Una guerra contra la mujer
La facción anti-mujer del Partido Republicano está dominando el debate político--y la respuesta demócrata ha sido permitirlo.
"VIRGINIA ES para los amantes", reza el eslogan turista del estado. Pero si la derecha política del estado se sale con la suya, Virginia será para hacer de las mujeres unas incubadoras humanas.
Legisladores en Virginia y Oklahoma han hecho titulares en febrero al tratar de consagrar la persona jurídica del feto en leyes destinadas a prohibir todos los abortos. Y solos en intentar derogar el derecho al aborto, un procedimiento y una restricción a la vez. Este año, la guerra contra la mujer alcanzó el punto en que los candidatos presidenciales republicanos han llegado a proponer restringir los anticonceptivos--algo que el 99 por ciento de las mujeres utilizará durante su vida.
Por eso es tan importante que el proyecto de ley virginiano haya provocado tanta indignación en todo el país--incluyendo una protesta de cientos de mujeres y hombres en el Capitolio estatal para retrasar la votación. Esto muestra que es posible revertir los ataques sobre los derechos de la mujer--no votando por los demócratas, como los principales grupos feministas afirman, sino construyendo una lucha sin tapujos para defender el derecho de toda mujer a controlar su propio cuerpo.
En febrero, la Cámara de Delegados de Virginia aprobó dos proyectos de ley por un amplio margen--uno dando al feto los derechos legales de una persona, y otro obligando a una mujer que busque un aborto someterse primero a un invasivo procedimiento conocido como una ecografía transvaginal.
Otra propuesta, definiendo el comienzo de la vida al momento de la concepción, está avanzando en Oklahoma--una versión del Senado estatal fue aprobada a mediados de febrero con un margen de 34-8. El patrocinador de la ley dice que la legislación no prohibiría el aborto, pero eso es claramente la meta subyacente. Los proyectos de ley que dan persona jurídica a un feto no contienen excepciones. Esto significaría que una mujer embarazada como resultado de violación o incesto, podría verse obligada a llevar su embarazo a término, y la mujer cuyo embarazo pone en peligro su vida tendrá que arriesgarse al trauma físico, o incluso la muerte.
Los patrocinadores de la ley reconocen que probablemente sea declarada inconstitucional por los tribunales, pero en última instancia, el objetivo es avanzar mermando el derecho de la mujer.
Aunque chocante, estas leyes no son únicas. Además de Virginia y Oklahoma, por lo menos otros ocho estados han introducido proyectos similares desde enero. Siete estados ya ordenan un ultrasonido antes de un aborto.
Estas leyes no tienen nada que ver con "proteger la vida". Ellas son, en última instancia, acerca de revertir el derecho de la mujer a optar por un aborto, como parte de un ataque general a los derechos de toda mujer. Los fanáticos anti-opción, que afirman, como todo conservador, que buscan "un gobierno más pequeño", pero no tienen problema alguno en declarar que el gobierno, no una mujer, debe decidir lo que ocurre con su propio cuerpo.
No hay duda: estas personas odian a las mujeres y quieren volver a someterlas a los abortos de callejón. En un ejemplo reciente, el mayor apoyo financiero de Rick Santorum, el millonario Foster Friess, dijo a las mujeres preocupadas por el encarecimiento del acceso al control de la natalidad, "en broma", que: "Tú sabes, en mi tiempo se usaba la aspirina Bayer como anticonceptivo. Las chicas se la ponían entre las rodillas, y no era tan costoso".
Friess debiera ser expulsado de la vida pública por tal declaración. Pero porque su fortuna alimenta la campaña de Santorum, los medios de comunicación le otorgan un espacio en lugar de tirarlo al bote de la basura machista.
¿CÓMO, EN Estados Unidos del siglo XXI, pueden estos trogloditas fijar los términos del debate acerca de lo que la mujer puede o no puede hacer con su propio cuerpo?
La mayoría de la gente, por supuesto, no apoya prohibir el control de la natalidad o prevenir que una víctima de violación obtenga un aborto. Propuestas otorgando persona jurídica fetal han sido puestas en la boleta electoral como referendos y han fallado--la más reciente en Mississippi, donde la medida perdió por un amplio margen, a pesar electorado generalmente más conservadora del estado.
Sin duda, el Partido Republicano en su conjunto no está fanáticamente dedicado a hacer ilegal el aborto o regresar a los días en que la mujer era mantenida fuera de la fuerza laboral. Ambos plantearían serios problemas al sector patronal. Pero ninguno de ellos va a oponerse a los fanáticos anti-mujeres que están hablando por el partido.
Eso es porque la extrema derecha desempeña un papel útil para el Partido Republicano en su conjunto. Ellos son los perros de ataque--espumeando la boca y jalando la correa--que en un año electoral agitan a la base derechista del partido para ir a las urnas y "proteger" los valores conservadores.
Así, mientras el favorito, Mitt Romney, puede no ser tan anti-aborto como Rick Santorum, Romney no se opondrá a los desquiciados juicios de Santorum sobre el aborto o el control de la natalidad--por el contrario, se ha acercado más a la derecha tratando de mostrar que él es un "verdadero conservador".
Así que Santorum puede echar espuma por la boca ladrando al diabólico plan de obligar a los empleadores cubrir los anticonceptivos de sus trabajadoras, y sus retrógradas ideas ser aceptadas como parte legítima del debate. Tal es el estado del primer partido capitalista estadounidense en la "mayor democracia del mundo".
La clase dominante de EE.UU. se ha apoyado en el ascenso de la derecha cristiana desde la década de 1980 para desplegarlos como fuerza de choque contra los avances alcanzados durante la década de 1960 por varios movimientos sociales. Como el Partido del Té, la derecha religiosa puede llegar a ser una vergüenza, pero sirve el propósito de hacer parecer que hay fervor popular tras la ideología conservadora y sus políticas.
Pero la otra razón por la que los fanáticos anti-aborto consiguen una audiencia en la política nacional es la patética respuesta de la oposición oficial: el Partido Democrático.
Unos pocos demócratas han hecho un esfuerzo para exponer la locura de los últimos ataques contra el derecho de la mujer. En Virginia, la Senadora estatal Janet Howell patrocinó una enmienda a la ley de ultrasonido requiriendo un examen rectal de próstata para los hombres que busquen una receta para Viagra, y en Oklahoma, la Senadora estatal Constanza Johnson propuso un texto diciendo que "cualquier acción en la que un hombre eyacule o de otra manera deposite semen en cualquier lugar que no sea la vagina de una mujer sea interpretado y construido como una acción contra un niño no nacido".
Pero estas son excepciones y no la regla entre los demócratas.
Ellos también están jugando al electoralismo. Ellos saben que una derecha desquiciada es la mejor motivación para que sus leales seguidores trabajen como locos consiguiendo votos para noviembre--no importa que el partido haya hecho nada de lo prometido cuando Obama ganó las elecciones en el 2008.
Cuando se trata de los derechos de la mujer, el juego del "mal menor" significa que en última instancia, las mujeres perderán. La derecha ha sido muy efectiva, desde que en 1973 la decisión Roe vs Wade legalizó el aborto, en mermar el derecho a optar por un aborto. Cientos de leyes contra el aborto han sido propuestas, y muchas han sido aprobadas con Obama en la Casa Blanca.
Y Obama dijo muy poco para defender el derecho de la mujer al acceso al control de la natalidad luego del manufacturado escándalo derechista sobre la regulación federal para que los empleadores cubran en sus planes de seguros el plan anti-conceptivo de las mujeres que para ellos trabajen. En su lugar, el gobierno dejó que la derecha religiosa se adueñara del debate.
ESTE HA sido el sombrío panorama durante demasiados años, y es por ello que el caso de Virginia, donde la derecha no se salió con la suya, es tan instructivo. Fue sólo después de un aluvión de críticas públicas y activismo que el gobernador de Virginia Bob McDonnell dio reculó su apoyo a las dos medidas anti-opción, y luego el Senado del estado de Virginia retrasó la votación sobre el proyecto de ley de ultrasonido y envió la propuesta de persona jurídica fetal de vuelta a comité hasta el año 2013.
La discusión sobre las propuestas estimuló expresiones de indignación de miles de mujeres y hombres argumentando que la legislación de ultrasonido habría obligado a las mujeres a someterse al equivalente de una violación, por parte del Estado.
Aún más importante, la acción de unos 1.400 manifestantes en el edificio del Capitolio de Virginia fue instrumental en el retraso de la votación en el Senado. Cuando un comité del Senado por primera vez avanzó el proyecto de persona jurídica, defensores del derecho al aborto dentro de la cámara de la Asamblea General, gritaron: "¡Vergüenza; vergüenza!" Expulsados del edificio, los manifestantes salieron a las aceras, gritando, "¿Qué queremos? ¡La Opción! ¿Cuándo la queremos? ¡Ahora!"
De acuerdo con la Prensa Asociada, " Molly Vick de Richmond dijo que fue su primera vez en participar en una protesta, pero que el asunto era demasiado provocativo e importante. En su camisa lavanda, ella llevaba una pegatina que decía "No a la violación mandatada por el Estado". Justo debajo del cinturón de sus pantalones de mezclilla había una cinta amarilla que decía 'propiedad privada: Mantente fuera.'"
Por supuesto, nuestros derechos no están seguros sólo porque algunos legisladores retrocedieron ligeramente. En Virginia, un "compromiso" a la ley de ultrasonido, aprobado por el Senado así como este artículo iba a la imprenta, todavía exige a las mujeres someterse a una ecografía, aunque menos molesta. Esto sigue siendo una restricción inaceptable al derecho de la mujer a optar por un aborto.
En este año electoral, se nos repetirá una y otra vez que debemos votar por Barack Obama y los demócratas para mantener el aborto legal contra de la amenaza de un Presidente Romney o Santorum.
Pero debemos mirar a los manifestantes en Virginia por un real ejemplo de cómo defender nuestros derechos. Y además debemos recordar esto: no fue un demócrata en la Casa Blanca el que dio a la mujer el derecho al aborto, sino que fue un movimiento de mujeres luchando por sus derechos durante las décadas de 1960 y 1970 el que hizo toda la diferencia.
Ese es el tipo de movimiento que ninguno de los dos partidos quiere ver hoy--y el tipo de movimiento que necesitamos construir.
Traducido por Orlando Sepúlveda