Un nuevo día para Grecia

February 2, 2015

Alan Maass escribe sobre el triunfo de la izquierda griega--y los desafíos por venir.

LA VICTORIA de la Coalición de la Izquierda Radical de Grecia, o Syriza, en las elecciones parlamentarias es un anticipado paso contra la austeridad patronal que ha causado sufrimiento a través de Europa, y ha sumido a Grecia en una crisis económica y social no vista desde la Gran Depresión de la década de 1930.

Syriza obtuvo el 36,3 por ciento de los votos, muy por delante del partido de gobierno, el centro-derechista Nueva Democracia, que obtuvo el segundo lugar con el 27,8 por ciento.

Pero incluso con los 50 escaños adicionales adjudicados al partido vencedor, como lo determina la ley electoral griega, Syriza no alcanzó la mayoría absoluta en el parlamento. La izquierda liderará el próximo gobierno bajo el primer ministro Alexis Tsipras, pero aún hay días de incertidumbre antes de que pueda comenzar a honrar su promesa de desmantelar la austeridad.

El resultado electoral fue un decisivo rechazo al programa de recortes de gastos, privatización, subida de impuestos, y más, demandado a Grecia por la así llamada troika --la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional--en retorno por un rescate del sistema financiero griego después de que una crisis de la deuda golpeó en 2009. Desde entonces, la economía griega se ha reducido en un 25 por ciento, un colapso económico casi desconocido por sociedades no atenazadas por la guerra u otra catástrofe.

Supporters of SYRIZA rally in Athens ahead of national elections

Syriza, que surgió de los márgenes de la política electoral hace menos de tres años con su promesa de repudiar la austeridad, fue envilecida sin tapujos por políticos y medios patronales durante su campaña. Aun así, aumentó su porción electoral en casi un 40 por ciento, y casi ganó la mayoría del parlamento, una hazaña poco común en la política europea de hoy.

Mientras tanto, los dos principales partidos que gobernaron Grecia desde la caída de las dictaduras militares en la década de 1970, y que negociaron e implementaron los llamados memorandos de austeridad exigidos por la troika, se encuentran en caos.

El primer ministro saliente, Antonis Samaras, de Nueva Democracia no perdió oportunidad alguna para atizar alarmismo desde que las nuevas elecciones fueron convocadas a finales de diciembre, pero aun así, su partido perdió terreno. En cuanto al centro-izquierdista PASOK, partido que ha gobernado Grecia por la mayor parte del último medio siglo, llegó en un triste séptimo lugar, apenas cruzando el umbral del 3 por ciento para obtener representantes en el parlamento.

En otra muestra del logro electoral de la izquierda, el Partido Comunista de Grecia (KKE) fue el único, aparte de Syriza, entre los siete primeros que aumentó sus votos desde la última elección nacional, a pesar del hecho de que el KKE se negó a cooperar con Syriza y su radical desafío.

Pero la elección también mostró el aterrador avance de Amanecer Dorado, un partido nazi, al tercer lugar. A pesar del arresto de líderes del partido, junto con colaboradores en la policía y los servicios de inteligencia, y de la reacción anti-racista que siguió al asesinato de Pavlos Fyssas, un popular artista hip-hop, por un matón de Amanecer Dorado, los fascistas mantuvieron su votación, junto con 17 escaños en el parlamento.


EL METEÓRICO ascenso de Syriza se inició en la primavera de 2012 con su segundo puesto en dos elecciones parlamentarias, unos pocos puntos porcentuales detrás de Nueva Democracia.

En los dos años y medio que le siguieron, la presión de la austeridad impuesta por los banqueros de Europa continuó y aumentó. Aun hoy, con un ligero repunte económico tras años de declive, el desempleo oficial permanece por sobre el 25 por ciento. Entre los jóvenes, básicamente los que tienen empleo son la mitad de los que no --una de las principales razones de la contracción demográfica en Grecia, con muchos buscando un mejor futuro en el extranjero.

El ingreso promedio de los hogares ha caído aún más rápido que la producción nacional --alrededor de un tercio menor que cuando la crisis estalló-- y casi un tercio de la población ha perdido el acceso al cuidado de la salud. En un país reconocido como parte de la Europa industrializada, muchas familias han recurrido a calentar sus hogares con estufas a leña.

El sentimiento básico que conduce el regocijo con la victoria de Syriza es simplemente la esperanza de que un gobierno de izquierda pondrá al país en una nueva dirección.

"Estos últimos cinco años han sido tan duros, tan deprimentes", dijo Irni Moka, 38, a un reportero de The Guardian, mientras celebraba fuera de la sede de Syriza en Atenas, el domingo por la noche. "De veras, tan brutal. Ahora tenemos esperanzas".

"Lo primero que hará es muy básico," Moka continuó. "El salario mínimo, las pensiones más bajas--cosas que importan. Las cosas grandes pueden venir más tarde, y deben ser para el bien de todos".

La crisis es tan profunda que incluso improbables votantes fueron atraídos por el mensaje anti-austeridad de Syriza. María, 78, una auto-identificada "conservadora de toda vida", dijo a The Guardian que ella votó por Syriza porque no le "quedaba confianza alguna para nadie, ni para ningún partido que nos ha gobernado hasta ahora... Las cosas están en un muy mal camino. Pero al menos Syriza parecen preocuparse".

Junto con estas muestras de apoyo para Syriza vinieron señales críticas de un posible resurgimiento de las luchas de masas que sacudieron Grecia en reacción a la austeridad.

Desde 2009, Grecia se ha visto más de 30 huelgas generales y otras luchas laborales seccionales y locales, el "movimiento de las plazas" que ocupó los espacios públicos en todo el país, y la campaña de desobediencia civil negándose a pagar el aumento de las tarifas. Pero el ritmo de la lucha se redujo notablemente en los últimos años cuando el gobierno de Nueva Democracia logró perpetrar más ataques.

Muchas personas han puesto sus esperanzas en Syriza para parar la austeridad, pero la victoria de la izquierda radical podría a su vez reavivar muchas luchas en curso, como la de los trabajadores despedidos en ERT, la estación de radio y televisión estatal cerrada por el gobierno de Samaras, en la primavera de 2013.

El socialista británico Kevin Ovenden, escribiendo desde Atenas, reportó que la policía antidisturbios fue desplegada a la sede de la ERT en la noche electoral para evitar la toma de las principales instalaciones de la estación. Pero se encontraron con una protesta pro-trabajadores que incluía a Zoe Konstantopoulou, líder de Syriza y posible Ministra de Justicia en el próximo gobierno, que expresó su "solidaridad con los trabajadores despedidos. Ellos deben ser reintegrados".


TALES CONFRONTACIONES subrayan el hecho de que el nuevo gobierno está en un curso de colisión con los gobernantes de Grecia, y de toda Europa.

Las para nada veladas amenazas de los líderes de la UE, en particular en Alemania, el gobierno más poderoso del continente, continuaron el día de las elecciones. "Esperamos que el nuevo gobierno no ponga en cuestión las expectaciones y lo que ya se ha logrado", advirtió Jens Weidmann, presidente del Bundesbank alemán. Mientras tanto, el valor del euro se redujo aún más durante el día, una señal elocuente del caos financiero que podría ser dirigido contra un gobierno de Syriza por los banqueros y la élite financiera.

Los líderes de Syriza, como Alexis Tsipras, han tratado de presentar un partido "responsable" y se comprometió a negociar con la UE sobre la crítica cuestión de la enorme deuda externa de Grecia, ahora calculada en 168 por ciento del producto interno bruto anual. Pero advierten que las negociaciones deben culminar con una gran parte de la deuda cancelada.

El ala izquierda de Syriza, organizada en torno a la Plataforma de Izquierda, sostiene que los preparativos deben comenzar ahora para responder cuando la troika diga "no", y trate de chantajear e intimidar al nuevo gobierno a aceptar el marco básico de los memorandos. Fundamental para esas preparaciones es la movilización de la clase obrera y las luchas sociales.

Incluso el programa inicial que Tsipras ha presentado para hacer frente a la crisis humanitaria en Grecia seguramente será recibido con hostilidad. Syriza promete proporcionar electricidad gratuita a los hogares más pobres, restaurar el salario mínimo pre-memorando, reestablecer la atención universal de la salud, y rescindir el desmantelamiento de los contratos colectivos y de la representación sindical, entre otras muchas medidas.

Estas posibilidades impondrán su presencia durante los primeros días después de la elección. A pesar de su claro mandato electoral, Syriza necesita dos escaños más para una mayoría absoluta en el Parlamento. Ahora tiene los próximos días para mostrar cómo formar un gobierno que pueda ganar un voto de confianza en el nuevo parlamento.

Syriza debiera ser capaz de confiar en el KKE, con sus 15 representantes parlamentarios, para apoyar un gobierno de izquierda. Pero el estalinista KKE ha rechazado cualquier tipo de cooperación con Syriza, que, según absurdamente afirma se ha comprometido a defender el "dominio de los monopolios, como PASOK, e incluso Nueva Democracia".

En la noche electoral, hubo muchos rumores y especulaciones acerca de qué acuerdo los líderes Syriza podrían lograr con otros partidos para ganar suficiente apoyo para formar un gobierno. Si cualquiera resulta ser verdad será aclarado en los próximos días.

Mientras tanto, cualquiera sea la confusión de los primeros días y cualquier conflicto se concretice después de eso, la elección del 25 de enero es ya un punto de inflexión en la política europea. Luego de años de crisis económica y de austeridad, Syriza ganó una victoria incontestable en el país que ha sufrido la peor parte de los ataques, y ha dado un ejemplo para los pueblos de toda Europa--el más obvio, España, donde el recién formado partido radical Podemos podría obtener un importante logro en las elecciones a finales de este año.

Por ahora, Syriza necesita el apoyo de los trabajadores y los movimientos sociales de toda Europa y del mundo para sobrevivir el enfrentamiento con los banqueros y la patronal que quieren reestablecer su orden y autoridad.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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