Vehículo de democracia obrera

April 6, 2016

Paul D'Amato explica por qué la clase obrera necesita crear su propio Estado.

La clase obrera necesita un tipo completamente diferente de Estado--uno Estado obrero democrático basado en los delegados de los concejos de trabajadores.
-- Fragmento de "Nuestra Posición" de la ISO

EN EL Manifiesto Comunista, Carlos Marx y Federico Engels escriben: "El primer paso en la revolución de la clase obrera es la elevación del proletariado a la posición de clase dominante, para así ganar la batalla por la democracia".

Hay dos muy importantes ideas expresadas aquí; primero, al derrocar las viejas clases dominantes, la clase obrera debe establecer su propio dominio de clase con el fin de poner en práctica su programa de transformación social; y segundo, el domino de la clase obrera es el dominio democrático de la mayoría.

Pero más allá de estas compactas frases, Marx y Engels no explicaron. Ni tampoco podían hacerlo, porque ellos estaban anticipando desarrollos que enriquecerían y aclararían su visión.

Más tarde, Karl Kautsky, el principal teórico de la socialdemocracia alemana, interpretaría "ganar la batalla por la democracia" en el sentido de que el movimiento socialista debe tomar control del mismo Estado que ha mantenido el dominio capitalista, por la vía electoral.

La política de la Organización Socialista Internacional

Eso no es lo que los autores del Manifiesto Comunista tenían en mente. El alzamiento de los obreros de París y de la breve existencia de la Comuna de París en 1871 fue el evento central que les ayudó a explicar lo que habían presentado en el Manifiesto.

"Una cosa, en particular, fue demostrado por la Comuna", escribió Engels en 1888, citando a Marx sobre la Comuna, "que 'la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y ponerla a trabajar por sus propios fines'".

El Estado, Marx argumentó en el mismo discurso citado por Engels, "con sus órganos omnipresentes: el ejército permanente, la policía, la burocracia, el clero y el poder judicial, no es más que un instrumento para el mantenimiento de la dominación capitalista".

"Al mismo paso que el progreso de la industria moderna desarrolló, amplió e intensificó el antagonismo de clase entre el capital y el trabajo", Marx explicó, "el poder del Estado fue adquiriendo cada vez más la forma de un poder nacional del capital sobre el trabajo, de una fuerza pública organizada para la esclavización social, una máquina del despotismo de clase".

Todas las revoluciones anteriores solamente habían pasado el control de la maquinaria estatal de una clase explotadora a otra. Los capitalistas, incluso en la república más democrática, habían simplemente refinado y expandido el aparato estatal, mientras que la tarea de la clase obrera era acabar con el Estado.

La Comuna de París mostró a Marx que la clase obrera en la revolución no sólo acabó con la vieja máquina del Estado, sino que la reemplazó con el pueblo armado (en París, la guardia nacional, bajo el control de los obreros de París, tomó el control de la ciudad para evitar que el gobierno la entregara al ejército prusiano. Francia y Prusia, predecesora de Alemania, estaban en guerra).

El Estado-Comuna establecido por los trabajadores se basó en "consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los diversos distritos de la ciudad, responsables y revocables en todo momento", escribió Marx. Todos los funcionarios de la comuna gozaban salarios obreros, y la Comuna "se deshizo del ejército permanente y la policía".


PERO SI el objetivo de los socialistas es una sociedad sin clases, y, en consecuencia, una sociedad sin Estado, ¿por qué los trabajadores necesitan crear uno nuevo? Esa fue la pregunta que el anarquista Mikhail Bakunin hizo en su libro Estado y Anarquía: "Si el proletariado ha de ser la clase dominante, sobre quien va a gobernar".

Marx le respondió así:

Mientras otra clase, sobretodo la clase capitalista, aún exista, y mientras el proletariado sigua luchando contra ella (porque cuando el proletariado obtenga el control estatal, sus enemigos y la antigua organización de la sociedad aún no habrán desaparecido), debe usar medios de fuerza, es decir, medios gubernamentales; mientras haya una clase en sí, y las condiciones económicas que dan lugar a la lucha de clases y las clases no han desaparecido, deben ser eliminadas o transformadas por la fuerza, y el proceso de su transformación deben ser acelerados por la fuerza.

En pocas palabras: si el Estado es el producto de la división de clases, no puede ser abolido hasta que las divisiones de clase son erradicadas. Los trabajadores necesitan su propio Estado, democrático--un Estado que pueda hacerse a sí mismo prescindible.

Antes de convertirse en la clase dominante, los capitalistas tenían un gran poder económico que habían desarrollado bajo el feudalismo y el absolutismo. Pero la clase obrera no tiene poder económico a menos que tenga el poder político, es decir, el poder del Estado.

La Comuna se basó en un sistema municipal de votación. En revoluciones posteriores, nuevas formas de democracia obrera fueron creadas basadas en el lugar de trabajo. En Rusia, los concejos obreros o soviets, se convirtieron en la base del Estado obrero creado en octubre de 1917. Los soviets surgieron después de que el zar fue derrocado en febrero de 1917 y consistieron en delegados revocables elegidos directamente desde el lugar de trabajo (y más tarde los regimientos y el campo).

El socialista estadounidense John Reed, en su artículo de 1918 "Soviets en acción", explica que los concejos obreros "se originaron en 1905, cuando, durante la primera huelga general de trabajadores, las fábricas de Petrogrado y organizaciones laborales enviaron delegados a un Comité Central. Este comité de huelga fue llamado el Consejo de Diputados Obreros".

El Soviet de Petersburgo, en 1905, comenzó como una herramienta para organizar la huelga general - es decir, como un órgano de lucha. Pronto, sin embargo, llegó a ser más que eso. "Por un corto tiempo", escribe Reed, "fue reconocido por el Gobierno Imperial como el portavoz autorizado de la clase obrera rusa revolucionaria".

En 1905, el Soviet no pasó de ser un embrión de gobierno de los trabajadores. Lo que los cambió de instrumentos de lucha a instituciones de poder en el año 1917 fue la intervención de socialistas radicales en las filas de la clase obrera que argumentaron por un gobierno soviético. Con su eslogan "Todo el poder a los soviets", el Partido Bolchevique estaba argumentando que los soviets era la base del futuro Estado de los trabajadores, si pudiera arrancarles el poder a los capitalistas.

Como Reed escribió:

Ningún cuerpo político más sensible y receptivo a la voluntad popular se ha inventado. Y esto era necesario, porque en tiempos de revolución, la voluntad popular cambia con gran rapidez. Por ejemplo, durante la primera semana de diciembre de 1917, hubo marchas y manifestaciones en favor de una Asamblea Constituyente, es decir, contra el poder soviético. Una de estas marchas fue balaceada por algunos irresponsables Guardias Rojos, y varias personas murieron.

La reacción a esta estúpida violencia fue inmediata. En 12 horas, la composición del Soviet de Petrogrado cambió. Más de una docena diputados bolcheviques fueron revocados y reemplazados por mencheviques. El sentimiento público duró por tres semanas antes de que los mencheviques fueran revocados uno a uno y los bolcheviques reinstituidos.

Los concejos de trabajadores no son específicamente instituciones rusas. Han surgido bajo diversos nombres y formas en varios levantamientos revolucionarios de los trabajadores. Fueron creados en Alemania en 1918 después de la caída del Kaiser; en Hungría en 1919 y nuevamente en 1956; en China en 1925. En Chile en 1972-73 fueron llamados cordones.

En casi todos los casos, se levantaron como órganos democráticos de lucha de la clase obrera; una manera de superar el seccionalismo y unir a los trabajadores a pesar de las fronteras, el idioma, la nacionalidad, el género y la raza.

En cada caso, los concejos obreros tuvieron el potencial de transformase de facilitadores de la lucha a órganos de poder. Como sea, si los concejos de trabajadores pueden llegar a convertirse en vehículos del poder obrero depende de si el proletariado tiene su propio partido político, preparado para organizarlos y promoverlos.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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