Un plan laboral para la patronal

August 12, 2013

Obama amaga otra campaña por puestos de trabajos, pero su plan para enfrentar la crisis de empleos no hará mucho para ayudar al pueblo obrero, escribe Lance Selfa.

COMO LA nieve en Chicago o el salmón nadando contra corriente, esto vuelve cada año, no siempre en la misma época, sino justo cuando el público ha dejado de prestar atención a los políticos. ¿Qué es?

Es "el amago por chambas" del presidente Obama, quién, predeciblemente se halla discurseando y anunciando planes para hacer frente a la crisis de empleos, que continúa afectando al pueblo trabajador a más de cuatro años de que la Gran Recesión haya oficialmente terminado.

A finales de julio, con una serie de discursos en Galesburg, Illinois, Jacksonville, Florida, y Chattanooga, Tennessee, el presidente reafirmó su compromiso, retórico, de "reconstruir la clase media", creando trabajos y trayendo la manufactura de regreso. ¿No hemos ya oído todo esto antes?

Hace dos años, en agosto, los republicanos habían logrado que Obama firmara un presupuesto que recortó más de $1 billón del gasto discrecional del gobierno en una década. En camino a esta debacle, Obama ofreció al Partido Republicano recortar Medicare y el Seguro Social al menos dos veces. Su presidencia había alcanzado su punto más bajo, y Ocupa Wall Street estaba por entrar en erupción.

President Obama promotes his jobs program at a manufacturing plant in Maryland

Con su reelección en la mira, Obama "amagó por chambas", se auto-bautizó "paladín de la clase media", y después de que su Departamento de Seguridad Nacional le ayudara a despejar las calles en docenas de ciudades de los activistas del Movimiento Ocupa, Obama anunció que la lucha contra la desigualdad de ingresos era "el asunto que define nuestro tiempo" y un "momento coyuntural" para la clase media.

Esta pose sin duda lo ayudó a ganar la reelección. Pero ahora, con su segundo mandato aparentemente a la deriva, él ha desempolvado algunos de estos temas de campaña.


PROBABLEMENTE, NO es una coincidencia que la cháchara presidencial sobre empleos y la economía venga cuando las encuestas nacionales muestran que una ligera mayoría desaprueba su desempeño. Pero lo que es más, este palabrerío posiciona a Obama en la pantomima presupuestaria que está por desarrollarse en el Congreso.

En el otoño, la Casa Blanca y el Congreso deben acordar una legislación para financiar el gobierno hasta el final del año fiscal en curso, decidir cómo financiar el año próximo, y levantar el techo de la deuda para permitir al gobierno pagar sus cuentas. Como lo han hecho desde que tomaron la mayoría de la Cámara Baja en 2010, los republicanos empujarán a Obama a hacer recortes draconianos por su voto --en disposiciones que todo el mundo sabe que terminarán apoyando de todos modos.

No es como si Obama tuviera que rogarle al público enfocarse en los empleos y la economía. Durante la mayor parte de su mandato, las encuestas de opinión han mostrado que éstos son los principales asuntos por los que los estadounidenses se preocupan, incluso con la obsesión de Washington en el déficit presupuestario o los falsos escándalos. Y esto no debiera ser un gran misterio.

Pocos han sentido la "recuperación", desde que la Gran Recesión tocó fondo en el verano de 2009. El producto interno bruto se recuperó niveles pre-recesivos en 2012, pero a la economía aún le faltan casi 2 millones puestos de trabajo y un 1,7 por ciento de la producción industrial que tenía en el año 2008.

Mientras tanto, más de 8 millones de empleados que quisieran jornada completa están trabajando media jornada, casi el mismo número de puestos de trabajo destruidos durante la recesión, 2007-2009. Mientras una pequeña parte de la población sigue enriqueciéndose, los ingresos familiares medios se han reducido casi un 9 por ciento desde 1999. Los salarios obreros como porcentaje del ingreso nacional alcanzaron recientemente un mínimo histórico, desde que esta medida se ha tomado.

Frente a este desastre en cámara lenta, Obama y los demócratas han permanecido pasivos. Demostrando su desquiciada persistencia, los republicanos en la Cámara Baja han votado por 40ª vez para derogar la reforma de salud de Obama de 2010, pero el interés de Obama en promover el empleo con salarios dignos parece ir y venir con la temporada política.

Sí, Obama sí presentó en 2011 un "Acta para Trabajos Americanos" para financiar más de $50 mil millones en proyectos en la construcción de infraestructura, y para apoyar la fuerza laboral de los gobiernos estatal y local, devastada por la recesión. Y en 2013, en su discurso anual "el Estado de la Unión", Obama llamó a aumentar el salario mínimo federal. Sin embargo, Obama ha estado mucho más centrado en lograr un "gran acuerdo" con los republicanos para reducir nuestros beneficios sociales que en presionarlos a apoyar empleos y mejores ingresos para la clase obrera.

Y demasiado a menudo, Obama actúa como si fuera un simple espectador de los acontecimientos. Richard Kirsch de NextNewDeal.net, recordando la promesa hecha por Obama en Galesburg, Illinois, que "Cualquier autoridad ejecutiva que tenga para ayudar a la clase media, voy a usarla", señaló que Obama puede hacer precisamente eso. Él podría emitir una orden ejecutiva por salarios dignos, licencias por enfermedad pagadas y otros beneficios, y facilitar la sindicalización de más de 2 millones empleados trabajando en proyectos financiados federalmente que pagan menos de $12 por hora. Un Proyecto de Ley de Empleo Nacional reciente encontró que el 74 por ciento de quienes trabajan para contratistas federales recibe menos de $10 por hora, y que el 58 por ciento no recibe beneficios laborales.

Con un golpe de su pluma, Obama podría mejorar la vida de estos trabajadores, sin siquiera tener que obtener la autorización del Congreso para hacerlo. Pero él no ha levantado esa pluma.


CUANDO OBAMA hace que su periódico "amago", su devoción y su servidumbre por los dogmas del capitalismo neoliberal, socava todas las buenas palabras que salen de su boca. Tomemos unos ejemplos de su última gira de discursos.

Su perorata acerca de luchar por buenos empleos y por la clase media suena hueca, dentro del espacioso galpón de Amazon.com en Chattanooga, emblema de aquellas tendencias que aplastan las condiciones de vida de los trabajadores.

La Casa Blanca quería posar bajo la tibia la luz del reciente anuncio de Amazon de 5.000 nuevos puestos de trabajo en la planta en Tennessee. Trabajos que sólo pagan un promedio de $11 la hora, y el estilo de gestión omnipresente de Amazon --donde las computadoras vigilan cada movimiento del trabajador-- lleva a sus obreros al agotamiento. El presupuesto mínimo básico para que una persona soltera pueda proveerse de elementos esenciales como alimentos, alquiler y asistencia médica requiere un pago de alrededor de $14 por hora.

La propuesta de Obama para subir el salario mínimo ni siquiera lo llevaría a $10 la hora. Mientras tanto, miles de trabajadores de bajos salarios en EE.UU. se han unido a la "Lucha por 15" --una campaña por un salario de $15 la hora. Incluso el auto-denominado capitalista e inversionista Nick Hanauer tomó una postura más a la izquierda de Obama, argumentando a favor de un salario mínimo de $15 por hora en una reciente columna en Bloomberg News.

En Jacksonville, Florida, Obama destacó la alianza "público-privada" que en financia las mejoras en el puerto de la ciudad. Podrá sonar bien, y de hecho constituye la base de los varios planes de Obama para el gasto en la infraestructura necesitada, pero esto abre la puerta a la privatización de las obras públicas. Y si alguien se pregunta cómo luce esto, sólo tiene que mirar a Chicago, donde la privatización de los parquímetros y el puente de peaje Skyway ha dado lugar a precios más altos y la destrucción de puestos de trabajo en el sector público.

Por último, Obama está atando su retórica sobre nuevos puestos trabajos a su incansable búsqueda del "gran acuerdo" con los republicanos. Pero esta vez, el gran pacto no antepone recortes a nuestros beneficios sociales, sino una "reforma tributaria".

¿Qué quiere decir esto? En general, se trata una nueva presentación de diversas propuestas que Obama ya ha hecho, en torno a la idea de reducir la tasa nominal de impuesto a las corporaciones de 35 a 28 por ciento. Cortar la "abrumadora" tasa de impuesto a las corporaciones ha sido siempre algo favorito de los círculos empresariales estadounidenses, incluso si todas las grandes industrias en EE.UU. ya pagan menos del 35 por ciento de sus ingresos al gobierno.

El plan de Obama para reducir la tasa impositiva corporativa, para reducir los impuestos a las industrias manufactureras aún más y hacer permanente un crédito fiscal para la investigación y el desarrollo, ahora es empaquetado como un "plan de trabajos". El presidente dice que está dispuesto a trabajar con los republicanos para lograr estos recortes a los impuestos corporativos, siempre y cuando ellos estén dispuestos a dedicar parte de los ingresos que puedan fluir al gobierno para a puestos de trabajo e infraestructura.

Los republicanos ya rechazaron la propuesta de Obama. En palabras del Líder Minoritario del Senado Mitch McConnell, la propuesta "[Es] sólo una versión más izquierdista de un plan ya propuesto hace dos años y ampliamente criticado --esta vez, con golosinas extras para los grava-y-gasta liberales".

Eso resume el estado actual del debate económico en Washington. Aunque la mayoría del pueblo obrero apenas subsiste, uno de los partidos quiere hacerle la vida más difícil, mientras el otro habla bonito y le sigue la cola a aquellos que quieren hacer la vida más difícil a los trabajadores. No es de extrañar que una reciente encuesta de Gallup encontrara que sólo uno de cada cuatro estadounidenses está satisfecho con el rumbo que el país está tomando.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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