales e ir a la huelga.
Durante el apogeo del sindicalismo a comienzos del siglo 20, esta fue una saludable reacción contra el oportunismo de los reformistas, socialistas parlamentarios, cuyos éxitos electorales los llevó a capitular al sistema capitalista, tras la adopción de la idea de que el socialismo podría ser logrado a través de la acumulación pacífica y gradual de votos y escaños.
Los reformistas habían olvidado, en palabras de Marx, que "el sufragio universal es por tanto el índice de la madurez de la clase obrera. No es, ni nunca será algo más que eso en el Estado moderno, pero eso es suficiente. El día en que el termómetro del sufragio universal muestre del punto de ebullición entre los trabajadores, ellos, así como los capitalistas, sabrán a qué atenerse".
Por lo tanto, sería un error concluir, tras las traiciones del reformismo, que la participación en el proceso electoral es una pérdida de tiempo. La reacción de los sindicalistas fue saludable, pero sesgada.
Las formas parlamentarias de lucha (elecciones, campañas y bloques electorales, etc.) son la forma más baja de lucha, mientras que las huelgas, manifestaciones y levantamientos de masas son las más altas. Pero no podemos disipar las ilusiones de las masas en el proceso electoral burgués, o más en el sistema bipartidista, sin participar en la arena electoral.
PERO, ¿CÓMO los socialistas abordan la cuestión de las elecciones a instancias de poder estatal sin caer en la trampa de acomodarse al orden existente?
"Para ser efectiva, la socialdemocracia debe tomar todas las posiciones que pueda en el Estado e invadir doquier en el Estado", escribió la revolucionaria polaca Rosa Luxemburgo. "Sin embargo, el requisito previo es que estas posiciones hagan posible librar la lucha de clases desde ellas, la lucha contra la burguesía y su Estado".
Para los marxistas revolucionarios, por lo tanto, los esfuerzos para asegurar el éxito electoral y combatir el por medios electorales deben estar subordinados a otras formas de lucha.
La tesis sobre las elecciones escritas para la Internacional Comunista en 1920 elaboró este punto:
La actividad parlamentaria consiste principalmente de agitación revolucionaria desde la tribuna legislativa, desenmascarar oponentes y la unificación ideológica de las masas, que, sobre todo en áreas retrasadas, todavía tienen ilusiones democráticas y miran a la tarima parlamentaria. Este trabajo debe estar completamente subordinados a los objetivos y las tareas de la lucha de masas fuera del parlamento.
Las campañas electorales permiten al partido obrero llegar a capas más amplias de personas, a las que de otro modo no podrían alcanzar con la propaganda socialista. Los funcionarios electos socialistas pueden utilizar su posición en el Congreso o Parlamento para difundir propaganda anti-capitalista, exponer la corrupción y lealtad de clase de los partidos burgueses, ayudar en la organización de las luchas afuera del poder legislador, y exponer los límites de la democracia capitalista.
Históricamente, el sistema bipartidista estadounidense ha sido tan exitoso para la burguesía que ningún partido obrero, basado en los sindicatos, o partido socialdemócrata de masas se ha desarrollado. Cuando el sentimiento entre la clase obrera por un partido obrero estuvo en su apogeo en la década de 1930, la mayor organización de izquierda y de la clase obrera, el Partido Comunista, conscientemente dirigió el movimiento en otra dirección.
En EE.UU. hoy, la organización económica y política de la clase obrera y los oprimidos es débil. Las ataduras del mal-menor siguen siendo muy fuertes, y seguimos en una situación en la que la esperanza para un partido independiente, ni decir un partido obrero, es mínima o inexistente.
Una de las principales tareas de los socialistas de hoy, por lo tanto, es guiar a quienes están en un proceso de radicalización en una senda ajena a la del Partido Democrático, el que históricamente ha absorbido y silenciado cualquier sentimiento radical que pudo haber conducido hacia un partido político independiente para la clase obrera.
HOY, LA organización socialista en EE.UU. sigue siendo muy pequeña como para asumir el enorme esfuerzo y recursos necesarios para tener candidatos.
Sin embargo, ha habido momentos en los que una alternativa radical u obrera ha sido levantada. En este caso, los socialistas deben llamar por lo menos a un voto de protesta o de clase contra los dos principales partidos burgueses, con la esperanza quebrar el sistema bipartidista y crear una abertura para una política de la clase obrera independiente.
Cuando las condiciones son propicias para la construcción de una verdadera alternativa de izquierda, como, por ejemplo, la candidatura de Ralph Nader por el Partido Verde en el año 2000, que se organizó en torno a una plataforma anti-corporativa, los socialistas deben promover y hacer campaña por esa alternativa activamente, aunque sólo como un medio para iniciar el proceso de construcción de una izquierda más amplia, independiente del Partido Democrático.
En su consejo a los socialistas estadounidenses a principios de 1890, Engels hizo hincapié en cuán importante era para ellos apoyar y participar en cualquier movimiento de la clase obrera que, cual fueran sus limitaciones, ayude a desarrollar su propio partido político.
En 1886, la Unión Laboral Central en Nueva York formó el Partido Laborista Independiente con el fin de participar en la elección municipal de la ciudad. El nuevo partido eligió al defensor del impuesto único Henry George como su candidato.
El propio George no provenía era del movimiento laboral. De hecho, él era un populista de clase media. Recientemente había escrito un libro popular, Progreso y Pobreza, atacando la pobreza y la desigualdad. Ahí, George abogó por un impuesto único sobre la propiedad de la tierra como una panacea para resolver la mayoría de los males de la sociedad. En una elección muy disputada, en la que la clase dominante utilizó todos los trucos para evitar una victoria del Partido Laborista, George quedó en segundo lugar, entre tres candidatos, con el 31 por ciento de los votos.
Engels fue positivo acerca de la elección, a pesar de sus deficiencias, la escritura:
En un país que ha entrado recientemente al movimiento, el primer importante paso es la formación por los trabajadores de un partido político independiente, no importa cómo, siempre y cuando sea distinguible como un partido laboral. Y este paso se ha tomado mucho antes de lo que podríamos haber esperado, y eso es lo principal.
Que el primer programa de este partido aún es confuso y extremadamente inadecuada; que escogiera a Henry George por su figura decorativa; esos fueron inevitables, si meramente transitorios, males. Las masas deben tener tiempo y oportunidad de evolucionar; y no van a tener esa oportunidad a menos que tengan un movimiento propio, no importa cuál sea su forma, siempre y cuando sea su propio movimiento, en el cual ellos progresan tras sus propios errores y aprenden de la amarga experiencia".
Traducido por Orlando Sepúlveda