Independiente del 1 Por Ciento

May 27, 2014

Las campañas electorales izquierdistas deben ser juzgadas por sus logros, y por cómo contribuyen a fortalecer su continua organización.

DESDE QUE la fase más activa y pública del movimiento Ocupa acabó, varios de sus activistas han buscado cómo continuar su lucha contra el "1 Por Ciento". Esta lucha ha tomado muchas formas, y una de ellas es el intento de construir una alternativa política independiente de los dos partidos capitalistas.

El más espectacular avance en este frente fue, por supuesto, la elección de la candidata de Alternativa Socialista Kshama Sawant para el Concilio Municipal de Seattle. Pero ha habido otros esfuerzos: El otoño pasado, en el Condado de Loraine, Ohio, un reto laboral a los demócratas pro-empresariales barrió la junta del condado en la elección local; y este otoño, entre otras campañas, la boleta electoral del Partido Verde, con Howie Hawkins y Brian Jones para gobernador y vicegobernador del estado de Nueva York, ofrecerá una alternativa para los votantes que quieren una verdadera opción al retrógrada republicano o al gobernador titular, el demócrata y pro-empresarial, Andrew Cuomo.

Voters cast their ballots

Estas campañas subrayan muchas cuestiones, pero tienden a enfocarse en aquellas que plantean el tema central de la política hoy: la creciente desigualdad entre ricos y pobres, como consecuencia del poder corporativo sin límites, incluyendo su dominio del sistema político.

Pero en el marco más amplio de la "política independiente", es importante tener en cuenta las diferencias. La campaña del Partido Verde en Nueva York es una oportunidad de registrar un voto de protesta en una elección donde millones participan. En cambio, la campaña de Sawant se orientó a ganar una oficina local en una elección bajo condiciones particularmente favorables para la izquierda.

Aún más importante es la diferencia de objetivos. Ambas campañas, la de Sawant y la de Hawkins, son un abierto desafío a los dos partidos pro-empresariales, mientras que en el Condado de Loraine el esfuerzo pareció contenido a castigar a los demócratas, ahora, para empujarlos a nominar candidatos más favorables a los trabajadores en el futuro.

Las campañas independientes de cualquier tipo son aún pocas y distantes entre sí, por lo que la mayor parte de la actividad e iniciativa de la izquierda todavía se desarrollará en arenas no electorales. Pero la apertura para la política electoral de la izquierda ha crecido, por lo que es importante para los socialistas hacer un balance de este desarrollo y ver cómo encaja con su principal proyecto de construir la organización y el poder de la clase obrera.


LA PRIMERA cosa que debe ser dicha puede parecer ser obvia, pero dada la cantidad de esfuerzo y tiempo que los socialistas dedicamos a mostrar cómo bajo el capitalismo el sistema político se posa en nuestra contra, es importante sostener que los trabajadores y sus organizaciones, empero, deben participar en política.

La razón, como Karl Marx y Frederick Engels señalaron hace más de un siglo y medio atrás, es que la lucha de clases es económica, ideológica y política. Los trabajadores y sus organizaciones en última instancia, deben participar en la arena política, en lugar de dejarla completamente en manos de los patrones y del 1 por ciento.

Incluso el dirigente sindical más pro-demócrata concuerda con ese sentimiento general --esa es la razón por la que los sindicatos gastan tanto tiempo, dinero y esfuerzo eligiendo demócratas. El problema, sin embargo, es que elegir un demócrata es elegir un representante del 1 por ciento, con la esperanza de que haga algo por la clase obrera una vez sentado en su oficina.

El Partido Democrático es un partido capitalista, no un partido que represente a la clase obrera. A pesar de que, por supuesto, la mayoría de los votantes demócratas son trabajadores, su aparato en sí está configurado para reflejar, y en cierta medida, organizar los intereses políticos de las grandes empresas, y los mecanismos con que esto se lleva a cabo no están ocultos: un sistema de financiamiento de campañas que canaliza el dinero corporativo a sus candidatos; una red de centros de investigación e instituciones académicas que articulan las posiciones de las corporaciones; y una máquina política que realiza las prioridades corporativas ejerciendo presión sobre los legisladores, el poder ejecutivo y la burocracia no electa del gobierno, a nivel federal, estatal y local.

El movimiento laboral se halla en desventaja en todas estas arenas, incluyendo en donaciones políticas. A pesar de que los sindicatos contribuyen mucho más dinero a los demócratas que a los republicanos, las grandes empresas s se los llevan por un factor de 10 a 1, o más. Por lo tanto, el dinero o el trabajo electoral que los sindicatos "entregan" a los demócratas queda minimizado por todas las otras fuentes de dinero y apoyo electoral, sobre todo de las empresas, que los candidatos demócratas reciben.

Con todo esto en cuenta, no es de extrañar que, una vez en el cargo, los funcionarios demócratas ignoren una y otra vez las demandas y las prioridades de la clase obrera. Los líderes demócratas entienden que los sindicatos, en última instancia, los apoyarán, a pesar de las quejas, no importa lo que hagan. Mientras esto siga siendo así, los demócratas seguirán jugando a hacerse lesos.

La gran tarea inconclusa del movimiento obrero es desarrollar una política independiente--no sólo en término de qué políticas apoyar, no importando si ayudan o no a los demócratas, sino además en término de desarrollar organizaciones, estrategias y candidatos que representen fielmente los intereses de la clase obrera. La meta no es presionar a los demócratas para que se acerquen a una agenda laboral, sino crear una alternativa viable e independiente para la clase obrera.

Por lo tanto, la cuestión no es si el movimiento laboral, los trabajadores, ecologistas, anti-racistas y otras fuerzas populares deben estar activos en la política con el fin de promover sus intereses, sino que de cómo y con qué tipo de política deben luchar.


EL MOVIMIENTO laboral y las organizaciones de la clase obrera--desde los grupos de defensa de los derechos de los inmigrantes hasta Lucha por 15, y más allá--necesitan declarar su independencia de los demócratas. Pero ¿qué significa esto?

Al nivel más básico, los sindicatos y el resto del 99 Por Ciento deben decir "no" cuando los demócratas, que hacen poco o nada por ellos, comiencen a hablar de "luchar por la clase media" cuando necesitan votos. En lugar de gastar millones de dólares y miles de horas en políticos que servirán a los capitalistas, qué tal si el movimiento sindical pone sus esfuerzos tras candidatos que verdaderamente representan sus intereses--por no hablar de organizar más sindicatos y apoyar las luchas más allá de las urnas.

Vale la pena subrayar este segundo punto: el verdadero poder de las uniones está en la movilización y la acción, no en las urnas o cabildeando en las trastiendas del Congreso.

Esa fue la lección del Levantamiento de Wisconsin en 2011 contra la legislación antisindical del gobernador Scott Walker. Los trabajadores fueron más eficaces contra el asalto republicano cuando ocuparon el edificio del Capitolio--obligando a los legisladores demócratas a salir del estado y obstruyendo el proyecto de ley--y cuando organizaron acciones, como "el día de enfermedad" colectivo de los docentes.

Tan pronto como la ocupación del Capitolio terminó--ante la insistencia de dirigentes sindicales y funcionarios demócratas--y el movimiento obrero optó por la estrategia demócrata de rescindir Walker y los senadores republicanos, la energía fue sacada del movimiento. Walker fue capaz de recuperar la iniciativa y sobrevivir a la revocación.

Muchas organizaciones sindicales y activistas están de acuerdo con apoyar candidatos independientes de ambos partidos capitalistas... algún día. Ellos dicen: Podemos tener nuestros propios candidatos en el futuro, pero no podemos darnos ese lujo en las próximas elecciones, porque el movimiento laboral no tiene la oportunidad de poner candidatos independientes que puedan ganar. Si no nos alineamos detrás de los demócratas en esta elección--el argumento continúa--vamos a dejar que neandertales republicanos sean electos, y nos harán retroceder aún más.

Este es un argumento persuasivo--la razón, sin duda, por la que millones de personas llegan a las urnas, elección tras elección, a pesar de las decepciones y sus críticas de los demócratas. Pero el argumento del "mal menor" es validado cada ciclo electoral, por lo que es difícil ver cómo salir del dilema.

La lógica de este argumento produce dos profecías auto-cumplidas: Primero, el horizonte de lo posible para el movimiento laboral es siempre fijado por el "mal menor", nuestro lado nunca afirma lo que quiere y su visión política y su mensaje siempre terminan girando alrededor de lo que no quiere. En segundo lugar, nunca hay un "buen" momento para el movimiento laboral re-afirmar sus propios intereses. La victoria nunca está garantizada, por lo que nunca habrá un buen momento para que un partido independiente haga el intento.

Pero en ningún país, por supuesto, un partido laboral o socialista comenzó como un partido mayoritario. Todos comenzaron pequeños y crecieron con el tiempo. Por eso, para aquellos convencidos de que los demócratas no ofrecen un camino para el avance de la izquierda, la construcción de una alternativa política independiente es una tarea inmediata.


ESTO NOS trae a las campañas políticas independientes de hoy. Los socialistas estamos participando activamente en la construcción de estos esfuerzos y tenemos esperanza en sus posibilidades de éxito, ya sea que el éxito sea medido en una victoria electoral, como en el caso de Sawant, o en una más robusta organización de la izquierda para luchar por los temas que le competen. Ambos, el entusiasmo y la confianza generada por la victoria de Sawant en sí misma, y la ayuda concreta a los movimientos sociales de Seattle de tener una socialista en una oficina de poder pueda prestar, son importantes.

Pero también tenemos una meta más amplia: La construcción de una alternativa política a los dos partidos de las grandes empresas. Parte de hacer un balance de las campañas electorales de la izquierda y de sus resultados es juzgar si y cómo pueden contribuir a este proyecto de largo plazo.

El foco aquí no puede estar sólo en campañas explícitamente socialistas. En la década de 1880, Frederick Engels animó a los pequeños grupos socialistas de entonces a participar en la campaña del reformista burgués Henry George, quien realizó una campaña independiente, apoyado por los sindicatos, a la alcaldía de la ciudad de Nueva York, en contra de los demócratas y los republicanos del Salón Tammany. Para Engels, que no estaba tan enamorado de George, la campaña presentó a los socialistas con la oportunidad de plantear reivindicaciones de clase dentro de un escenario político más amplio.

En la década de 2000, los socialistas apoyamos y trabajamos en las campañas presidenciales de Ralph Nader, a pesar de que sabíamos de que Nader no era un socialista--y que el Partido Verde, del que fue candidato presidencial, oscilaba entre socialistas como Hawkins y radicales más moderados en otras partes del país. Aún así, la campaña de Nader en 2000 fue un reto al duopolio demócrata-republicano, llegando a ganar 2,7 millones de votos.

Fundamentalmente, la campaña de Nader dio voz al amplio despertar político que se desarrolló dentro del movimiento por la justicia global, provocado por las protestas de Seattle contra la Organización Mundial del Comercio el año anterior. La campaña ayudó a organizar una capa de activistas, socialistas o no, en torno a un desafío concreto a la política del mal menor y una amplia agenda de izquierda, en oposición no sólo al poder de las empresas, sino además al racismo, al imperialismo, y más.

Al igual que las campañas izquierdistas de hoy en Nueva York, Chicago, Oakland y Portland--por nombrar sólo algunas--nosotros juzgamos la importancia de la campaña de Nader no sólo por sus votos totales y su prominencia nacional, sino por su contribución a la construcción de la izquierda, incluyendo una alternativa política.

Los pequeños pasos hacia la independencia política que tomemos hoy pueden parecer pocos para el largo camino que toma organizar un vehículo político durable para el 99 Por Ciento. Pero no debemos ser disuadidos por la ambición de este objetivo. No es inalcanzable. Sólo en la última década, activistas sindicales, indígenas y movimientos sociales se unieron para crear Quebec Solidario (QS), una alternativa de izquierda a los partidos neoliberales dominantes, construido en el contexto de la lucha de masas en esa provincia canadiense.

QS se ha convertido en un actor político importante en el escenario político quebequés--no a través del intercambio de favores o clientelismo, sino por defender al movimiento de protesta contra la austeridad, el medio ambiente y la lucha por los derechos de los pueblos indígenas. Si las campañas en curso en EE.UU. nos traen un paso más cerca a una formación como QS, entonces ellas han servido a la causa de mover al 99 Por Ciento hacia la independencia política.

El 1 Por Ciento ya tiene dos partidos. Es hora de que nosotros tengamos al menos uno que nos represente.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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