¿Podría pasar en EE.UU.?

September 2, 2011

El salvajismo de la ofensiva de la clase dominante está preparando el escenario para las luchas futuras.

UN AÑO de cambios revolucionarios y masivas luchas sociales en todo el mundo--así será recordado en los libros de historia el año 2011.

Desde su comienzo, este año vio una ola de rebeliones barrer el norte africano y el Medio Oriente, sacudiendo dictaduras hasta su médula, y derrocando los déspotas--aliados de EE.UU.--en Túnez y Egipto, cuyas largas tiranías parecían, sólo meses antes, interminables.

Más tarde, el espíritu de la Primavera Árabe floreció en España cuando los "indignados"--jóvenes hartos de un futuro de desempleo y pobreza--se tomaron las plazas públicas. Luego, el "movimiento de las plazas" se extendió Grecia, donde se unió al movimiento obrero para paralizar el país durante varios días, luchando contra las medidas de austeridad más recientes.

En Inglaterra, una ola de motines estalló en agosto luego del asesinato de un hombre Negro por la policía en Londres, extendiéndose a varias ciudades del país, y expresando la amargura juvenil sobre la disminución de sus niveles de vida, el racismo y el acoso policial.

Masses of people gathered in Tahrir Square during the revolution

Ahora, la Primavera Árabe se ha convertido en el Invierno Chileno, cuando un masivo movimiento estudiantil, con marchas y tomas de establecimientos educacionales, se ha desarrollado en un país que ha sido un laboratorio para la privatización de la educación.

A dos años de una severa recesión mundial, y luego de una famélica recuperación económica, la ira y el resentimiento han dado paso a la resistencia y la lucha en un país tras otro.

Pero, ¿y aquí en EE.UU.? En la superficie, la situación parece muy diferente a la masiva movilización de millones en las calles en ciudades alrededor del mundo.

Por supuesto, cualquiera que piense que los trabajadores estadounidenses nunca protestarán sólo necesita recordar que hace unos meses atrás el movimiento obrero se electrificó con la lucha contra la ley anti-sindical del gobernador Scott Walker en Wisconsin, que incluyó la ocupación del Capitolio del estado. Y apenas el mes pasado, 40 mil trabajadores de Verizon se declararon en huelga, el mayor conflicto laboral en años, ganándose un amplio apoyo en su lucha contra la avaricia patronal.

Sin embargo, Walker pudo de llevar adelante su ley antisindical, y la lucha en Wisconsin fue desmovilizada. Los líderes sindicales cancelaron la huelga de los trabajadores de Verizon, sin un nuevo contrato, luego de que la empresa volvió a la mesa de negociaciones. La oportunidad para una lucha amplia y nacional fue dejada pasar en ambos casos.

Nos lleva a preguntar, ¿hay algo diferente en EE.UU. que previene que cualquier resistencia llegué a la escala que ha llegado en otros países?

La respuesta es no, precisamente por aquello que es lo mismo en EE.UU. y en otros países: el salvaje asalto a los niveles de vida de la clase trabajadora, mientras los banqueros y patrones acumulan cada vez mayor riqueza y poder.

Esta ofensiva de la clase dominante está preparando el escenario para las luchas futuras. Qué forma esa luchas tomen dependerá de cómo los trabajadores, estudiantes y todo aquel que luche por la justicia social se organicen hoy, antes de que las protestas masivas estén sobre nosotros.


EL ACUERDO sobre el techo de la deuda negociado entre los republicanos y Obama es emblemático del asalto en curso contra la clase obrera. Con recortes sin precedentes al gasto social ya siendo ejecutados, el acuerdo arruinará lo poco que queda de la red de bienestar social en EE.UU.

Los republicanos usaron a los maníacos del Partido del Té para pretender que tenían el apoyo del público para sus propuestas. Irónicamente, los demócratas también los usaron para justificar sus concesiones a la derecha como una cuestión de responder a "lo que quiere la gente". Para casi todos los políticos no hay duda de que los presupuestos deben ser reducidos y sindicatos del sector público deben ser destruidos; ellos sólo difieren en cuánto y cómo.

Esto ha tenido un efecto en los millones de personas que apoyaron con entusiasmo a Obama y los demócratas hace tres años. La creciente amargura con ellos entre la base del partido es palpable. Hay también una sensación de angustia y desorientación--la pregunta es cómo el descontento con Obama se expresa en la práctica.

Por ello, se ha vuelto más difícil para los políticos afirmar que el sentimiento popular está detrás de su obsesión por el déficit. Todas las encuestas de opinión muestran que una mayoría de la gente quiere acción del gobierno para crear puestos de trabajo, y favorece impuestos a los ricos para pagar por ello.

Esta desconexión entre el consenso bipartidista en Washington y lo que la mayoría piensa se vuelve más y más aguda--lo mismo que la ira por las torcidas prioridades del gobierno y de la élite empresarial. Como uno de los trabajadores en huelga en Verizon dijo en un piquete, "No queremos renunciar a lo que hemos luchado en los últimos años. Tenemos que organizarnos para hacer nuestra vida mejor. A las corporaciones les importamos un carajo".

El ataque de Washington contra el gasto social va de la mano con hacer de los trabajadores del sector público y sus sindicatos unos chivos expiatorios. Pero al igual que en otros lugares, el hecho de que la minoritaria élite de la sociedad no ha tenido que hacer sacrificio alguno no se le escapa a la gente. "Muchos de estos recortes están afectando a la misma gente otra y otra vez", dijo Lydia Missaelides, director ejecutivo de la Asociación para Servicios Diarios para Adultos de California a Newsweek. "No estamos compartiendo el dolor, sino que estamos acumulando el dolor."

La ira reflejada en esos comentarios encuentra expresión en protestas. Aunque a menudo son pequeñas y locales y no atraen la atención de los medios de comunicación.

Pero eso no las hace menos importantes. Por ejemplo a mediados de agosto en Nueva York, activistas en Brooklyn organizaron la defensa de la casa de una anciana de 82 años de edad que estaba siendo amenazada con ser desalojada. Doscientos vecinos se presentaron, y el desalojo no ocurrió.

Esta fue sólo la última en una serie de pequeñas luchas de dueños de casa y sus simpatizantes en Nueva York, Chicago, Rochester y en otras partes, enfrentando a bancos y alguaciles. En un número de ocasiones, estas luchas han sido victoriosas, pero puede que ni siquiera hayas escuchado de ellas, a menos que seas un lector habitual de un sitio web como SocialistWorker.org.


POR DÉCADAS, fue un argumento común que los trabajadores estadounidenses estaban "demasiado bien" como para volver a luchar. Pero eso nunca fue cierto. La clase obrera americana tiene una larga historia de luchas militantes, y a menudo amargas.

Incluso en períodos considerados relativamente tranquilos, como la supuestamente idílica década de 1950, los trabajadores estadounidenses se fueron a la huelga por mejores salarios y condiciones, y por el derecho a organizarse. Los años 60's y 70´s son recordados como una época de luchas sociales, pero sin conexión a una clase obrera supuestamente hostil. Pero eso es mentira; en la década de 1960 los movimientos sociales plantearon cuestiones de clase e incluso inspiraron la rebelión de sindicalistas de base en el movimiento obrero.

Hay otra lección histórica que vale la pena recordar hoy--una que las rebeliones en países tan disímiles como Egipto y Gran Bretaña traen a la mente: Los alzamientos más poderosos vienen a menudo cuando y donde menos se los espera.

Después de la victoria de EE.UU. en la Guerra del Golfo de 1991, el primer presidente Bush montaba un altísimo índice de popularidad y proclamó un "nuevo orden mundial". Un año más tarde, cuando cuatro policías californianos que apalearon casi hasta la muerte al automovilista Negro Rodney King fueron absueltos, la Rebelión de Los Angeles estalló--un levantamiento multirracial que expuso la verdad acerca del nuevo orden mundial.

Como los recientes motines en el Reino Unido, la Rebelión de Los Angeles fue una revuelta contra la brutalidad policial, la pobreza y el racismo, no por sólo un incidente, sino por la ira acumulada en un sinnúmero de humillaciones e injusticias diarias.

En una situación de crisis económica como la actual, tanto la izquierda como la derecha tienen el potencial de crecer, así como la gente obrera trata de encontrar su voz y los principales partidos políticos fallan. Así, en Wisconsin, un republicano simpatizante del Partido del Té se convirtió en gobernador en noviembre de 2010, pero unos meses más tarde, el mismo provocó la mayor protesta laboral en las últimas décadas cuando atacó el derecho de sindicalización.

Como es el caso con todas las luchas, hay altas y bajas. La ocupación del Capitolio y las enormes protestas a sus afueras unió a trabajadores, estudiantes y personas de todo tipo contra los republicanos. Ellos no olvidarán pronto lo que esa lucha les hizo sentir.

Pero cuando Walker y los republicanos arrollaron con su legislación, los dirigentes sindicales y los líderes del Partido Demócrata se opusieron a intensificar la lucha. En cambio, ellos canalizaron la energía de las masas hacia un esfuerzo por revocar a los senadores republicanos--una campaña que no pudo cambiar el balance de fuerzas en la legislatura estatal.

Así, una batalla terminó, pero no la guerra--y los activistas en Wisconsin necesitan prepararse para la siguiente fase de la lucha. La organización y los debates políticos que se produjeron en lucha de ayer darán forma a la lucha por venir.

Para poner otro ejemplo reciente, la lucha en torno a los derechos de la mujer ha sido electrificada por las marchas SlutWalk contra el asalto sexual y práctica de avergonzar y culpar a la víctima. Una nueva generación de mujeres y hombres son parte de la lucha, protestando, discutiendo cuestiones políticas y organizando para el futuro. Tenemos mucho camino por recorrer para revertir la marea contra los derechos de la mujer--pero un nuevo movimiento está tomando los primeros necesarios pasos.

Lo que los individuos hagan ahora para construir redes de activistas y organizaciones políticas--en nuestras escuelas, lugares de trabajo y comunidades--no puede ser más importante. Al librar las pequeñas batallas de hoy, ellos están sentando las bases de los grandes enfrentamientos de mañana.

Traducido por Orlando Sepúlveda

Further Reading

From the archives