Los socialistas y la lucha en Venezuela
Estados Unidos y sus aliados están aumentando la presión contra el gobierno venezolano después de que el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se auto declarara presidente del país contra el presidente electo, Nicolás Maduro, el mes pasado. Acerca de estos acontecimientos, Gonzalo Gómez, un revolucionario venezolano, miembro de la organización socialista Marea Socialista y cofundador del sitio web de izquierda independiente aporrea.org, es entrevistado por Eva María.
Nota de la entrevistadora y los editores: esta entrevista se llevó a cabo el 27 de enero. Gonzalo Goméz es una de las principales voces de Marea Socialista de Venezuela, una organización opuesta al imperialismo estadounidense, que ha apoyado los avances logrados a través del proceso bolivariano y que ha criticado las concesiones a los intereses comerciales nacionales e internacionales, tendencias burocráticas y maniobras antidemocráticas efectuadas por ambos, el actual presidente Nicolas Maduro y el presidente Hugo Chávez. El 5 de febrero, Goméz participó en una reunión con el líder opositor, Juan Guaidó, como representante de la Plataforma de Ciudadanos en Defensa de la Constitución. Esta plataforma está organizada por figuras de izquierda que se oponen a la intervención de los Estados Unidos y proponen una Consulta Popular para evitar una confrontación violenta.
Entendemos los objetivos de la Plataforma y su esperanza de utilizar la publicidad de este evento para dar a conocer sus propios puntos de vista. Sin embargo, nos sentimos obligados a declarar nuestra inquietud con la reunión con Guaidó, un líder que está recibiendo apoyo directo de los gobiernos imperialistas en Europa, presidentes reaccionarios en Brasil y Argentina, y del propio gobierno de Trump, lo que arriesga permitirle a la derecha venezolana presentarse como “hablando por todos” en una guerra mediática diseñada para allanar el camino a la intervención.
EL 23 de enero, el presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó se declaró presidente interino de Venezuela y fue inmediatamente reconocido por Estados Unidos, los países del Grupo de Lima y muchos otros estados. Pero para la mayor parte del mundo, esta es la primera vez que oímos hablar de Guaidó. ¿Quién es él y cuál ha sido su papel en la política venezolana?
GUAIDÓ ERA diputado por el partido opositor de derecha, encabezado por el dirigente preso Leopoldo López. Acababa de ser nombrado presidente de la Asamblea Nacional (AN), como parte de los acuerdos de rotación entre los partidos mayoritarios que la integran. Participó en las luchas callejeras de la oposición contra Maduro en 2017, pero no tiene mayor trayectoria política, no era ni siquiera una figura pública destacada de su partido.
La AN fue declarada en desacato por el Tribunal Supremo de Justicia cuando se negó a retirar a varios diputados de uno de los estados, quienes fueron procesados por fraude electoral mediante la compra de votos; cosa que también hace el Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), pero que no es penalizada dentro del juego político.
Eso le sirvió al gobierno como una maniobra para que no se activara la mayoría parlamentaria de la derecha, pero luego el propio PSUV abandonó la AN e impulsó una asamblea constituyente en condiciones muy cuestionables desde el punto de vista democrático y constitucional.
De esa AN opositora, declarada en desacato, sale la figura de Guaidó, quien, al asumir la presidencia de la misma, declaró a Maduro un usurpador, al no reconocer las elecciones en que éste fuera electo, y da a conocer su propósito de asumir la presidencia de manera “provisional” y conformar un “gobierno de transición” que llamaría a nuevas elecciones para escoger al Presidente de la República.
Sin embargo, la AN no llegó a proclamarlo, y Guaidó se autoproclamó ante una inmensa manifestación contra el gobierno de Maduro, el 23 de enero, sin ser electo por el pueblo, ni votado por la propia AN; aunque ese tampoco es el procedimiento constitucional en Venezuela.
ENTONCES, ¿QUIÉN es actualmente el presidente de Venezuela? ¿Es lo que ha estado sucediendo en Venezuela desde el 23 de enero un golpe de estado? ¿Y de qué tipo?
EN VENEZUELA hay un presidente elegido en mayo de 2018, Nicolás Maduro, aunque su elección se produjo en condiciones muy irregulares, con inhabilitación de partidos y abuso de los recursos del Estado.
Marea Socialista llamó a votar en esas elecciones, aunque críticamente, porque consideramos que los electores no podíamos renunciar a nuestro derecho a elegir y ser elegidos, mientras que la oposición de derecha llamó a la abstención, la que superó el 70 por ciento.
Aunque nosotros votamos, creemos que el gobierno de Maduro perdió su legitimidad, debido a sus políticas anti obreras, a la terrible corrupción, a su modelo económico extractivista, depredador y entreguista, a decisiones inconstitucionales y al autoritarismo represivo con el que gobierna. Fue electo bajo condiciones muy cuestionables y perdió su legitimidad, por un conjunto de violaciones gravísimas a la Constitución, y porque la gran mayoría de la clase trabajadora ha dado muestras de que lo rechaza, saliendo a manifestar de manera masiva.
Guaidó cabalgó este descontento y desde la AN convocó a Cabildos Abiertos (actos masivos) para rechazar al gobierno de Maduro y respaldar las propuestas hechas desde la AN. Luego convocó a una movilización nacional masiva el 23 de enero de 2019, y al ver la fuerza de la respuesta, debida al gran malestar con Maduro, aprovechó para auto proclamarse y auto juramentarse como “presidente” frente a la movilización, pero sin sustento constitucional alguno.
Detrás de esta acción estuvieron el gobierno de Trump y varios gobiernos de derecha de América Latina reunidos en el llamado Grupo de Lima. Se declaró entonces un gobierno paralelo y vinieron las amenazas de intervención de los Estados Unidos para imponerlo por la fuerza.
De manera que en Venezuela hay un gobierno: el de Maduro, aunque lo considerásemos ilegítimo, destructor de la Revolución Bolivariana y opresor de nuestro pueblo. El suyo no es un gobierno auto proclamado y apoyado por EE.UU., y puede sólo ser reemplazado por el propio pueblo venezolano a través del ejercicio de su soberanía y del sufragio en condiciones aceptables.
Lo que ha estado sucediendo tiene todas las características de un golpe de Estado, aunque no sea dado por los militares venezolanos, sino a través de la amenaza intervencionista del imperialismo norteamericano, con el concierto entre los gobiernos más derechistas de Latinoamérica, Canadá y la Unión Europea, pero sin poder lograr el apoyo necesario de la mayoría de las naciones en la OEA, ni la ONU.
Hay un ultimátum con amenaza de intervención; no sólo de sanciones y confiscación de activos de Venezuela, retención de oro y divisas, diferentes formas de bloqueo, el uso de la “ayuda humanitaria”, sino que hay una escalada militar en preparación en caso de que las presiones económicas y políticas no sean suficientes.
Repetimos que “a Maduro el pueblo no lo quiere, y a Guaidó nadie lo eligio”; estamos contra el intervencionismo y por una solución basada en la consulta democrática al pueblo. Así que frente al conflicto entre un presidente electo pero ilegítimo, y otro que no es electo ni legítimo, llamamos a que prime el diálogo, pero en función de que se exprese la soberanía popular, que se le pregunte al pueblo que es lo que quiere.
Desde Marea Socialista y desde la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución hemos propuesto activar el derecho a un referéndum consultivo, previsto en el Artículo 71 de la Constitución, sobre materias de especial trascendencia nacional, y ésta lo es. Ese referéndum podría ser convocado como resultado de un diálogo o acuerdo entre el gobierno de Maduro y la AN (opositora) o podría ser solicitado con las firmas del 10 por ciento de los electores, si estos se movilizan para lograrlo.
Estamos trabajando en función de alianzas entre organizaciones políticas y movimientos populares para conseguirlo, para que nadie decida por nosotros ni a espaldas de nosotros. Que sea el pueblo quien decida su destino, que se le pregunte si desea relegitimar todos los poderes y realizar unas elecciones generales que redefinan todo nuevamente. Pero no aceptamos las imposiciones de otros gobiernos y fuerzas imperiales, ni de cúpulas políticas que pretendan pasar por encima de la voluntad democrática de la población.
EN TÉRMINOS demográficos, de números y de objetivos, ¿cuál es la diferencia entre las grandes manifestaciones del 23 de enero y las fases anteriores de movilizaciones contra Maduro?
EL AÑO 2018 se caracterizó por la irrupción de la protesta de los trabajadores y de las comunidades populares. Surgió una resistencia de los trabajadores y sindicatos cada vez más notable, con objetivos centrados en la defensa de los salarios (destruidos por la hiperinflación y por las políticas anti laborales del gobierno), de las contrataciones colectivas (que el gobierno comenzó a desconocer y a suprimir muchos beneficios con normativas retrógradas), así como protestas contra la represión anti laboral.
También cada vez con más fuerza salieron a protestar las comunidades populares por la falta de agua, de gas doméstico, de transporte, de servicios de salud y medicinas, por los apagones de la electricidad, y todo aquello que hace ésta una situación desastrosa.
La diferencia con las protestas de 2017 es que aquellas estuvieron más conectadas con los reclamos políticos de la oposición, tanto de la derecha, como la que se pudiera considerar democrática, pero donde predominaba la clase media en su composición social. Estas comenzaron por grandes movilizaciones y terminaron en importantes focos violentos de vanguardia que fueron sofocados por el gobierno con fuerte represión.
Las actuales protestas surgieron en torno a las necesidades básicas de la gente, pero que convergieron en estallidos en los barrios y luego fueron canalizadas hacia los Cabildos y hacia la marcha del 23 de enero en la que se autoproclamó Guaidó, para sorpresa de muchos de los manifestantes.
Buena parte de las luchas de los trabajadores comenzaron a articularse en torno a lo que se constituyó como Intersectorial de Trabajadores de Venezuela (ITV), con activistas y dirigentes sindicales que venían promoviendo y unificando esas luchas, en el sentido clasista, pero que políticamente son diversos y plurales en sus vinculaciones políticas.
Algunos están relacionados con la oposición de derecha y otros son “ni-ni” o del llamado “chavismo crítico” o “disidente”, porque los sindicalistas del PSUV, que apoyan políticamente al gobierno, se han convertido en un instrumento patronal de la burocracia. La Central Bolivariana Socialista de Trabajadores es hoy casi un brazo del aparato estatal, que ayuda a imponer las políticas anti obreras, o las justifica o se dedica a calmar los ánimos y a frenar la disposición de lucha contra la destrucción de los derechos de la clase trabajadora a manos del gobierno Maduro-PSUV-Militares.
Ahora, la situación con Guaidó pone en riesgo el espacio de articulación del movimiento sindical que nació con una proclama y un programa clasista y progresivo, como es la ITV, donde hacemos esfuerzos para mantener su autonomía y no sea descuartizado por la polarización.
¿CÓMO ESTÁN influyendo los Estados Unidos y sus países aliados en el desarrollo de esta crisis política?
UN SECTOR de venezolanos pudiera ver con cierta ingenuidad y simpatía que se les “apoye” contra Maduro, porque no visualizan lo que implica todo eso para la soberanía e independencia del país, ni los riesgos terribles que entraña. Otra parte siente aflorar el sentimiento nacional y rechaza la intromisión norteamericana.
Los sectores revolucionarios y bolivarianos críticos a Maduro, que están en contra de su gobierno, mantienen su posición, pero obligatoriamente tienen que poner en primer término la lucha contra la injerencia imperialista.
En este sentido, la amenaza intervencionista favorece transitoriamente a Maduro y perjudica al desarrollo de las luchas autónomas del pueblo contra ese gobierno, traidor de la Revolución Bolivariana.
¿CÓMO DESCRIBIRÍAS la alianza entre Trump, el presidente de Brasil Jair Bolsonaro, el de Colombia Iván Duque y la oposición venezolana?
PARA TRUMP se trata de recolonizar los espacios perdidos en América Latina, y para los gobiernos lacayos de Latinoamérica, como el de Bolsonaro y el de Duque, se trata de la oportunidad de comer las migajas del botín, a costa del saqueo contra sus propios pueblos y naciones.
Aunque la burocracia de Maduro sea reaccionaria, ellos no perdonan el hecho de que se haya originado de una revolución liderada por Chávez, ni que se le haya quitado la administración directa del Estado a la burguesía tradicional, en un país con la importancia que tiene Venezuela.
Por otra parte, sus negocios y afinidades históricas son con Estados Unidos y recelan de un gobierno con tan alto intercambio e influencia con los imperialismos emergentes de China y Rusia. Entonces, Estados Unidos sale a poner sus condiciones, para que no se le alborote lo que considera su “patio trasero” y no se rompan más los equilibrios mundiales.
¿QUÉ OPINAS de la propuesta de Uruguay, México y el Vaticano de una solución negociada de la crisis?
FRENTE AL peligro que representa una guerra civil o una invasión, tiene un sentido positivo, siempre que no se propicien componendas entre las cúpulas políticas y que se respete el derecho del pueblo venezolano a darse el gobierno que desee elegir y recuperar la salud de las instituciones de nuestro país para restablecer el funcionamiento elemental en materia de alimentación, servicios, medicamentos, junto con la vida democrática y los derechos humanos.
¿QUÉ ESPERAS que pase en las próximas semanas? ¿Cuál crees que debería ser la tarea de los socialistas en Venezuela en este momento?
ES MUY difícil hacer pronósticos, porque el garrote es usado primero para forzar las negociaciones más favorables al agresor, en este caso Trump y el gobierno de los EE.UU., pero si eso no funciona puede ser usado directamente para destruir al contrincante, que no es simplemente Maduro, sino la nación entera. Pero apostamos a que las negociaciones contribuyan a evitar la guerra, a evitar mayores sufrimientos, y que ofrezcan una salida democrática y constitucional en Venezuela, a partir de la cual el pueblo vuelva a reorientar su rumbo.
Ahora bien, nada puede ser favorable al pueblo venezolano si no hay una intensa participación y movilización de los trabajadores y las comunidades populares en torno a sus propios intereses, de manera autónoma, de manera autorganizada y consciente, que tenga la vocación de conquistar su propio poder y hegemonía en función del bien común.
GRAN PARTE de la izquierda norteamericana, aunque siempre fielmente opuesta a la intervención de los Estados Unidos, adopta una posición casi acrítica hacia el gobierno de Maduro. ¿Qué te gustaría que la izquierda internacional dijera e hiciera para establecer solidaridad con el pueblo venezolano?
ES IMPRESCINDIBLE la solidaridad internacional de los pueblos de otros países, frente a lo que están haciendo Estados Unidos y sus aliados contra Venezuela; especialmente la solidaridad de las organizaciones de izquierda, las organizaciones progresistas, democráticas, de los trabajadores, de los intelectuales y de los que se oponen a las políticas de intervención. Ellos saben el costo de esas intervenciones para los pueblos agredidos y para el propio pueblo de los Estados Unidos. Les pedimos una muy fuerte oposición al intervencionismo de Trump contra los venezolanos y estamos convencidos que eso también será favorable a la lucha por la libertad y contra todas las formas de opresión que imponen los “halcones” dentro de los Estados Unidos.
De ahí la necesidad de una campaña internacional contra el intervencionismo, contra la imposición de gobiernos, por el derecho democrático del pueblo venezolano a decidir por los medios constitucionales de su país y de elecciones libres, y mediante una ayuda solidaria real que no sea tapadera ni excusa para la intervención.
Pero, esa campaña anti intervencionista, no debe significar apoyo alguno al gobierno de Maduro como tal, porque éste es opresor de su pueblo.
El apoyo anti intervencionista debe ser para que el pueblo venezolano decida soberanamente y en libertad; no para atornillar o consolidar a un gobierno que traicionó a, y se dedicó a desmantelar, la Revolución Bolivariana, en nombre de un falso “socialismo”, cuando en realidad, con Maduro se terminó de instalar una burocracia devenida en una especie de neo-lumpen-burguesía, que explota a los trabajadores, que también entrega soberanía a las transnacionales y potencias extranjeras, que destruye el ambiente, que ha desfalcado los recursos públicos de los venezolanos para enriquecer a una élite de mandones.
No por oponerse al intervencionismo de los EE.UU. hay que endosarle apoyo a gobiernos despóticos y a castas depredadoras. No hay que confundirse; el apoyo es para la soberanía democrática de un pueblo y para su dignidad de vida.