El imperio de la hipocresía

August 18, 2014

Quienes sí creemos en la necesidad de la paz y la justicia debemos desafiar las mentiras de la máquina de guerra.

"CUANDO MUCHOS miles de civiles inocentes enfrentan el peligro de ser exterminados, y tenemos la capacidad de hacer algo al respecto, nos pondremos en acción".

Esas fueron las palabras de Barack Obama pronunció el 7 de agosto para justificar los ataques aéreos en Irak. La declaración es característica de la torcida retórica usada para defender una intervención militar: la autocomplaciente fábula acerca del noble compromiso que Washington tiene con los derechos humanos, la liberación de los oprimidos, y de la búsqueda de la libertad y la democracia.

Esta vez, sin embargo, Obama las expresó después de que por un mes entero el mundo ha visto con horror como las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés) --suministradas por Estados Unidos--han puesto "muchos miles de civiles inocentes" en Gaza en "peligro de ser exterminados".

Día tras día, la IDF --el "ejército más moral del mundo", como lo llamó un coronel retirado británico, y reportó sin vituperios USA Today-- atacó uno de los lugares más densamente poblados de la Tierra. Las bombas de "precisión" israelí nivelaron barrios enteros, asesinaron a civiles huyendo, y destruyó la infraestructura energética y de tratamiento de aguas de Gaza. Los refugios de la ONU apenas podían ayudar a los cientos de miles de palestinos que huyeron de sus hogares porque sus barrios estaban por ser bombardeados. Pero luego, los refugios mismos fueron bombardeados.

Barack Obama speaking in front of U.S. troops

Sin duda, los habitantes de Gaza encajan en esta fase de la guerra colonial sobre Palestina, la desesperada descripción de un pueblo por el cual si "tenemos la capacidad de hacer algo al respecto, nos pondremos en acción". ¿Qué "acción" Obama y su administración tomaron?

En medio del embate de crímenes de guerra cometidos por Israel, Obama otorgo al Estado sionista un permiso especial para acceder a una reserva estadounidense de morteros, granadas y otras municiones almacenadas en territorio israelí, como reportó Newsweek.

Por su parte, los reportes mediáticos sobre los ataques aéreos estadounidenses en Irak acentúan la afirmación del gobierno de estar protegiendo a miles de personas de la minoría religiosa yazidi --varados en el monte Sinjar y sitiados por combatientes del Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés), una insurgencia fundamentalista sunita. Pero en realidad, la mayor parte de los ataques aéreos han sido llevados a cabo a más de 100 kilómetros de distancia, donde los combatientes de ISIS están amenazando Erbil, la capital de la región kurda iraquí, y parte crucial de los planes estadounidense para mantener cierta influencia sobre el futuro de Irak.

Washington ha demostrado durante mucho tiempo que su principal preocupación es su propio interés. "Los Estados Unidos de América no tiene derecho alguno a usar el lenguaje de "ayuda humanitaria" en Irak, después de lo que le hizo a ese país", escribió el experto en el Medio Oriente Juan Cole. "Es más bien como si Washington enviara Cenas Listas para Consumir [suministradas por el ejército estadounidense a sus soldados en el campo de batalla] para la buena gente de Hiroshima y Nagasaki".

La principal diferencia entre palestinos e yazidis es que los primeros están siendo bombardeados por un aliado y los segundos están siendo amenazados por un enemigo de los Estados Unidos. En ambos casos, al imperialismo yanqui no le importan los pueblos sufriendo la pesadilla de la guerra --ya sea que los ignore como "daños colaterales" o los considere "civiles inocentes".

El verdadero objetivo de la administración Obama es mantener el dominio estadounidense del Medio Oriente y el control sobre el petróleo que yace bajo su suelo, descrito por el Departamento de Estado como "una estupenda fuente de poder estratégico y uno de los más grandes premios materiales de la historia del mundo".


CON LA administración Obama ahora considerando abiertamente el uso de tropas terrestres en Iraq, habrá una carrera para asignar la culpa por el desastroso cuarto de siglo de intervención militar estadounidense en Irak.

Obama culpa a la administración Bush por proseguir una guerra "estúpida", en primer lugar. Los republicanos, como el senador John McCain, culpan a Obama por retirar las tropas antes de tiempo. Luego está Hillary Clinton, la ex Secretaria de Estado de Obama y principal candidato para la nominación presidencial por el Partido Demócrata, quien busca inflar sus credenciales parloteando a los halcones de Bush para mejorar sus chances de vestir la toga imperial.

Y todos están de acuerdo en culpar a Nuri al-Maliki, el ahora depuesto primer ministro iraquí, instalado en el poder por EE.UU. durante su ocupación de Irak. Habiendo perdido la venia imperial, Maliki fue desplazado por otro lacayo de Washington, Haider al-Abadi, un líder político del establecimiento chiita, para presidir un gobierno de "unidad nacional".

En declaraciones a CBS Evening News el 12 de agosto, el ex director adjunto de la CIA, y ahora analista de seguridad nacional, Michael Morell declaró:

El primer ministro Maliki fue la mayor fuente del problema. Él fue más responsable que cualquier otro por el ascenso de ISIS. Al privar sus derechos a los sunitas en Irak, les llevó a apoyar ISIS...[U]n nuevo gobierno que pueda unir a kurdos, sunitas y los chiitas creará una oportunidad real para que el gobierno luche contra ISIS con toda su fuerza.

Algunos pocos hechos que se interponen en el camino de este plan.

En primer lugar, Maliki fue sacado de una relativa oscuridad en 2006 y lanzado al poder como una creatura de la ocupación estadounidense. Un artículo escrito por Dexter Filkins para el New Yorker describe cómo el embajador de Estados Unidos en Irak, Zalmay Khalilzad sorprendió y convenció a Maliki con la propuesta de convertirlo en primer ministro y cómo Washington movió los hilos para conseguir instarlo en el poder.

La administración Bush seleccionó a Maliki, un chiita con una orientación secular, para presidir las políticas puestas en marcha por la ocupación. Una de esas políticas en marcha desde los primeros meses de la ocupación fue "desbaathificación": la criminalización y exclusión del Partido Baath que gobernó Irak bajo Saddam Hussein.

La mayor parte de los 2 millones de miembros del Partido Baath era sunitas, y la gran mayoría se habían unido no por convicción políticas, sino porque era la única manera de avanzar socialmente en el Irak de Saddam Hussein. Así, la primera "privación de derechos a los sunitas" se llevó a cabo bajo la ocupación. Maliki fue el heredero de estas políticas.

En cuanto a "unir a kurdos, sunitas y chiitas", la triple guerra entre estos grupos también fue puesta en marcha por EE.UU., con el objetivo explícito de "dividir y conquistar" contra la amenaza de una resistencia unida a la ocupación.

La guerra civil desatada por las políticas de Estados Unidos tuvo un efecto devastador, como describe Juan Cole:

Bagdad fue sometido a la limpieza étnica de sus [habitantes] árabes sunitas, con su proporción cayendo, probablemente, de 45 por ciento a 15 por ciento o menos de la ciudad. La ofensiva del "Estado Islámico" en la capital, en concierto con otros árabes sunitas, es un intento de recuperar lo que les fue arrebatado por la administración Bush. Estados Unidos fue la causa de la guerra civil en 2006-2007 en la que hasta 3.000 personas fueron muertas cada mes.

Una vez que se convirtió en primer ministro, Maliki jugó su parte en atizar la guerra civil, asegurándose de que las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes fueran altamente sectarias, construidas a partir de las milicias chiitas.

Pero él estaba simplemente siguiendo una política puesta en marcha por la ocupación estadounidense. La ofensiva liderada por ISIS en todo Irak septentrional y occidental es la obscura consecuencia de estas políticas, con la población sunita, como dice Cole, tratando de "recuperar lo que les fue arrebatado por la administración Bush" y su títere Maliki.


AÑOS ANTES de la invasión de Irak, tras el trágico tiroteo en 1999 por dos adolescentes en la escuela secundaria Columbine en Colorado, Bill Clinton ofreció estas hipócritas palabras:

Los padres deben aprovechar este momento para preguntarse qué más pueden hacer para proteger a nuestros niños de las violentas imágenes y experiencias que deforman la percepción de los jóvenes y oscurecen las consecuencias de la violencia, para mostrar a nuestros hijos, por el poder de nuestro propio ejemplo, cómo resolver conflictos pacíficamente.

En el mismo momento, Clinton ordenaba los ataques aéreos de la OTAN contra las fuerzas serbias, en lo que entonces era Yugoslavia. Clinton mostró la misma falta de conciencia acerca de las evidentes contradicciones de su retórica que Barack Obama hoy.

Hay una razón por la que los líderes políticos son tan insensibles a su hipocresía --la doble moral tejida en la tela misma del imperialismo. La violencia es legítima cuando nuestros líderes la ordenan, pero es terrorismo cuando es resistencia. Es "inmoral" matar en tiempos de paz, pero un deber sagrado en tiempos de guerra. Es inaceptable que una protesta utilice cualquier otra táctica que la no violencia, incluso si son maltratados por la policía, pero cualquier agente de policía puede disparar a matar si se siente "amenazado".

"La clase dominante", escribió el revolucionario ruso Leon Trotsky en su libro Su moral y la nuestra, "fuerza sus metas sobre la sociedad y la habitúa a considerar todas los medios que contradicen sus metas como inmoral. Esa es la función principal de la moral oficial".

Israel es un aliado de Estados Unidos, por lo que su violencia, no importa qué tan salvaje, será considerada "legítima defensa", mientras que la violencia de la resistencia de Gaza es "terrorismo". Pero lo que falta aquí es el contexto en que la violencia tiene lugar: Israel mantiene una ocupación del suelo palestino; los palestinos están bajo una ocupación.

Israel ha utilizado horrible violencia por generaciones. Primero por medio de milicias terroristas y más tarde con el armamento proporcionado por los contribuyentes estadounidenses, empujando a cientos de miles de palestinos a huir de sus hogares y su país, Palestina. Algunos terminaron en campos de refugiados, otros en Gaza y Cisjordania; y aún otros terminaron como extranjeros en su propia tierra; ciudadanos de segunda clase dentro del Estado apartheid israelí.

Cuando el Senado de Estados Unidos votó 100 a 0 apoyar a Israel en medio del bombardeo de Gaza, condenó "los ataques con cohetes, sin provocación, contra Israel" y pidió a Hamas "el cese inmediato de todos los cohetes y otros ataques contra Israel". Pero el Senado no pronunció una palabra sobre el uso israelí de las armas más sofisticadas del mundo en contra de Gaza, o los esfuerzos deliberados de Israel por imponer la desnutrición en 1,8 millones de personas, o sobre el sitio que ha mantenido sobre los bienes de consumo, los materiales de construcción, e incluso el papel para las escuelas de Gaza.

Si el objetivo de Estados Unidos tuviera algo que ver con "humanitarismo", el Pentágono podría imponer una zona de exclusión aérea sobre Israel y un puente aéreo para la ayuda desesperadamente necesitada por la batida población de Gaza, como suministros médicos básicos para los hospitales, o equipos de remoción de tierra para recuperar los restos de los familiares perdidos y para comenzar el largo trabajo remover ruinas y reconstruir.

Pero Estados Unidos apoya a Israel; e Israel paga ese apoyo sirviendo de guardia pretoriana de los intereses estadounidenses en la región. Por lo que la guerra contra Palestina continúa, con EE.UU. e Israel afirmando que están sólo preocupados por la seguridad.

No lo están. La principal superpotencia del mundo y su devoto aliado en el Medio Oriente están haciendo el mundo más fatal y peligroso, todo el tiempo. Cualquiera que en verdad se preocupe por la paz y la justicia debe desafiar la hipocresía y la mentira, y estar en contra de una máquina de guerra que continúa acumulando víctimas, desde Gaza hasta Irak, y más allá.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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