Suprema supresión de derechos

April 28, 2014

Quienes se oponen a la acción afirmativa tuvieron éxito en poner la realidad patas arriba.

CON SU decisión de mantener la eliminación de la acción afirmativa en la admisión a las universidades estatales de Michigan, la Corte Suprema de Estados Unidos nos ha puesto en camino al pasado --de vuelta al tiempo previo en que el movimiento por los derechos civiles convenció al país de que vale la pena luchar por la igualdad racial.

En el fallo del 22 de abril sobre el caso Schuette vs. La Coalición para Defender la Acción Afirmativa, seis de los ocho jueces supremos reafirmaron la Propuesta 2, o "Iniciativa de Derechos Civiles de Michigan", aprobada en un referéndum de 2006, que modificó la Constitución estatal para eliminar el "trato preferencial" en la educación pública, los contratos estatales y el empleo público, basados en raza, origen étnico, sexo y origen nacional.

Quienes se oponen a la acción afirmativa pusieron en marcha el referéndum en respuesta al fallo desfavorable que en 2003 dictó la Corte Suprema en el caso Grutter vs. Bollinger, en el que los magistrados determinaron que, en el interés de la diversidad, la Escuela de Leyes de la Universidad de Michigan podía considerar la raza de un candidato durante el proceso de admisión. Sin ningún reto serio, en parte porque ése fue un año de elecciones no presidenciales, el referéndum pasó fácilmente.

U.S. Supreme Court justices (clockwise from top left): Samuel Alito, Ruth Bader Ginsberg, Stephen Breyer, Sonia Sotomayor, Clarence Thomas, Antonin Scalia, John Roberts, John Paul Stevens and Anthony Kennedy

La constitucionalidad de la Propuesta 2 rebotó por años en cortes menores, pero en 2011 y otra vez en 2012, el 6 º Tribunal del Circuito de Apelaciones, un escalón abajo de la Corte Suprema, revocó el resultado del referéndum, argumentando que violaba la igualdad de protección bajo la ley.

Luego, la Corte Suprema de Justicia, con una mayoría reaccionaria fanática, se involucró en la cuestión. Sólo dos jueces, Ruth Bader Ginsberg y Sonia Sotomayor, disintieron.

La redacción judicial del fallo racionalizó en contra de la acción afirmativa con el argumento de que los tribunales no pueden hacer caso omiso a la "fuerza democrática" de los votantes de Michigan. "Este caso no es acerca de cómo resolver el debate acerca de las preferencias raciales. Se trata de quién puede resolverlo", escribió el juez Anthony Kennedy.

Pura charlatanería. El referéndum fue aprobado porque fue engañosamente redactado y denominado --y tuvo la ventaja de ir en contra de una política ya muy difamada. Además, los jueces conservadores ya han demostrado que no permiten a la opinión popular interponerse en su camino cuando ésta va en contra de sus preferencias ideológicas.

En realidad, la decisión en contra de la acción afirmativa es una parte importante del plan derechista de desmantelar los programas sociales heredados de la década de 1960 y 70, cuando la lucha política del movimiento por los derechos civiles estaba en su apogeo. La "la voluntad de los votantes" es una mera excusa.

Con el fin de eliminar la acción afirmativa, los jueces tuvieron que ignorar su eficacia en contrarrestar, o al menos paliar, la discriminación racial en la educación y el empleo.

La acción afirmativa no ha dejado de ser útil. Por el contrario, necesitamos aún más acción afirmativa, y no menos, para combatir el aún dominante racismo en la sociedad estadounidense, medio siglo después de que el movimiento por los derechos civiles lo había puesto, momentáneamente, en retirada.


LAS ESTADÍSTICAS demuestran por qué la acción afirmativa es necesaria.

En 2006, el año en que los votantes aprobaron la Proposición 2, los estudiantes negros formaban cerca del 7 por ciento de los estudiantes de pregrado en la Universidad de Michigan, en Ann Arbor. Ese número se ha reducido a 4,6 por ciento. En 2006, la Escuela de Derecho inscribió 25 estudiantes negros; en 2008, sólo 14.

En un estado donde los negros son un 14 por ciento de la población, 7 por ciento es manifiestamente una insuficiente representación, pero ahora, sin acción afirmativa para abrir el sistema universitario a los afroamericanos, el número de 2006 parece una utopía racial en comparación al presente.

"Este país se está convirtiendo en un país de mayoría minoría", George Washington, un abogado de derechos civiles que primero interpuso una acción judicial en contra de la Propuesta 2 en nombre de la Coalición para Defender la Acción Afirmativa Por Cualquier Medio Necesario, dijo a Mlive. "Al mismo tiempo... tienes escuelas de élite cada vez más blancas. Si cortamos la acción afirmativa, esa tendencia va a aumentar".

Hoy en día, siete estados (Michigan, Arizona, California, Florida, Nebraska, Oklahoma y Washington) tienen algún tipo de restricción a la acción afirmativa. La más reciente decisión de la Corte Suprema sólo alentará a otros a hacer lo mismo.

Las iniciativas contra la acción afirmativa, como la Propuesta 2, usan el lenguaje de acabar con el "trato preferencial", pero realmente intentan perpetuar dicho trato, para aquellos que históricamente, y en el presente, lo han estado gozando.


EN EL corazón de la campaña contra la acción afirmativa ha estado una jauría de reaccionarios profesionales que han hecho su carrera tratando de revertir los derechos civiles.

Uno de los principales partidarios de la Propuesta 2 fue Ward Connerly, quien además fue parte de la campaña para destripar la acción afirmativa en California en 1996, con la Proposición 209. Él mismo un afro-americano que dirige el engañosamente llamado Instituto Americano de Derechos Civiles, Connerly dice que es hora de que empecemos a vivir en una sociedad que verdaderamente no vea razas, y que los programas de acción afirmativa entorpecen la verdadera igualdad racial.

He aquí un ejemplo de la torcida lógica de Connerly cuando desafía a lo que él llama "preferencias":

La gente no debiera tener que recurrir a iniciativas electorales para responder a la pregunta de que si el gobierno nos debe clasificar y tratar de manera diferente en función al color de nuestra piel u origen étnico... El siguiente paso es hacer entender a la gente que ésta es la ley de la tierra, y deben aceptarlo.

En otras palabras: reconocer que el racismo contra los afroamericanos y otras gentes de color existe...¡es en sí mismo racista!

Las retrógradas ideas de Connerly son compartidas por algunas de las personas más poderosas del país, incluidos los jueces de la Corte Suprema. En otro caso relativo a las políticas de admisión a la enseñanza superior, el juez Clarence Thomas comparó la acción afirmativa --increíble, pero cierto-- a la segregación y la esclavitud:

Las profesas buenas intenciones de la universidad no pueden excusar su descarada discriminación racial, lo mismo que tales intenciones justificaron los ahora descartados argumentos de los amos esclavistas y los segregacionistas.

La misma lógica revertida fue utilizada en el caso de Michigan. "Estamos diciendo que es un error fundamental tratar a las personas de manera diferente en función de su raza o el color de su piel", dijo el Procurador General de Michigan Bill Schuette en defensa de la Propuesta 2.

Los ataques a la acción afirmativa van mano a mano con otros esfuerzos para revocar o poner freno a las leyes y políticas puestas en marcha para tratar de hacer frente a la desigualdad racial sistémica en las instituciones estadounidenses.

Por ejemplo, la Ley de Derecho al Voto de 1965 --uno de los principales logros del movimiento de los derechos civiles--estuvo bajo el tajo legal el año pasado, cuando la Corte Suprema anuló disposiciones destinadas a proteger los derechos de los votantes negros, por supuestamente ser anticuadas. Esto en un país donde, hace poco más de una década, George W. Bush robó su camino a la Casa Blanca gracias a la privación del derecho al voto de los afroamericanos en Florida.

Los opositores a la acción afirmativa dicen que quieren vivir en una sociedad "post-racial". Pero lo que realmente quieren es una sociedad pre derecho de civiles, antes de que las enconadas luchas por la igualdad lograrán un mayor grado de democracia y la libertad.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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