Sobre los hombros de gigantes

March 23, 2015

En "Nuestra Posición", la Organización Socialista Internacional declara seguir una línea de pensamiento marxista. Pablo D'Amato explica por qué.

ESTA DECLARACIÓN en "Nuestra Posición" de ninguna manera pretende dar a entender que los cinco socialistas mencionados son los únicos marxistas importantes para la historia de nuestro movimiento, ni tampoco que nosotros elevamos el rol de los individuos por encima de las luchas colectivas de la clase obrera y los pueblos oprimidos.

Por el contrario, cada importante avance teórico del marxismo se ha basado en la evolución de la lucha de clases, y por cada memorable marxista, hay miles de menos conocidos, si no completamente desconocidos, organizadores, teóricos y líderes que han hecho una marca indeleble.

Pero, Marx, Engels, Luxemburgo, Lenin y Trotsky, hasta la fecha, hicieron las más importantes contribuciones teóricas y prácticas a la tradición socialista.

Estos nombres son sinónimos de importantes tendencias históricas en el desarrollo del movimiento socialista, en sus inicios, con la Primera Asociación Internacional de Trabajadores en la segunda mitad del siglo 19; con la Segunda Internacional que le siguió, la cual presidió el desarrollo de los partidos socialistas de masas; luego, con el éxito de la Revolución Rusa de 1917 y la creación de la Tercera Internacional (Comunista) a principios de 1920; y finalmente, durante el período de la degeneración estalinista, con la creación de Cuarta Internacional, a través de la cual Trotsky y sus seguidores mantuvieron la genuina tradición marxista.

La política de la Organización Socialista Internacional

MARX Y Engels fueron los primeros en poner el socialismo sobre una base científica, arraigándolo en las condiciones materiales y las contradicciones del capitalismo, en oposición a los previos socialistas que habían hilado utopías socialistas en sus propias cabezas.

Marx fue el primero en analizar sistemáticamente el carácter de la economía capitalista y describir las condiciones históricas (abundancia y una clase obrera concentrada) que hacen el socialismo posible.

Juntos, plantearon que el socialismo era "la auto-emancipación de la clase obrera", o sea, la verdadera liberación de la sociedad de clases y de la desigualdad no vendría por las acciones de individuos o minorías iluminadas, sino sólo a través de la acción de las masas explotadas. Marx y Engels mostraron que la revolución era necesaria no sólo para deshacerse del viejo orden, sino porque sólo a través de la revolución podría la clase obrera hacerse "apta para gobernar".

Lenin, en la teoría y en la práctica, fue el primer marxista en desarrollar el marco organizacional --un partido de la clase obrera compuesto en su mayoría de combatientes con conciencia de clase-- con el cual la liberación de los explotados puede llevarse a cabo.

Además, Lenin restauró la teoría marxista del Estado --esa es, el Estado es un producto del antagonismo de clases y desaparecerá cuando las clases sean suprimidas-- y ayudó a formular la relación entre la lucha internacional por el socialismo y las luchas por la liberación nacional contra el imperialismo.

Rosa Luxemburgo confirmó la necesidad de un cambio revolucionario cuando los líderes de la 2ª Internacional transformaban los partidos socialistas en vehículos del reformismo gradualista. También desarrolló la teoría de la huelga de masas como un componente central en el proceso revolucionario.

Además de ser quizás el más importante líder de la Revolución Rusa, después de Lenin, Trotsky fue el fundador de la teoría de la revolución permanente, que rechazó el esquematismo mecánico de la socialdemocracia y puso la clase obrera en el corazón de toda revolución social radical.

Tal vez más importante, sin su lucha contra la burocracia estalinista y su análisis de la misma como un producto del aislamiento y el atraso de Rusia, en vez de una consecuencia del leninismo, los pequeños brotes de verdadero socialismo sobre los que un nuevo movimiento puede erigirse no existirían hoy. Por medio de Trotsky, el carácter internacional del socialismo (la imposibilidad del socialismo en un solo país) y la centralidad de la clase obrera en la lucha por el socialismo fueron confirmados.


IMPORTANTE PARA entender el marxismo es entender lo que no es. Tanta distorsión y mentira han sido apiladas sobre marxismo que ahora yace enterrado bajo de un montón de basura. Muchos que se han declarado marxistas, pero con ideas diametralmente opuestas, han vaciado el término de sentido.

Así, por ejemplo, Engels miró a la Comuna de París de 1871, donde el gobierno consistió en la elección directa de delegados revocables, con un salario obrero no mayor que el de un obrero, y lo llamó un gobierno obrero. Pero Joseph Stalin también llamó al jerárquico, monolítico y burocrático gobierno de partido único que fundó en Rusia en la década de 1930 un gobierno obrero.

Ambos no pueden estar correctos. Puesto llanamente, la pregunta es la siguiente: ¿Es el marxismo la liberación de la humanidad de la opresión de clase y nacional, de la tiranía del Estado y de la necesidad; o es el gulag, el racionamiento, los campos de trabajo forzado y una policía secreta omnipresente?

Claro que con el fin de desacreditar el marxismo, hay defensores del capitalismo que dirán que lo uno lleva a lo otro, y que todas las revoluciones conducen a la tiranía. Pero hay muchos casos en la historia donde las ideas son retorcidas y distorsionadas para disfrazar totalmente diferentes realidades o prácticas. Después de todo, tanto Tom Paine--un verdadero demócrata que luchó contra la realeza y el privilegio--y George W. Bush profesan ser defensores de la democracia y la libertad.

Hay un abismo de diferencias entre el marxismo como un conjunto de ideas para luchar por y ganar una sociedad mejor (es decir, como una guía para la acción), y las ideologías de Estado seudo-marxistas de la Rusia de Stalin y la China de Mao, que fueron utilizadas para ocultar la desigualdad y justificar sociedades en que aún existieron explotación y opresión.

A principios de la década de 1920, Lenin advirtió en un debate sobre el nacionalismo que era importante para los socialistas no pintar movimientos nacionales en "colores comunistas". Con el ascenso del estalinismo y la contorsión del marxismo en una ideología desarrollismo estatal, en vez de la liberación de la clase trabajadora, esto es precisamente lo que ocurrió.

El siglo 20 vio una plétora de revoluciones nacionalistas que desafiaron la dominación colonial en nombre del socialismo, pero que establecieron estados modelados en la Unión Soviética, donde los trabajadores ya habían perdido el poder a finales de la década de 1920.

En su panfleto Principios del comunismo, que precedió al Manifiesto Comunista, Federico Engels describe el comunismo como "la doctrina de las condiciones de la liberación del proletariado" - o clase obrera. Marx y Engels, por tanto, rechazaron todo "socialismo" o política radical que abogara por la sustitución de la auto-actividad de la clase obrera por algún otro individuo, grupo o clase.

"Durante casi 40 años", Marx y Engels escribieron, "hemos hecho hincapié en que la lucha de clases es la fuerza motriz de la historia inmediata y, en particular, que la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado es la gran palanca de la revolución social moderna; por lo tanto, no podemos cooperar con hombres que buscan sacar del movimiento esa lucha de clases.

"En la fundación de la Internacional, formulamos expresamente el grito de batalla: La emancipación de la clase obrera debe ser alcanzada por la clase obrera misma. Por lo tanto no podemos cooperar con quienes dicen abiertamente que los obreros son demasiado incultos para emanciparse, y primero debe ser emancipados desde arriba por miembros filantrópicos de las clases medias y altas".

He aquí que el socialismo no es un movimiento de legislación social; ni es un movimiento en el que unos pocos cientos o incluso miles de guerrilleros armados liberan a las masas en su nombre, mientras que las masas desempeñan un papel puramente pasivo o meramente de apoyo; y más enfáticamente no es la obra de grandes líderes que guían a su pueblo a la tierra prometida.

La verdadera tradición marxista rechaza la identificación del socialismo con las acciones de pequeñas minorías, con el establecimiento de burocracias estatales de partido único, o con reformas gradualistas que piden a la clase obrera poner su fe en funcionarios electos y en congresos y parlamentos. Los explotados deben organizarse y luchar, creando sus propias instituciones de lucha y de gobierno.

Como Marx y Engels escribieron: "Tanto para la producción a gran escala de esta conciencia comunista, como para el éxito de la causa misma, la alteración de los hombres en una escala masiva es necesaria, una alteración que sólo puede tener lugar en un movimiento práctico, una revolución; esta revolución es necesaria, por lo tanto, no sólo porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque sólo en una revolución la clase que derriba puede librarse con éxito de toda la suciedad de las edades y hacerse apta para fundar una nueva sociedad".

Este artículo apareció por primera vez en el 09 de noviembre 2007, edición de Socialist Worker. Traducido por Orlando Sepúlveda

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