Solidaridad sin fronteras

May 6, 2013

Shaun Harkin examina la política y la economía de la migración laboral, y sostiene que el principio de la solidaridad internacional es clave para el movimiento obrero mundial.

LAS FRONTERAS son una de las mayores contradicciones en la era de la globalización capitalista.

Los avances en la tecnología y el transporte, las cadenas de producción global y el vertiginoso flujo de capital, hacen del planeta un lugar mucho más pequeño hoy. En este respecto, la economía global no tiene fronteras, pero sólo para aquellos con miles de millones de dólares, euros o yenes que invertir.

Pero al mismo tiempo, las fronteras permanecen para mantener a la gran mayoría obrera dividida. Los gobiernos hacen cada vez menos para regular el flujo del comercio y las finanzas entre las naciones, pero toman medidas cada vez más duras para restringir el flujo de gente a través de fronteras.

Sin embargo, más restricciones no detendrán la migración. El imperativo económico de quiénes buscan alimentar a sus familias les hará a cruzar fronteras, sin importar los riesgos. Las restricciones sólo lo hacen más peligroso y opresivo, obligando a los más vulnerables a depender de contrabandistas y traficantes --coyotes-- sin llegar a hablar de las explotadoras empresas donde terminan trabajando.

Immigrant rights supporters rally in Washington, D.C., for legalization and an end to deportations

La militarización de la frontera entre Estados Unidos y México es un buen ejemplo. En su libro Muros fronterizos: la seguridad y la guerra contra el terrorismo en Estados Unidos, India e Israel, Reece Jones escribe:

Los 3.169 kilómetros de la frontera entre Estados Unidos y México fueron demarcados a la mitad del siglo 19, pero hasta antes de 2006 sólo tenía unos 100 kilómetros de valla, construidos a partir de la década de 1990. El Congreso aprobó la Ley del Cerco Seguro en 2006, con apoyo bipartidista, autorizando una barda a lo largo de 1.125 kilómetros de la frontera con México. Para el año 2010, 1.080 kilómetros habían sido realizados, y consistían en una mezcla de caminos, cercas, muros, barreras vehiculares y secciones de una altamente tecnológica "frontera inteligente".

Esto no sólo es un colosal desperdicio de recursos que hubiera mejor sido usado para ayudar a quiénes desesperadamente lo necesitan; la militarización de la frontera es también asesina.

La Patrulla Fronteriza de EE.UU. documentó 477 muertes, en 2012, entre los que cruzan la frontera en el suroeste un fuerte aumento con respecto al año anterior, a pesar de que la migración total de mexicanos a Estados Unidos ha decaído. La cifra oficial de muertes en la frontera es además subestimada, porque no todas las víctimas son encontradas.

El aumento de las muertes en la frontera puede ser atribuido directamente a su creciente militarización durante las últimas dos décadas, empujando a los inmigrantes a terrenos más remotos, donde están expuestos a temperaturas extremas y otras inclemencias.

El mundo de hoy se parece mucho a lo que Karl Marx y Frederick Engels describieron hace 165 años en el Manifiesto Comunista, uno donde "las diferencias y los antagonismos nacionales entre los pueblos" se desvanecen debido "al libre comercio, al mercado mundial, a la uniformidad en el modo de producción y en las condiciones de vida correspondientes". ¿Por qué, entonces, hay aún obstáculos a la inmigración?

Lo que Marx y Engels describen es cierto sobre una cara del capitalismo, pero al mismo tiempo lo opuesto también es verdad: "las diferencias y los antagonismos nacionales entre los pueblos" son absolutamente necesarios para que las minoritarias clases dominantes puedan controlar a las grandes mayorías obreras de la población.

El capitalismo depende totalmente de la migración transfronteriza, pero también depende de las restricciones a la inmigración para mantener a los trabajadores compitiendo entre sí y empujar todos los salarios a la baja, manteniendo una sección de los trabajadores al margen de la ley para más fácilmente explotarlos, bajo la amenaza de la deportación.

Por lo tanto, la lucha contra las restricciones al derecho de los trabajadores a desplazarse libremente y en defensa de los trabajadores inmigrantes en los países donde llegan es absolutamente fundamental para la creación de un verdadero espíritu de solidaridad obrera internacional y sus redes de resistencia.


HOY, MÁS gente que nunca en la historia de la humanidad cruza las fronteras. En las últimas tres décadas, el neoliberalismo ha dado lugar a una reorganización de la división mundial del trabajo, con masivos movimientos de trabajadores tanto dentro como entre los países. En Migración: Cambiando el mundo, Guy Arnold describió cuán masivos las migraciones han sido:

El número de migrantes en todo el mundo aumentó de 36 millones en 1991 a 191 millones en 2005. La migración se ha hecho cada vez más importante para el crecimiento demográfico de los países desarrollados. En 2005, Estados Unidos atrajo el 61 por ciento de los inmigrantes en comparación al 53 por ciento de 1990. Debido a las bajas tasas de fecundidad en los países desarrollados, la migración neta representa el 75 por ciento su crecimiento demográfico.

De continuar las actuales tendencias, entre 2010 y 2030, la migración neta probablemente dará cuenta de todo aumento de la población en el mundo desarrollado. En 2005, 64 millones de inmigrantes viven en Europa; 44,5 millones en América del Norte; 4,7 millones en Australia y Nueva Zelanda; y 2 millones en Japón. Por su parte, la población migrante del mundo en desarrollo ha crecido en sólo 3 millones desde el año 1990, totalizando 75 millones en 2005: 51 millones en Asia, 17 millones en África y 7 millones en América Latina y el Caribe.

La migración, sin duda, no está limitada a Norteamérica. Por ejemplo, el programa de industrialización en China está basado en la migración interna de 230 millones de personas, en su mayoría jóvenes, de las zonas rurales a los centros económicos urbanos en rápida expansión. Los trabajadores rurales son tratados como ciudadanos de segunda clase, sin acceso a salarios o vivienda dignos, ni a la atención de salud u oportunidades de educación disponibles para los otros residentes de la ciudad.

La combinación de este tratamiento opresivo y la dura explotación económica del capitalismo estatal chino ha alimentado explosivas luchas por parte de los obreros chinos, produciendo algunas de las mayores batallas laborales en todo el mundo.

En otro ejemplo, la creación de una Europa integrada y "sin fronteras" ha ampliado enormemente la migración entre los Estados miembros. En la actualidad hay más de 25 millones de inmigrantes legales en Europa, además de un estimado de 10 millones de inmigrantes indocumentados.

Pero es un mito que una Europa sin fronteras da la bienvenida a los inmigrantes. Por ejemplo, aunque los musulmanes son el 5 por ciento de la población de Europa, son objeto de histéricas campañas por parte del establecimiento político y de violentos ataques por parte de la extrema derecha. Sancionada y promovida por todo el espectro político, la islamofobia se ha convertido en el principal vehículo de los partidos de extrema derecha para ganar apoyo y legitimidad política.

Los trabajadores inmigrantes son usados también como chivos expiatorios, como en Grecia, donde han sido violentamente atacados y responsabilizados por el caos económico provocado por las élites políticas griegas y europeas. Mientras tanto, los trabajadores que deseen entrar al "Fortín Europa" enfrentan políticas fronterizas cada vez más restrictivas.

El proyecto de la Unión Europea nunca fue guiado por la justicia social. Las clases dominantes de los varios países europeos, sobre todo de los más poderosos, necesitaban una Europa integrada para competir en un mundo globalizado. La libre circulación de trabajadores dentro de Europa no fue orientada hacia la construcción una solidaridad obrera continental, sino para socavar las condiciones de vida de la clase obrera mediante la introducción de trabajadores procedentes de países donde el desempleo era alto y los salarios bajos.

Este proceso también ha socavado la red de protección social en países como Alemania, Francia, España y Gran Bretaña, países en los que la lucha obrera había obtenido importantes logros de bienestar social.

La solidaridad continental en Europa es más posible y necesaria bajo las condiciones de integración, pero tiene que ser organizada sobre la base de la defensa de las demandas de justicia para todos los trabajadores, independientemente de su origen nacional.


EN EE.UU., la clase política y empresarial parece haber llegado al consenso de que es el momento de una "reforma migratoria".

Como era de esperar, sin embargo, el proyecto de ley en discusión en Washington, hoy, está diseñado para satisfacer los intereses empresariales, no los de los 11 millones de inmigrantes indocumentados que son forzados a trabajar y vivir en las sombras.

La propuesta de la "Banda de los Ocho", el grupo bipartidista de senadores encargados de trabajar un proyecto de ley, apoyada por la Casa Blanca de Obama, sí ofrece un camino a la "legalización" de los inmigrantes indocumentados, pero el proceso requerido y el tiempo gastado en un estado "temporal" asegura que los indocumentados seguirán siendo ciudadanos de segunda clase.

El período de una década bajo el estatus temporal crea una "frontera virtual" que divide a estos trabajadores de los demás. Los requisitos necesarios, el pago de impuestos atrasados y multas --sólo para acceder a la condición temporal-- están diseñados para castigar, no para dar la bienvenida.

Y antes de emprender una "legalización", el gobierno va a gastar miles de millones de dólares en militarizar aún más la frontera sur y aplicar varias otras medidas que no detendrán la migración futura, sino que sólo causarán más muerte y sufrimiento innecesarios.

Estudios iniciales estiman que más de 3 millones de trabajadores indocumentados no calificarán para ningún tipo de legalización. ¿Qué pasará con ellos? ¿Serán deportados? Pueden permanecer bajo su propio riesgo, pero serán fácil presa de la explotación y el abuso por empleadores dispuestos a eludir el sistema de identificación E-Verify. La frontera también seguirá a los inmigrantes en los nuevos programas de "trabajadores huéspedes".

La mitología estadounidense celebra un país que fue construido por generaciones de inmigrantes del mundo entero, pero el gobierno tiene la intención de castigar a los millones de inmigrantes que están construyéndolo ahora mismo. Sin para nada ser amigo de los inmigrantes, la reforma migratoria aprobada bajo el ex presidente Ronald Reagan en 1986 parece mucho más indulgente que cualquier cosa ofrecida por la Casa Blanca de Obama.

Los medios de comunicación felicitan a los líderes políticos y empresariales por reunir el coraje para superar los obstáculos para una "reforma migratoria", pero ellos no han mostrado ninguna urgencia por el destino de millones de personas que han sido explotados, maltratados, humillados, detenidos y deportados.

La Casa Blanca y el Congreso no merecen crédito alguno por sacar a los inmigrantes indocumentados fuera de las sombras si, de hecho, la legislación de inmigración es aprobada. Si millones de inmigrantes obtienen la autorización legal, aunque restringida, para vivir y trabajar en EE.UU. es porque se negaron a irse y se mantuvieron firmes en vista de la oposición fanática a sus demandas por justicia.

Las masivas manifestaciones que estallaron en 2006 demostraron la importancia de los trabajadores inmigrantes para a la economía de EE.UU. y para su poder. Más recientemente, los "activistas DREAM", jóvenes inmigrantes cuyas acciones ejercieron presión sobre el gobierno, fueron capaces de forzar concesiones, a regañadientes, de administración Obama.


LAS PUNITIVAS medidas de control fronterizo y el retorcido "camino a la legalización" contenidos en las propuestas migratorias de Washington está en total contradicción con la manera en que los inmigrantes son clave para la transformación política, social, demográfica y económica del mundo.

El capitalismo siempre ha necesitado que los trabajadores migren a través de las fronteras. Por ejemplo, decenas de miles de trabajadores irlandeses fueron fundamentales para la Revolución Industrial de Inglaterra. La dominación británica distorsionó el desarrollo económico de Irlanda, provocando desplazamiento y desempleo generalizado. Inmigrar hacia Inglaterra se convirtió en una necesidad para muchos. Una vez en Inglaterra, los irlandeses obtuvieron los trabajos peor pagados, habitaron los barrios más marginales y fueron caricaturizados como borrachos y perezosos.

El legado del colonialismo y el imperialismo moderno continúan impulsando la migración de muchos países, cuyas economías han sido arruinadas por naciones industrializadas más poderosas.

La economía de EE.UU. siempre ha dependido grandemente de trabajadores provenientes del otro lado de su frontera suroeste. El número de inmigrantes mexicanos, documentados e indocumentados, en EE.UU. hoy en día es alrededor de 23 millones, contribuyendo a un cambio demográfico de largo plazo. Para 2060, la población de origen latino en EE.UU. habrá aumentado a 30 por ciento.

América Latina no es la única fuente de la continua afluencia de inmigrantes. Africanos están llegando en números sin precedentes a EE.UU., desde que millones de ellos que fueron secuestrados y traídos como esclavos. En la ciudad de Nueva York, uno de cada tres residentes negros es un inmigrante.

Un estudio realizado por el Pew Research Center estima que EE.UU. necesitará hasta 50 millones de nuevos inmigrantes en los próximos 20 años para hacer frente a la expansión económica prevista, la desaceleración del crecimiento de la población nativa y su más prolongada vejez.

Una característica central en la trama del capitalismo es la desigual distribución de la pobreza y el desarrollo en el mundo. Mientras esto se mantenga, la gente migrará, y tienen todo el derecho de hacerlo. Los inmigrantes que estén decididos a entrar, lo harán, no importa el riesgo, las murallas o los drásticos castigos.

Nuestra solidaridad no conoce fronteras. Tenemos que hacer todo lo posible para apoyar el derecho de los trabajadores a venir aquí. Debemos hacer campaña contra las políticas gubernamentales y corporativas que dañan las oportunidades de empleo y causan pobreza en México y en otras partes del mundo. Podemos organizar en apoyo de la lucha obrera en otros países. Podemos hacer campañas aquí para unir a los trabajadores nativos con sus hermanos y hermanas inmigrantes en lucha.

Si la "reforma migratoria" propuesta por Washington se convierte en ley, debemos organizar la lucha para que cada trabajador "temporal" e indocumentado, ahora y en el futuro, tenga el mismo derecho y acceso a los mismos beneficios que cualquier otro trabajador "legal".

Nuestras luchas aquí en EE.UU. sólo pueden tener éxito si construimos conexiones con las luchas de los trabajadores y los oprimidos en todos los rincones del globo. En última instancia, queremos vivir en un mundo donde las fronteras sean una reliquia del pasado.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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