Extrema violencia imperial

March 5, 2015

El gobierno de Estados Unidos está en guerra con un enemigo que ayudó a conjurar.

LA AUTOCOMPLACIENTE y cínica naturaleza de la cumbre "Confrontando la Violencia Extremista" de la administración Obama, celebrada a mediados de febrero en Washington, DC, fue tan evidente que la conferencia provocó indignación incluso allí donde la Casa Blanca esperaba encontrar apoyo.

Deseosa de evitar la acusación de que el foco principal de la conferencia eran los musulmanes, la administración utilizó el más neutral lenguaje de "extremismo violento". Esto, como era de esperarse, inflamó a los conservadores --para quienes no hay cosa que Obama pueda hacer bien. Ellos condenaron su supuesta "blandura" hacia el "enemigo musulmán", llegando a decir de que se trataba de "una feria de empleos de ISIS", y demandaron escalar la presencia militar estadounidense en la región.

Pero la jerga no engañó a nadie. La cumbre se centró casi exclusivamente en el "fundamentalismo islámico" como la principal amenaza para la seguridad de los estadounidenses. En respuesta, Defensores Musulmanes, una organización nacional de derechos, emitió un comunicado criticando a la Casa Blanca:

U.S. soldiers raid a home in Iraq

En Defensores Musulmanes estamos profundamente preocupados por el mensaje que la administración [Obama] está enviando, enfocándose en los musulmanes estadounidenses, especialmente en musulmanes jóvenes, en su cumbre Confrontando la Violencia Extremista (CVE). Mientras los hechos demuestran que los perpetradores que son musulmanes son una fracción pequeñísima de la violencia extremista en EE.UU., una cumbre y programas CVE centrada en los musulmanes envían el falso y peligroso mensaje al pueblo estadounidense de que sus vecinos musulmanes son una amenaza para su seguridad.

Las estadísticas reivindican este punto. Entre 1980 y 2005, según el FBI, 94 por ciento de todos los ataques terroristas en suelo norteamericano fueron realizados por no-musulmanes. Y en Europa, menos del 2 por ciento de los actos terroristas en los últimos cinco años han tenido "motivos religiosos", según la agencia policial europea Europol.

Un estudio realizado por de la Universidad de Carolina del Norte en 2014 encontró que desde el ataque de septiembre 11 de 2001, el terrorismo con vínculo musulmán cobró la vida de 37 estadounidenses, mientras que más de 190.000 estadounidenses fueron asesinados durante el mismo lapso de tiempo.

Por otra parte, el asesinato de tres estudiantes musulmanes en Chapel Hill, Carolina del Norte, una semana antes de CVE, puso este debate en relieve. En palabras de Defensores Musulmanes:

Como los brutales asesinatos en Chapel Hill trágicamente nos recuerdan, la violencia extremista no se puede predecir por ningún perfil religioso, ideológico, étnico o racial. Además, los pocos autores de la violencia extremista que son musulmanes, en general, no tienen profundos lazos con la comunidad musulmana estadounidense que hubieran podido ser abordados por los programas CVE. Los hermanos Tsarnaev [quienes llevaron a cabo los atentados en el maratón de Boston en 2013], por ejemplo, eran prácticamente desconocidos en la comunidad musulmana de Boston y ya eran conocidos por el FBI y la inteligencia rusa.

Estos puntos son indiscutibles. Sin embargo, los políticos de todo el espectro político, de demócratas liberales a republicanos conservadores, retratan en repetidas ocasiones la "amenaza" de la violencia política islamista fuera de toda proporción con la realidad.

Hay una razón obvia por: El enfoque en el "extremismo violento" musulmán ha servido como la principal justificación ideológica de la extrema violencia imperialista con la que Estados Unidos, desde hace más de una década, ha desatado con los años de ocupación en Irak y la escalada bélica con drones que ha matado muchas veces más civiles que el "violencia extremista" en muchos países, por mencionar sólo dos instancias.


COMO SI hubiera recibido una señal, el comentarista Graeme Wood aprovechó la realización de la conferencia CVE para publicar un extenso artículo en The Atlantic sobre el principal enemigo de Estados Unidos en su la "guerra contra el terror": el Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés).

Mientras el artículo es rico en detalles acerca de la auto-concepción de ISIS, al mismo tiempo, Wood refracta las principales tendencias islamofóbicas tan útiles en justificar ideológicamente el imperialismo estadounidense desde 9/11, y muy a menudo repetidas por los medios de comunicación.

"La realidad es que el Estado Islámico es islámico", escribe Wood. "Muy islámico. Sí, ha atraído sicópatas y aventureros, reclutados en gran parte de poblaciones descontentas del Medio Oriente y Europa. Pero la religión predicada por sus más fervientes seguidores deriva de interpretaciones coherentes e incluso eruditas del Islam".

El argumento de que las decapitaciones y mutilaciones públicas de ISIS, sus quemas de libros y caza de minorías religiosas, o de aquellos musulmanes sunitas que se atreven a disentir, fluyen del núcleo mismo del Islam, ha provocado respuestas por los musulmanes y no musulmanes por igual.

Un tema común entre quienes desafían a Wood es que la brutalidad de ISIS es un producto de la brutalidad que EE.UU. han infligido sobre Irak y el resto del Medio Oriente durante décadas. "¿Debe ser sorpresa que si vertimos un verdadero apocalipsis sobre un pueblo, ellos comiencen a adoptar una visión apocalíptica?" preguntaron Daniel Haqiqatjou y Dr. Yasir Qadhi en su artículo "¿Qué es 'islámico'? Una respuesta musulmana a ISIS y The Atlantic" en MuslimMatters.org.

Ellos continúan:

Una simple pregunta: ¿Por qué un grupo como ISIS se toma el poder en tierras que han sido sometidas a la continua lucha política, guerra civil y derramamiento de sangre? En igualdad de condiciones, teológicamente, si EE.UU. no hubiera golpeado esa región por décadas, ¿habría surgido ISIS? Normalmente, no habría nada inherentemente objetable sobre Wood centrándose en las creencias religiosas de ISIS en lugar de consideraciones históricas y sociológicas. Pero en este caso y dado el clima político, la omisión de Wood puramente sirve a los intereses del poder y efectivamente exonera el belicismo de EE.UU. a expensas de sus víctimas, a saber, los musulmanes en el país y en el extranjero.


LA VERDAD es que las corrientes políticas islamistas que emplean el terrorismo no representan la resurrección de las prácticas islámicas medievales, como afirma Wood. Al contrario, estas corrientes son contemporáneas en origen, incluso si buscan justificaciones en las escrituras para legitimar su empresa.

Lo que es más, hay un especial enlace a estos orígenes contemporáneos: El gobierno de Estados Unidos fue una pieza clave en conectar el Islam político a métodos terroristas.

Durante los últimos años de la Guerra Fría, uno de los principales campos de batalla fue Afganistán. Cuando la Unión Soviética invadió Afganistán, el establecimiento militar estadounidense --con el entonces Asesor de Seguridad Nacional del presidente demócrata Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, a la cabeza--vieron a los combatientes muyahidines islamistas luchando contra la ocupación soviética como la oportunidad para dar a la URSS su propio Vietnam.

Como Mahmoud Mamdani explica en su libro Musulmán Bueno, Musulmán Malo: Estados Unidos, la Guerra Fría y las Raíces del Terror:

La CIA fue clave para forjar el eslabón entre el Islam y el terrorismo en Asia Central y para dar a los islamistas radicales alcance y ambición internacional. Los grupos a los que entrenó y patrocinó compartían: la táctica del terror, la guerra santa como estrategia política, y el reclutamiento transnacional de combatientes... Decenas de miles de combatientes yihadistas, entrenados en la guerra afgana, y dispersos con su fin.

Estos combatientes islamistas --"luchadores por la libertad", como los llamó Ronald Reagan--fueron la base para el surgimiento de al-Qaeda, los talibanes y, ahora, ISIS.

Pero es Estados Unidos, con su abrumador poder militar usado en apoyar a cualquier dictador o fuerza islamista que considere amigable a sus intereses, el que ha matado a muchas más personas, ha promovido cínicamente violencia sectaria, y continúa celebrando su alianza con los principales patrocinadores de reaccionarios islamistas.

Ninguna religión es intrínsecamente más progresista o reaccionaria que otra. Para entender la religión, tal como explica Karl Marx, es esencial ir más allá de los dogmas y doctrinas, y poner las ideas religiosas en sus circunstancias sociales.

Si hay algo inherente acerca de las ideas religiosas, es que han sido interpretadas y reinterpretadas por seres humanos con el fin de servir sus objetivos y necesidades en determinados momentos de la historia. La más famosa cita de Marx sobre la religión es que es ésta es "el opio del pueblo". Pero esta frase viene al final de un pasaje más largo, que también incluye la siguiente:

El sufrimiento religioso es a la vez una expresión de, y una protesta contra, el real sufrimiento. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón y el alma de una desalmada condición.

Esto ayuda a explicar lo contradictorio de las ideas religiosas en varios puntos de la historia. Por ejemplo, el catolicismo ha servido como justificación para restringir los derechos reproductivos de la mujer y para negar la igualdad de las personas LGBT--y en una época anterior, la Iglesia Católica fue un componente central de dominación feudal en Europa. Pero los sacerdotes católicos de la "teología de la liberación" libraron heroicas luchas contra la opresión, lo mismo que las iglesias negras en EE.UU. jugaron un papel central en el movimiento por los derechos civiles de la década de 1950 y 60.

Los líderes del gobierno de Estados Unidos podrán afirmar que son enemigos irreconciliables del "extremismo islámico", pero en realidad, Washington ha sido históricamente flexible, promoviendo y condenando tales grupos según lo considere oportuno.

Este es un hecho de la historia que los líderes políticos no pueden evadir. Esa, y otra verdad que Martin Luther King nos enseñó en los últimos meses de su vida: "Yo nunca podría volver a alzar mi voz contra la violencia de los oprimidos en los guetos sin antes haber hablado claramente al mayor proveedor de violencia en el mundo hoy--mi propio gobierno".

Traducido por Orlando Sepúlveda

Further Reading

From the archives