La frontera es anti-obrera

July 29, 2014

Los descarados ataques a los niños inmigrantes son el último ejemplo del racismo de la derecha, pero los demócratas son también culpables por el clima anti-inmigrante.

MILES DE niños y adolescentes, arriesgan sus vidas para escapar de la pobreza y la violencia en América Central, cruzan ríos peligrosos o se aferran a vagones ferroviarios, sólo para terminar hacinados en un centro detención en EE.UU., durmiendo en el suelo o atiborrados en contenedores de plástico.

Naturalmente, la escena despertó el horror y la indignación en respuesta a la atención que los medios han dado al número récor de niños solos detenidos después de cruzar la frontera sur de Estados Unidos.

Pero entre los republicanos y los demócratas en Washington, la situación produjo algo más: un cínico anotar de puntos políticos, a expensas de los niños inmigrantes y sin ningún esfuerzo real para aliviar su miseria, ni mucho menos para crear políticas migratorias humanas.

De acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU., más de 47.000 niños que viajan sin la compañía de un adulto han sido detenidos después de cruzar la frontera entre EE.UU. y México desde que comenzó el año. Esto es casi el doble que en todo el año pasado, y cinco veces más que en 2009.

A section of the border wall in Nogales, Ariz., with crosses to memorialize people who died attempting to cross
Una sección del muro fronterizo en Nogales, Arizona, con cruces que recuerdan a aquellos que han muerto tratando de cruzar

La mayoría de los niños provienen de Honduras, Guatemala y El Salvador. Se vieron obligados a hacer el peligroso, y a veces fatal, viaje debido a la violencia y la pobreza desesperadas en sus países de origen, o para reunirse con sus padres y/o madres ya en Estados Unidos. Como Maritza, de 15 años de edad, de El Salvador, quien explicó a los autores del informe "Niños escapando" del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados:

Estoy aquí porque fui amenazada por una pandilla. A uno de ellos yo "le gusto". Otro miembro de la pandilla le dijo a mi tío que debía sacarme de allí porque el chico que yo le gusto me iba a hacer daño. En El Salvador, se llevan las chicas jóvenes, las violan y las echan en bolsas de plástico. Mi tío me dijo que no era seguro para mí estar allí, y que yo debería irme a EE.UU.


HAY UN sinnúmero de desgarradoras historias de terror y abuso como la de Maritza entre los niños detenidos y enjaulados.

Pero eso no ha impedido que a la derecha la intensificación en su retórica racista. No parece haber ningún límite a lo bajo que ellos pueden llegar para calumniar a quizá las víctimas más vulnerables de la sociedad con acusaciones que van de propagar enfermedades a ser violadores.

Un recordatorio aquí: Ellos hablan de niños.

La vil práctica chivo-expiatoria de los republicanos tuvo el efecto predecible --en varias ciudades, los racistas se envalentonaron para organizar protestas como la que descendió sobre los buses trasladando niños indocumentados en Murrieta, California.

Esta semana, el gobernador de Tejas, Rick Perry, anunció que estaba enviando 1.000 miembros más de la Guardia Nacional del estado a la frontera con México, afirmando que "No puede haber seguridad nacional sin seguridad en la frontera, y los tejanos han pagado un precio demasiado alto por el fracaso del el gobierno federal para asegurar nuestra frontera".

Mientras tanto, Barack Obama lideró a los demócratas en denunciar el despliegue de la Guardia Nacional de Perry como un acto de simbolismo vacío. Su retórica está diseñada para hacer que te olvides de récor real de la administración Obama en inmigración: El hombre que hizo campaña a la presidencia con la promesa de poner fin a la guerra contra los inmigrantes ha deportado a más personas que su predecesor republicano.

Varios congresistas demócratas también hablaron en contra de la propuesta legislativa de los republicanos para acelerar las deportaciones de inmigrantes de América Central --la mal llamada Acta HUMANE, por sus siglas en inglés, (Helping Unaccompanied Minors and Alleviating National Emergency; en español: Ayudando a los Menores No Acompañados y Aliviando una Emergencia Nacional), que revierte medidas, firmadas en ley por nada menos que George W . Bush, para ayudar a las víctimas del tráfico de personas.

Pero mientras los demócratas expresan su oposición retórica al racismo derechista, sus propias políticas de inmigración tienen mucho similitudes que diferencias con las del Partido Republicano.


LOS DOS partidos del establecimiento resaltan la vigilancia fronteriza: de cada vez mayores cantidades de tropas y armas a lo largo de la frontera (reveladoramente en la frontera con México, no Canadá), a un alto muro. Como resultado, el debate dominante sobre la política de inmigración gira en torno a las diferentes propuestas para el mantenimiento de una "frontera fuerte", sin cuestionar la política de militarización de la frontera, en primer lugar.

En cuanto a la propuesta de Barack Obama, de los $3,7 mil millones en fondos suplementarios solicitados por la Casa Blanca para hacer frente a la crisis actual, un tercio se dedica al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), incluyendo la expansión del programa de Fuerza de Tarea de Seguridad y Vigilancia de la Frontera y duplicando el tamaño de las unidades en El Salvador, Guatemala y Honduras.

Por su parte, Hillary Clinton, la temprana favorita a la nominación demócrata a la presidencia en el año 2016, no podía esperar para demostrar su dureza en la "seguridad fronteriza", diciendo a una audiencia reunida para una discusión de la CNN, en respuesta a las preguntas sobre los niños detenidos: "Ellos deben ser enviados de vuelta tan pronto como se pueda determinar a los adultos responsables en sus familias".

Clinton dijo a Christiane Amanpour, "Tenemos que enviar un claro mensaje [que] sólo porque su hijo llegan a través de la frontera no significa que su hijo llegue a quedarse. Nosotros no queremos enviar un mensaje contrario a nuestras leyes o fomentar que más vengan".

Este mensaje de mano dura contra el inmigrantes fue inquietantemente similar al que dio el presidente electo Bill Clinton en 1993 a los refugiados haitianos que llegaban a EE.UU. en embarcaciones desvencijadas y peligrosas para escapar de la persecución en su país:

La práctica de retornar a aquellos que huyen de Haití en barco continuará, por el momento, después de convertirme en presidente. Los que salen de Haití en bote hacia EE.UU. serán interceptados y devueltos a Haití por la Guardia Costera. Salir en bote no es el camino a la libertad.

Así él revirtió su promesa de campaña de abrir la frontera a los refugiados haitianos (Hillary Clinton, por su parte, ni siquiera se molesta con las promesas).


AUNQUE LOS demócratas puedan decir que se oponen a la postura intransigente de los republicanos contra los inmigrantes indocumentados, de hecho se benefician de que la discusión haya girado tanto hacia la derecha. Hay, por supuesto, diferencias en las políticas de los dos partidos --la mayoría de los demócratas, por ejemplo, proponen un camino fuertemente restringido a la ciudadanía para una minoría de los indocumentados.

Pero ambos partidos se hayan muy lejos de lo que podría considerarse una política de inmigración humanitaria.

Al final, a menos que enfrenten una masiva presión desde las afueras de Washington, los demócratas podrán concluir que se pueden salir con la suya ofreciendo muy poco a los inmigrantes y sus partidarios, y justificar sus concesiones afirmando que no pueden hacer mejor por la intransigencia de los republicanos.

Pero no importa qué partido las proponga, la "fronteras fuertes" significan sólo una cosa: más miseria para todos los trabajadores.

Significa miseria, sufrimiento, e incluso la muerte para un número incalculable de inmigrantes que se ven obligados a viajar ilegalmente por peligrosas rutas fronterizas. Significa más miseria para los inmigrantes indocumentados que pueden llegar a EE.UU., porque los empleadores pueden obligarlos a trabajar por salarios más bajos, en condiciones peligrosas, sin la protección de las leyes laborales, y bajo la amenaza constante de ser deportados si se atreven a organizarse. Y significa el sufrimiento de todos los trabajadores que pueden ser presionados a conformarse con menos, por la presión de tener que competir con un inmigrante indocumentado que, le dicen, les "robará" su trabajo.

Los demócratas y los republicanos dicen que las "fronteras fuertes" es una política sensata. Pero la única política que tiene sentido para los trabajadores, independientemente de dónde nazcan, es la que desmilitariza y abre las fronteras y ofrece una amnistía a todos los inmigrantes.

La única manera de hacer frente con eficacia a la táctica chivo-expiatoria de la derecha hacia los inmigrantes indocumentados es solidarizarnos con los inmigrantes de todo el mundo. Ningún ser humano es ilegal --y no vamos a tolerar que nadie sea tratado como si lo fueran.

Traducido por Orlando Sepúlveda

Further Reading

From the archives