Peleando por cuánto cortar

March 4, 2013

La refriega entre republicanos y demócratas silencia su consenso para llevar a cabo recortes históricos al gasto social.

MIENTRAS AMBOS partidos en Washington, el Republicano y el Democrático, se toreaban para ver quien pestañeaba, el 1° de marzo llegó y con ello los drásticos recortes a tabla rasa conocidos como el "secuestro" entraron en vigor, sin que el Congreso haya actuado para impedirlo. Un acuerdo a la hora 25 aún es posible, aunque sea sólo para patear el tarro pa'lante. Sin embargo, los políticos parecen más interesados en culparse los unos a los otros.

Al igual que con el primer acantilado fiscal a comienzos del año --evitado con un arreglo para ampliar la rebaja de impuestos de Bush, excepto para los súper ricos-- ambos partidos parecen batirse amargamente. Sin embargo, el debate sobre los indiscriminados recortes presupuestarios tiene un propósito importante para la clase política en su conjunto: convencer al resto de la población que no hay alternativa, sino aceptar la caída del gasto social.

El Congreso creó el secuestro --programado originalmente para el 1° de enero, pero prorrogado por dos meses como parte del acuerdo del primer fiscal acantilado-- durante el debate sobre el aumento del techo de la deuda del gobierno federal, en el verano de 2011. En aquel entonces, los republicanos básicamente pusieron la economía estadounidense en riesgo de una catástrofe financiera con el fin de extraer masivos recortes al gasto federal.

House Speaker John Boehner and President Barack Obama

La lógica del secuestro fue que la posibilidad de una reducción presupuestaria a tabla rasa, afectando incluso el gasto militar, sería suficiente incentivo para llegar a un acuerdo de cómo recortar el gasto federal.

Pero los republicanos no recularon esta vez. Al inicio del año, frente a la amenaza (para ellos) de ver expirar la masiva rebaja de impuestos a individuo y negocios, la mayoría de los republicanos votó a favor de aceptar un modesto incremento de impuestos a los más ricos. Ahora, ellos argumentaron que era el turno de los demócratas ceder y aceptar sus demandas por una mayor austeridad.

La administración Obama parecía haber ganado la batalla de relaciones públicas retratando a los republicanos como un partido tan empecinado en salirse con la suya que está preparado para hacer colapsar el gobierno. La Casa Blanca señaló varias figuras para describir las calamidades que los recortes del secuestro producirían. Por ejemplo, el Secretario de Transporte Ray LaHood advirtió de retrasos en los vuelos de 90 minutos o más, en todo el país, debido a los 600 millones de dólares en recortes a la Administración Federal de Aviación.

Sin embargo, la mala prensa no conmovió a los congresistas republicanos cuya preferida solución es cerrar una gran parte del gobierno federal.

Pero es importante ver todo el cuadro: el "conflicto" entre demócratas buscando "preservar vitales programas de gobierno" y republicanos queriendo "reducir el déficit" es falso. La verdad es que ambos está cometidos a la austeridad, y que ninguno propone la manera más obvia de "preservar los vitales programas" y al mismo tiempo "reducir el déficit": aumentando impuestos a las corporaciones y a los ricos, y drásticamente rebajando el presupuesto del Pentágono.


NO TODOS los días dos de los más conocidos comentaristas políticos, el demócrata E.J. Dionne y el republicano David Brooks, entregan un análisis de la política en Washington que suena como si hubiera sido hecho para SocialistWorker.org. Pero eso fue lo que sucedió el 22 de febrero en el programa de NPR All Things Considered.

Dionne comenzó diciendo que el secuestro representaba "el fantasma del Tea Party acechando Washington", porque fue para aplacarlo que el gatillo del 1° de marzo fue establecido en 2011. "El presidente Obama ha propuesto, creo, un acuerdo muy razonable", continuó Dionne. "Creo que mi amigo David debe reconocer que el presidente está haciendo lo que él mismo nos ha dicho que debemos hacer por los últimos dos años: balancear el dinero recaudado por medio de una reforma tributaria y algunos recortes razonables, incluyendo, por cierto, el Medicare".

Dejemos eso macerar: Dionne reconoce que el presidente Barack Obama, elegido dos veces por decenas de millones de personas que creían que defendería a los trabajadores contra Wall Street y las corporaciones, apoya la misma estrategia de derechistas suaves como David Brooks: Una moderada reforma fiscal, junto a no tan moderados recortes al gasto social.

Y Brooks está básicamente concuerda. Los republicanos, dijo Brooks, estaban yendo a las barricadas por "un pedazo de estúpido fanatismo anti-gubernamental, que no distingue lo bueno de lo malo. Sólo recortes... para mí, es la receta para un desastre político para los republicanos".

Luego Dionne dio la estocada final. De los $4 billones que Washington quiere reducir del déficit en la próxima década, el acuerdo de enero "produjo $642 mil millones en ingresos. Ya hemos hecho más de $2 billones en recortes. Obama accedió a una gran cantidad de recortes en 2011, y no pide tanto en impuestos como...lo hizo una vez. Él se conformaría con $400 ó $500 mil millones en impuestos adicionales. Aún tendríamos una enorme proporción a favor de los recortes sobre el incremento de impuestos si acordamos con Obama".

Otra vez, dejemos esto macerar. Si vemos el panorama completo, Barack Obama se prepara para hacer de 2 a 3 dólares en recortes al gasto por cada dólar en ingresos fiscales en su empeño por reducir el déficit federal. El público no apoya tres veces más en recortes que en subida de impuestos; son sólo los fanáticos republicanos los que aún no están satisfechos.


FORMALMENTE, EL secuestro impondría otros $1,1 billones en recortes durante la próxima década, $85 mil millones sólo durante el próximo año. A pesar de que llevaría algún tiempo para desarrollar los recortes, aún serían una amarga medicina.

He aquí una muestra: una reducción en la inspección de alimentos, en servicios Head Start para niños pobres, en las inspecciones de seguridad laboral y en el servicio de los parques nacionales. Casi 4 millones de trabajadores desempleados verían una reducción del 10 por ciento en los pagos del seguro de desempleo y 125.000 personas perderían la ayuda de Sección 8 para la vivienda.

Casi 3.000 escuelas públicas, con un alto porcentaje de estudiantes de bajos ingresos, enfrentan la pérdida de fondos del Título I, que afecta a unos 1,2 millones deestudiantes, principalmente niños de color. Esto también podría significar el despido de unos 10.000 profesores, además de la cancelación de los programas extra-escolares diseñados para complementar los ya magros programas en las escuelas públicas.

Debido a que el secuestro afecta el presupuesto discrecional del gobierno en todos los ámbitos, las FF.AA. también recibirán algunos golpes profundos, razón por la cual Obama y los demócratas tenían la esperanza de atraer a los republicanos a un acuerdo.

Sin embargo, el presupuesto militar podría ser reducido mucho más de lo que el secuestro impone, y aún así EE.UU. gastaría más que todos sus rivales. Incluso algunos de los más influyentes medios rechazan el alarmismo derechista y de la administración Obama con respecto a los recortes militares.

Considere BusinessWeek, difícilmente un panfleto de propaganda anti-imperialista. En respuesta a la sugerencia del jefe del Estado Mayor, general Ray Odierno, de que el secuestro gravemente comprometería la disposición de las fuerzas armadas estadounidenses, la revista respondió: "Tonterías. El ejército está manufacturando una crisis para proteger el despilfarro de su hinchado y mal diseñado presupuesto..."

El recorte de $46 mil millones que el Pentágono podría sufrir es una gota en el océano comparado con los $400 mil millones que cuesta su programa de jets F-35, el que ha estado plagado de sobre-costos dedicados a hacer insignificantes mejoras con respecto a las aeronaves ya existentes.

Estaba previsto que la economía estadounidense crecería un anémico 2 por ciento en 2013, pero esa cifra será reducida al 1,3 por ciento de activarse el secuestro, según los economistas. Con un desempleo persistentemente alto desde la Gran Recesión y millones de personas empleadas que aún luchan por cubrir sus gastos, caer a este segundo acantilado fiscal dará un nuevo golpe a sus niveles de vida.

Pero el 1 por ciento, con una riqueza combinada de decenas de billones de dólares, aún tendrá más dinero del que pueda gastar en muchas vidas. Menos del 20 por ciento de su riqueza cubriría hasta el último centavo de los $4 billones en reducciones del déficit que los líderes de ambos partidos buscan poner sobre nuestros hombros.

Supuestamente, los súper-ricos tomaron la píldora amarga cuando el acuerdo fiscal de enero dio lugar a un moderado aumento de las tasas marginales de impuesto sobre la renta. Pero ese mismo acuerdo permitió la expiración del feriado al impuesto a la nómina, por lo que unos 163 millones de trabajadores contribuirán con sus impuestos este año la mitad de lo que el leve aumento de impuestos a los ricos recaudará.

Ambos "acantilados fiscales" nos han mostrado la verdadera dinámica de la política que yace escondida bajo las estridentes refriegas entre republicanos y demócratas: Todos los líderes políticos en Washington quieren esgrimir el hacha presupuestaria, y sólo difieren, si es que, en cuánto cortar.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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