Lo mínimo por el mínimo
Obama y los demócratas quieren contentarnos con su retórica hueca.
EL FRACASO de la propuesta demócrata para aumentar el salario mínimo federal a $10.10 por hora rodó como el guion de una vieja película que ya hemos visto hasta el cansado, cientos de veces.
Mucho antes de que el proyecto de ley fuera derrotado 54 a 42 en una votación del Senado, los actores habían ejecutado su rol: los republicanos despotricaron contra la modesta propuesta para mejorar las vidas de los trabajadores, los multimillonarios chillaron que un aumento salarial para los trabajadores más pobres "costaría empleos", y los demócratas se golpearon el pecho llorando la cínica lealtad de los republicanos para con las corporaciones.
"¿Qué le impide a mis colegas republicanos dar a los trabajadores estadounidenses un salario digno?" el líder de la mayoría senatorial, Harry Reid, exigió saber antes del voto. "Una pregunta pertinente, sabiendo que el 75 por ciento de la población apoya el aumento del salario mínimo. Pero no hay más que señalar a los multimillonarios benefactores de los republicanos...los hermanos Koch".
Duras palabras. Y no nos equivoquemos al respecto, los grandes intereses corporativos como los conservadores hermanos Koch sí financiaron la oposición a un aumento del salario mínimo federal.
Pero ni toda la grandilocuencia en el mundo puede ocultar el hecho de que los demócratas apenas movieron un dedo para luchar por su propuesta. ¿Por qué? Porque en Washington hay una ventaja política en formular una propuesta popular, a sabiendas de que será bloqueada por los oponentes. Como Politico informó, "Una fallida votación de procedimiento podrá pagar dividendos políticos a los demócratas, creando un contraste con los republicanos, pero para nada aproxima a los trabajadores mal pagados a una mejora salarial".
Esta "derrota" fue predecible desde el principio. Y a pesar de eso, los demócratas pretenden tomar el crédito por una buena lid. Pero la campaña de los trabajadores de salarios bajos en todo el país exigiendo $15 por hora nos demuestra que no debemos conformarnos con su retórica hueca y ni sus promesas en vano.
ANTES DE continuar, hagamos una pausa para una lección sobre como luce la "mayor democracia del mundo".
¿Esa votación de 54 a 42 en el Senado que derrotó al aumento del salario mínimo? 54 senadores votaron a favor de la legislación. Pero debido a los procedimientos antidemocráticos del Senado estadounidense, es necesario una súper-mayoría de 60 votos para llevar importantes proyectos de ley a una votación oficial.
Por lo tanto, el senador demócrata Mark Pryor sabía que no importaba lo que hiciera. Pryor--que representa a Arkansas, hogar del gigante minorista de bajos salarios Wal-Mart, uno de los 10 principales donantes de la campaña del senador--ni siquiera se molestó en presentarse a la votación.
La propuesta demócrata era débil de partida. Habría aumentado gradualmente el salario mínimo federal, actualmente en $7,25 por hora, a $10,10 en 2016.
Obviamente, esto sería un significativo aumento del nivel actual. Pero si el salario mínimo hubiera seguido el ritmo de la inflación desde 1968, estaría a más de $10,10 por hora ahora. Y si se hubiera mantenido a la par con el gran aumento de la productividad laboral en EE.UU. sería de $16.54 por hora, según Dean Baker, del Centro para la Investigación de Política Económica.
Ralph Nader hizo una demanda radical por $10 hora como salario mínimo durante su campaña presidencial de izquierda independiente... ¡hace 14 años!
Hoy, $10.10 por hora podrá sonar bien en comparación con el mínimo actual, pero está lejos de ser lo necesario para sacar a los trabajadores con salario mínimo de la pobreza. A pesar de todo el alarmismo de irse a la quiebra, las corporaciones pueden pagar un salario mínimo mucho más alto. Según el Instituto de Estudios Políticos, lo que los empleados de Wall Street recibieron en bonos el año pasado, un inédito $26,7 mil millones, podría costear más de dos salarios de los más de 1 millón de trabajadores a tiempo completo que sobreviven con el mínimo federal.
Pero todo eso no viene al caso. Los demócratas entraron a esta "lucha" por el salario mínimo sabiendo que la perderían, al paso ganando algo de capital político, al pretender tomar una posición. Como escribió Wesley Lowery para el Washington Post:
El mes pasado, los demócratas hicieron esencialmente la misma cosa que con el proyecto de ley Cheque Justo, cuyo objetivo era reducir las disparidades salariales entre hombres y mujeres. Hubo una conferencia de prensa tras otra en el Capitolio, discursos apasionados en el piso del Senado, y legisladoras demócratas incluso comenzaron a pasearse con collares hechos de barras de caramelo Payday.
Y fue todo para nada. El proyecto no podía pasar. Y no lo hizo.
Como concluye Lowery, el "eco de política" hecho por los congresistas demócratas y republicanos es realmente un posicionamiento de ambos partidos para las elecciones legislativas en noviembre.
Esto no es nada nuevo. Bill Clinton utilizó la promesa de elevar el salario mínimo para ser elegido en 1992, pero una vez en el cargo hizo caso omiso de la cuestión durante los dos años en que los demócratas controlaban ambas cámaras del Congreso. Luego, después de que los republicanos asumieron el control después de la elección de 1994, Clinton y los demócratas re-descubrieron el tema del salario mínimo y defendieron un leve aumento, justo a tiempo para traer a los sindicatos a bordo para las elecciones de 1996 y 1998.
Cuando Obama comenzó a hacer campaña para la presidencia en 2007, prometió el aumento del salario mínimo sería una prioridad de su administración. Pero, los congresistas demócratas finalmente tomaron el asunto seis años después. Han perdido por ahora, pero podemos estar seguro que un aumento de salario mínimo será propuesto otra vez, más cerca de las elecciones, cuando un voto podría "crear un contraste" con los republicanos.
EL CONTRASTE real está entre la actuación demócrata y las consecuencias del salario de pobreza para los trabajadores más desposeídos. Si el salario mínimo es parte de la discusión nacional del todo, aun si sólo para que los demócratas maniobren, es por el activismo de los trabajadores de bajos salarios.
La campaña Lucha por 15, compuesta de trabajadores en las cadenas de restaurantes de comida rápida y en las grandes tiendas minoristas y activistas solidarios, ha puesto la necesidad de un salario digno en el centro de atención, permitiendo a los propios trabajadores contar sus historias de lucha diaria contra la pobreza, mientras trabajan para algunas de los empresas más ricas del mundo.
En Seattle, las protestas de Lucha por 15 y las huelgas de los trabajadores de bajos salarios alimentó la campaña de la militante de Alternativa Socialista, Kshama Sawant, por un escaño en el Concejo Municipal. Ante esta presión, los dos candidatos a la alcaldía de Seattle, ambos del establecimiento demócrata, tuvieron que declarar su apoyo a un salario mínimo de $15 la hora.
Ahora, el candidato triunfante, Ed Murray, afirma que tiene una propuesta que hará la demanda de Lucha por 15 una realidad.
La propuesta--elaborada por su Comité Asesor en Desigualdad de Ingresos, compuesta por líderes empresariales locales y representantes sindicales--crearía una estructura de dos niveles, en las que el salario mínimo en empresas con más de 500 trabajadores podría llegar a $15 por hora en 2017, mientras que el resto podría demorar hasta el año 2021; incluso más en algunas condiciones. La propuesta hace concesiones adicionales a los empleadores que tienen un seguro de salud para sus empleados.
La campaña Quince Ahora, apoyada por Sawant, rechaza la diluida propuesta Murray y está presionando por una iniciativa electoral con una fase transitoria más corta y con menos condiciones. Su propuesta debe ahora reunir suficientes firmas para entrar en la boleta electoral de noviembre, y enfrentará la dura batalla propagandística de la élite empresarial de Seattle y del establecimiento demócrata.
Aun así, el hecho de que el alcalde demócrata de Seattle y miembros del Concejo Municipal están debatiendo cómo llegar a $15 por hora es el resultado de la lucha y organización desde abajo de los trabajadores y de la campaña para elegir a Sawant.
Barack Obama y los líderes nacionales del Partido Demócrata creen que pueden canalizar las aspiraciones a un salario digno a las elecciones de noviembre, junto con propuestas legislativas sin esperanzas de ser aprobadas todos modos. Los demócratas tratarán transitar la jornada haciendo lo menos posible--a menos que, de otra manera, se sientan obligados a hacer más.
Es por eso que la Lucha por 15 sigue perteneciendo en las calles y en los lugares de trabajo--hasta ganar un salario justo para todos los trabajadores.
Traducido por Orlando Sepúlveda