La industria de las burbujas

March 24, 2014

Nuestros niños y maestros no merecen que sus escuelas sean convertidas en fábricas de bases de datos por quienes abogan por una "reforma escolar" empresarial.

CON LA primavera vienen las pruebas estandarizadas en las escuelas de todo el país. Este año, sin embargo, también están floreciendo las protestas y los boicots, así como maestros, estudiantes y padres, en varias ciudades, han comenzado a rebelarse contra el aguacero de exámenes.

A pesar de los esfuerzos de quienes defienden la "reforma escolar" empresarial, hay un creciente reconocimiento de los nocivos efectos que las pruebas estandarizadas tienen en los estudiantes, y de la amenaza que la imposición de la industria de las burbujas representa para los maestros y la educación pública, en general.

La resistencia contra el test Medidas de Progreso Académico (MAP, por sus siglas en inglés) fue un foco de atención nacional el año pasado cuando los maestros de la Escuela Preparatoria Garfield, en Seattle, votaron a favor de boicotearlo. La campaña se extendió a cinco escuelas secundarias y obligó al distrito escolar a retirar su amenaza de suspender a los maestros que no administraran el test.

They turned our schools into testing factories

La campaña Scrap MAP (Descarta MAP) subrayó el impacto que la evaluación tiene sobre los estudiantes, quienes terminan malgastando valiosos recursos y tiempo en las pruebas, sus maestros, cuya eficacia es cada vez más juzgada en base al resultado de sus alumnos en el test. Gente de todo el país, especialmente maestros, empezaron a prestar atención.

Hasta ese momento, pocas personas habían oído hablar de los Estándares Estatales Básicos Comunes (Estándares Comunes o CCSS, por sus siglas en inglés) y su relación a las pruebas estandarizadas, a pesar de que 45 estados los han adoptado para ajustarse al programa Race to the Top (Carrera a la Cima) de la administración Obama.

Una encuesta Pew encontró que sólo una minoría, incluso entre padres con hijos en las escuelas públicas, sabía de los Estándares Comunes. Así mismo, esa misma encuesta además encontró que los padres han comenzado a oponerse al uso de las pruebas estandarizadas para evaluar a los maestros. En sólo un año, este porcentaje creció del 47 al 58 por ciento.

Hoy, el número de personas que ha comenzado a resistir el efecto de las pruebas estandarizadas en los niños y sus escuelas va en aumento, y lo mismo con la confianza de los maestros, padres y estudiantes para desafiar la destrucción que las pruebas están infringiendo en la educación pública.

Aunque por razones erróneas --por ejemplo, su inquietud por las "garras del Estado"--la derecha fue uno de los primeros detractores de CCSS, pero ahora la izquierda está tomando la lucha. El otoño pasado, en el estado de Nueva York, padres y docentes enfrentaron al Comisionado de Educación del Estado, John King, acerca del estrés infligido a los estudiantes por los exámenes basados en los Estándares Comunes.

Y en Chicago, los maestros de la escuela primaria Saucedo votaron a favor de boicotear la Evaluación de Logros de Estándares de Illinois (ISAT, por sus siglas en inglés). Su acción se extendió a otra escuela, y docentes, alumnos y padres de otras escuelas en Chicago están optando por eximirse de lo que la presidenta del Sindicato de Maestros de Chicago, Karen Lewis, llamó un "test injusto e innecesario."


CADA LUCHA anti-test acumula más evidencia de que estas evaluaciones sólo preparan a nuestros hijos para el fracaso --junto con sus maestros, sindicatos docentes y escuelas públicas.

Lanzados en 2010, los Estándares Comunes fueron justificados como un ecualizador de la educación que disminuiría las disimilitudes en pruebas y evaluaciones de estado a estado; esto porque la ley Ningún Infante Dejado Atrás (NCLB, por sus siglas en inglés) de la administración Bush permite a cada estado escribir sus propias pruebas.

Con el argumento de que NCLB estaba fallando en cerrar la "brecha de logros entre estudiantes blancos y de las minorías", los más exigentes Estándares Comunes levantarían a todos por igual, sobre todo en las escuelas de escasos recursos en los barrios negros y latinos.

Pero en lugar de nivelar el terreno, los estándares han ampliado la brecha escolar aún más. Como los educadores Carol Burris y Alan Aja, de Nueva York, escribieron:

En la superficie, parecía un momento revelador en una era llamada post-racial, de ceguera racial, donde el racismo y la discriminación institucionalizada son cada vez menos predictores de las oportunidades de vida. Por fin parecía que los políticos estaban reconociendo los efectos sobre las comunidades marginadas de la previa política federal de educación, recomendando en su lugar "elevar el nivel" a través de un rico plan de estudios y prácticas de enseñanza equitativas que los estados podrían adoptar voluntariamente.

Cinco años y 47 estados más tarde, las reformas de Race to the Top están haciendo cualquier cosa menos eso en las comunidades marginadas.

Las consecuencias se hicieron sentir la primavera pasada, cuando el estado de Nueva York cambió sus exámenes estatales para cumplir con CCSS. Sólo el 31 por ciento de los estudiantes de tercero a octavo grado recibieron calificaciones que los señalan como competentes en lectura y matemáticas --una disminución de casi la mitad desde la primavera anterior. Entre los estudiantes más vulnerables, los resultados fueron aún más terribles. Sólo el 3 por ciento de los estudiantes aun aprendiendo inglés, 5 por ciento de los estudiantes con discapacidades y menos del 20 por ciento de los estudiantes afroamericanos e hispanos pasó la prueba.

Los Estándares Comunes no sólo garantizan el fracaso de más niños, sino además que más negocios saquen provecho económico de la educación pública. Como la autora y activista educacional Diane Ravitch señaló en su discurso ante la Asociación de Lenguas Modernas en enero:

Integral a los Estándares Comunes fue la expectación de que [los estudiantes] pondrían ser evaluados en computadores en línea utilizando exámenes estandarizados. Como el jefe de personal del Secretario [de Educación Arne] Duncan escribió en su momento, CCSS pretende crear un mercado nacional para los editores de libros, empresas de tecnología, diseñadores de exámenes y otros proveedores comerciales.

Las pruebas y los planes de estudio no han sido diseñados por educadores, sino por representantes de la industria de la educación con fines de lucro. Toda la iniciativa fue financiada por la Fundación de Bill y Melinda Gates, que gastó $200 millones en centros de investigación para refinar CCSS.


EL TORBELLINO de pruebas estandarizadas --al igual que los otros aspectos de la "reforma escolar" corporativa, tal como los vales escolares y las escuelas chárter--gira en torno a la idea de que las escuelas públicas han fallado, y que el sector privado tiene que intervenir para salvarlas. El problema, de acuerdo con los autoproclamados "reformistas", no es la falta de fondos en las escuelas públicas de las comunidades pobres y de clase obrera, sino los maestros y, por supuesto, sus sindicatos, poniendo sus interese antes del de los niños.

Esta torcida imagen de la educación pública fue reforzada por la administración Obama, apoyando sin tapujos la "reforma" desde antes de su inicio. El Secretario de Educación Arne Duncan --quien alcanzó notoriedad con su labor reformadora en las Escuelas Públicas de Chicago, donde su más preciado logro fue reemplazar escuelas públicas con escuelas chárter--ha impulsado un plan de educación nacional basado en pruebas estandarizadas y remuneración "por mérito" para los maestros.

En su campaña electoral de 2008, Obama respaldó las mismas "reformas" pro-privatización. "Debemos dar a los maestros todas las herramientas necesarias para tener éxito", dijo Obama ese año, "pero también tenemos que dar a cada niño la seguridad de que van a tener el maestro que necesita para tener éxito. Eso significa establecer un firme estándar --los maestros que están haciendo un mal trabajo recibirán apoyo adicional, pero si aún no mejoran, serán reemplazados".

Mientras tanto, la industria de los exámenes y las escuelas chárter están transformando los "audaces" cambios de la administración en grandes sumas de dinero y marchan sonrientes en su camino al banco.

Nuestros niños, sus maestros y sus escuelas merecen que las escuelas públicas sigan siendo públicas, y no una gallina que ponga huevos de oro para alimentar la sartén privada. Las decisiones relacionadas a cómo educar a una nueva generación deberían ser dejadas a los expertos, poniendo énfasis en el tiempo invertido en el salón, no a corporaciones inmiscuidas en las escuelas con el propósito de hacer dinero.


NUESTROS ESTUDIANTES merecen un mejor día escolar que uno dedicado a llenar burbujas y a producir una base de datos. Ni estudiantes ni maestros debieran vivir temerosos por su futuro a causa de un test.

Hay una alternativa al torrente de pruebas estandarizadas, y al correspondiente "tener enseñar para el test". Si escuchamos a los maestros, estudiantes y padres que han resistido, podemos vislumbrar esa alternativa. En una carta a Obama publicada en el Washington Post, Bertis Downs, un padre de Athens, Georgia, invitó al presidente a visitar Clarke Central, la escuela de su hija, donde:

los estudiantes leen las obras de Platón y aprenden a discernir y a formular argumentos filosóficos sobre conceptos abstractos como la piedad; leen Hemingway y aprenden a preguntar cosas tales como si el código moral de un protagonista puede ser atribuido al autor. Aquí no se puede escoger "A, B, C o D", y si se pudiera, toda la experiencia sería trivializada.

Downs concluye:

Tal vez después de ver a Clarke Central en acción, podría Ud. instar al Secretario de Educación Arne Duncan a reevaluar la "reforma escolar" basada en las pruebas estandarizadas, que sólo hacen más difícil para las escuelas educar a sus estudiantes con éxito. Tal vez su administración pueda volver a comprometerse con la misión fundamental de la educación en Estados Unidos: garantizar el acceso a una educación de calidad para todos nuestros niños, sin importar sus circunstancias.

Todos los niños merecen escuelas con los recursos necesarios para proporcionar este tipo de espacio para el aprendizaje, la experimentación y la imaginación. Esto significa dedicar recursos para asignar menos alumnos por aulas, más maestros y todo el equipo y recursos necesarios. Esto significa tomar el dinero de la industria privada de la educación y dárselo a las escuelas públicas. Tal como concluyó Diane Ravitch su presentación:

No podemos tener una democracia decorosa si no comenzamos asumiendo que toda vida humana tiene el mismo valor. Nuestra sociedad ya tiene demasiada desigualdad de riqueza e ingresos. No podemos estigmatizar a los que ya reciben menos de las ventajas de la sociedad. Debemos redoblar nuestros esfuerzos para cambiar nuestra sociedad para que todos y cada uno de nosotros tenga la oportunidad de aprender, los recursos necesarios para aprender, y la oportunidad de una vida decente y digna, no importa que calificaciones obtiene en un test estandarizado.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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