Horrores garantizados
La única manera de detener la matanza de hermanos afganos es poniendo fin a la ocupación.
DIECISÉIS CIVILES afganos desarmados masacrados son la escalofriante realidad de la saña imperialista sobre Afganistán, cometida por un soldado americano a la sombra de la noche.
Esta última afrenta revela la barbarie que la maquinaria de guerra estadounidense es capaz de infligir; venga de un bien armado soldado desquiciado por la guerra, o de los mucho más crueles métodos "clínicos", ataques tripulados a remoto, por ejemplo, diseñados por el Pentágono.
Barack Obama, inmediatamente ofreció su remordimiento por la atrocidad, afirmando que "Estados Unidos toma esto tan seriamente como si nuestros propios ciudadanos y de nuestros propios hijos fueran los asesinados... No es lo que somos como país, y no representa nuestras fuerzas armadas".
Pero si hay algo que el pueblo afgano ha aprendido en una década de invasión estadounidense es que muerte y caos es precisamente lo que la ocupación militar extranjera de Afganistán genera.
La promesa de que la ocupación norteamericana liberaría a los afganos de la tiranía política, liberaría a las mujeres y reconstruiría el país probó ser vacua hace mucho tiempo, recordándonos la protección de los intereses imperiales de EE.UU. en la región ha significado sólo desastre para el pueblo obrero afgano.
Las dieciséis vidas y las demás víctimas dejadas al sur de Afganistán fueron causadas por el imperialismo estadounidense--y la única manera de poner fin a esta violencia es poniendo fin a la ocupación extranjera de Afganistán.
LA NOCHE del 11 de marzo, un anónimo sargento norteamericano de 38 años de edad, de la 3ª Brigada Stryker abandonó el campamento Belambay, en Panjwai, a unos 20 kilómetros al oeste de la ciudad de Kandahar.
El soldado caminó una milla al sur de la aldea de Balandi, donde entró en una casa. Luego, los vecinos escucharon gritos, disparos y una explosión producidos por como el soldado persiguió, disparó y apuñaló a mujeres y niños, poniendo en llamas algunos de sus cadáveres. El soldado viró al norte a otra aldea, y atacó a dos casas más. Después de volver a la base, al parecer, él mismo se entregó.
Los medios del establecimiento preguntaron sorprendidos cómo tal horrible crimen pudo haber sido cometido por un soldado de EE.UU.; además sugirieron que el sargento debe haber sufrido un colapso mental. Aunque los detalles son escasos, el soldado, se cree, es un veterano con 11 años de guerra, con tres turnos en Irak y el actual, en Kandahar. Un reporte señala una lesión cerebral traumática sufrida en su última gira en Irak.
"No había Talibán aquí. Ningún tiroteo estaba pasando," dijo una mujer a MSNBC, tratando de explicar como el soldado extranjero llegó y mató a su inocente familia. "¿Disfrutó de matar civiles?".
Sea lo que haya sido que motivó al sargento, los medios se equivocan en interpretar el crimen como un hecho aislado. Crímenes de guerra y masacres, similares y peores, han sido la norma durante las ocupaciones de Afganistán e Irak desde el 2001.
En el 2009, un 12 soldados Stryker de la 5ª Brigada fueron involucrados en la "muerte deportiva" de tres civiles afganos, o en su encubrimiento. Sólo cuatro fueron declarados culpables de delito alguno. En su corte marcial, el acusado de mayor rango, el sargento Calvin Gibbs, describió como cortaron los dedos y arrancaron los dientes de sus víctimas como trofeos de guerra, "como quedarse con las astas del ciervo que mataste".
Esta es guerra en su más clara realidad--la total deshumanización de los afganos a los ojos de sus supuestos "libertadores".
En el año 2010, el general Stanley McChrystal, previo responsable de las operaciones militares en Afganistán, dejo escapar una inusualmente franca evaluación de la ocupación:
Hemos balaceado a un asombroso número de gente y muerto a un número, y que yo sepa, ninguno fue demostrado ser una real amenaza a la fuerza... Que yo sepa, en los más de nueve meses que he estado aquí, ningún caso en que hemos escalado..., y herido a alguien, ha resultado en un vehículo con una bomba suicida u otras armas, y en muchos casos con familias dentro.
LOS INCIDENTES exponiendo una actitud racista y cruel entre las tropas estadounidenses se amontonan. El mes pasado, la quema del Corán por parte de militares norteamericanos provocó furiosas protestas en todo Afganistán, y provocando un aumento de las muertes entre la tropa de EE.UU. y la OTAN. En enero, surgió un vídeo que mostraba como Marines de EE.UU. orinaron sobre los cadáveres de varios afganos.
Odio a EE.UU. y sus fuerzas de ocupación ha llegado a una nueva cima--y por justas razones. Mas al escucha al secretario de Defensa, Leon Panetta, y EE.UU. aparece como la verdadera víctima. "Hemos pasado por una serie de difíciles situaciones en estas últimas semanas en Afganistán", dijo Panetta, después de la masacre. "Parecemos ser puestos a prueba casi todos los días".
Pero el pueblo afgano es el que ha sido puesto a prueba todos los días durante los últimos 10 años--el continuo bombardeo, la brutalidad de las operaciones militares, y la represión y corrupción del Estado puesto por los ocupantes.
Actualmente, hay 91.000 soldados americanos en Afganistán. La administración Obama planea reducir a 68.000 para finales de año, avanzando así hacia una propuesta retirada de tropas para el 2014.
Pero si una vez que la guerra "termine", no habrá sido todo. La burguesía gringa maniobra para mantener una presencia militar en Afganistán por muchos años, como base de apoyo imperial en una región crucial.
Sin sorpresa, al mismo tiempo que condenó la masacre, Obama argumentó en contra de que EE.UU "se apure por salir". Los asesinatos, dijo él, muestran "la importancia para nosotros de transitar de acuerdo a mi plan para que los afganos tomen más iniciativa por su propia seguridad, y nosotros podamos comenzar a recibir nuestras tropas en casa".
Así. La realidad ha sido puesta de cabeza.
Desde que comenzó hace más de 10 años, los líderes de ambos partidos, Republicano y Democrático, han hablado de Afganistán como la "guerra justa" –que liberaría al pueblo afgano del oscurantismo talibán. Pero en realidad, EE.UU. ha lidiado una brutal embestida en la que el desarmado ha sido sacrificado y los derechos civiles y humanos de los afganos pisoteados.
Mientras tanto, el gobierno del presidente Hamid Karzai, instalado por EE.UU., preside un régimen corrupto, en el que los derechos humanos básicos, incluyendo los de la mujer, han empeorado.
La hipocresía de Obama es obvia. El Nobel de la Paz y presidente podrá condenar la masacre, pero parece pensar que dejar caer bombas sobre civiles desarmados, con aviones autómatas--práctica militar estándar y mucho más mortífera en sus consecuencias--es de alguna manera mejor que disparar a quemarropa.
Mientras tanto, la máquina de guerra de EE.UU. continúa pagando con sus propios soldados, enfrentados a sucesivos y largos turnos, con problemas de salud física y mental sin tratamiento.
La Base Conjunta Lewis-McChord en el estado de Washington, base del soldado que cometió la más reciente masacre, fue declarada por Stars and Stripes "la más problemática" de todas en la fuerza militar en el 2010. El año pasado, 12 soldados de Fort Lewis, cometieron suicidio, un número récor. Y los soldados involucrados con el asesinato de tres civiles afganos por "deporte", también tenían su base en Fort Lewis.
De acuerdo con Jorge González, director ejecutivo de GI Voice, quién dirige el centro de recursos para los soldados Coffee Strong, cerca de Fort Lewis, la base:
ha producido un Kill Team, una epidemia de suicidios, la negación de tratamiento por trastorno de estrés postraumático, la negación de los derechos humanos en el bergantín, más abuso conyugal y una hija torturada, asesinato de civiles (incluyendo un guardabosques), un aumento de delitos sexuales, de abuso de drogas, DUI, tiroteos policiales contra GIs, violencia policíaca contra manifestantes, el trato diferenciado a los GIs, y mucho más. Estos abusos no se deben a unas pocas manzanas podridas, sino a la deshumanización sistemática de soldados y civiles, tanto en países ocupados, y en casa.
LA ÚNICA manera de evitar más masacres es deteniendo la guerra. El gobierno afirma que está en buen camino para ponerle, pero no hay tal cosa como un cronograma "responsable" para la retirada de las tropas. Cada día que los soldados americanos permanecen en Afganistán es un día en que el pueblo obrero afgano no puede auto-determinar su propio país.
Aquí en Estados Unidos, la mejor manera de apoyar al pueblo obrero afgano es oponiéndose a la guerra--construyendo oposición, y protestando eventos bélicos como la Cumbre de la OTAN este mayo en Chicago. Con la hoja que representa su política de guerra en Afganistán, nadie debiera comprar la bulla de que los demócratas merecen el voto "pacifista" en noviembre. Como antes, "¡Tropas afuera ahora!" debe ser nuestro llamado.
El veterano activista anti-bélico y autor Tariq Ali, lo explicó así:
En la mayoría de las guerras coloniales, las personas son arrestadas, torturadas y asesinadas al azar. Ni siquiera una fachada de legalidad se considera necesaria. El "solitario" pistolero americano que masacró inocentes en Afganistán, en las primeras horas de la mañana del domingo está lejos de ser una excepción. Porque este no fue el acto de un desquiciado matando niños escolares en una ciudad estadounidense. El "único" asesino es un sargento en el ejército de Estados Unidos. Él no es el primero, ni será él último en matar así...
Difícilmente es un secreto que la mayoría de los afganos se oponen a la ocupación de su país. Los soldados de la ocupación están muy conscientes del hecho. El "enemigo" no está oculto. Es el público. Así que barrer con mujeres y niños es parte de la guerra. Helicópteros artillados, bombarderos y aviones no tripulados son asesinos más eficaces que un "solitario" pistolero.
¿Qué hacer? ¡Fuera. Ahora! Estas guerras deshumanizan al "enemigo" y también deshumanizan a los ciudadanos de las naciones belicistas.
Traducido por Orlando Sepúlveda