Una herramienta de dominio
Paul D'Amato revisa el rol del Estado bajo el capitalismo.
Las estructuras de poder del capitalismo crecieron bajo su tutela, y están diseñadas para protegerlo y perpetuarlo.
-- Fragmento de "Nuestra Posición" de ISO
"EL PODER ejecutivo del Estado moderno no es sino un comité para manejar los asuntos comunes de la burguesía entera", escribieron Carlos Marx y Federico Engels en el Manifiesto Comunista.
El Estado moderno es el Estado de la clase dominante, los grandes capitalistas. De hecho, Engels argumenta que, desde sus orígenes, el Estado ha servido siempre a las clases dominantes en cada momento histórico, y que su propósito principal es asegurar el domino de esa clase en particular:
Así como el Estado surgió de la necesidad de mantener balanceados los antagonismos de clases, pero también surgió en el medio de estas luchas entre clases, es normalmente el Estado de la clase más poderosa, económicamente dominante, la que por su medio se convierte también la clase políticamente dominante; y así adquiere nuevos medios para subyugar y explotar a las clases oprimidas.
El Estado antiguo era por sobre todo el Estado de los esclavistas para mantener subyugados a sus esclavos, así como el Estado feudal era el órgano de la 'nobleza' para mantener aplastados a los campesinos, siervos y súbditos, y el Estado moderno es el instrumento para que el capital explote el trabajo asalariado.
Ciertamente, esta no es la visión que nos enseñan en la escuela. Ahí, aprendemos que un gobierno constitucional, con sus elecciones, "grupos de intereses", partidos políticos y distintas ramas de gobierno, están todos ahí para que las opiniones de grupos en competencia puedan ser sopesadas y balanceadas.
Esta visión del Estado, que nos venden en departamentos universitarios de sociología y ciencias políticas, asume que la sociedad no es más que un revoltijo de grupos de intereses en competencia, cuya suma constituye "el pueblo."
Este enfoque, típico de las mal-llamadas "ciencias sociales" liberales, se mantiene lejos de la realidad por la flojera de muchos analistas de ir más allá de la apariencia superficial de la sociedad y para descubrir las relaciones mucho más fundamentales que gobiernan la conducta de los seres que la componen.
Están también quienes argumentan que la conducta humana está basada en nuestra biológica, y que a partir de esa base llegan a conclusiones similares: como la gente es por naturaleza violenta y competitiva entre sí, el Estado existe para regular esas tendencias, para que la sociedad no termine despedazada en una guerra de todos contra todos.
LOS MARXISTAS pensamos que el Estado tiene sus raíces en el desarrollo material e histórico de la sociedad humana. Surgió apenas las sociedades comenzaron a producir excedentes, usualmente tras la adopción de la agricultura. Pero que al comienzo estos excedentes eran apenas suficientes sino para liberar a una pequeña minoría del trabajo diario por el pan. En otras palabras, el Estado surgió como resultado de, y en conjunto con, la separación social en clases.
El Estado surgió para ayudar a sostener y desarrollar más favorables condiciones para extraer excedentes de sus productores, sean campesinos, esclavos o trabajadores asalariados. Ello significa tanto un rol económico (como construir carreteras), como ideológico (desarrollando las ideas que justifiquen tal dominio; religión, por ejemplo), como represivo (con la mantención un cuerpo armada por sobre o fuera de la sociedad, que pueda ser llamado a restaurar "el orden" cuando fuese necesario.
Cuando los seres humanos vivían en pequeños grupos y recolectaban comida, cuando no habían "clases", no había necesidad del Estado.
"El Estado, por ende, no ha existido por toda la eternidad", escribe Engels. "Ha habido sociedades que se han manejado sin él, sin noción de 'Estado' o de 'poder estatal'. Pero en cierta etapa del desarrollo económico, que necesariamente involucró la partición de la sociedad en clases, el Estado se convirtió en una necesidad a causa de esta misma partición".
La mayoría de la gente tiene una vaga idea que son los millonarios quienes dan las órdenes, y este sentido común tiene la razón. Las formalidades electorales de votaciones regulares en Estados Unidos no alteran (ni pueden ocultar muy bien) el hecho de que el Estado le pertenece a las clases económicamente dominantes.
Engels llegó a describir el sistema político de EEUU como uno consistente en "dos grandes carteles de especuladores políticos, que alternativamente toman posesión del poder del Estado y lo aprovechan por los medios más corruptos y para los fines más corruptos; y el país queda impotente frente a estas dos grandes pandillas de políticos, que supuestamente están para servirles, pero que en realidad lo explotan y saquean".
Engels podía haber escrito este fragmento ayer mismo. Podemos además añadir que estos dos grandes carteles de especuladores están amarrados de muchas formas a las pandillas de especuladores mejor conocidos como inversionistas, banqueros e industrialistas. Son ellos quienes controlan el monedero gubernamental, y a quienes el gobierno responde a puertas cerradas.
No se trata solamente en que los políticos reciben la mayoría de sus fondos electorales de las manos de los capitalistas, o del inmenso poder de ciertos "grupos de interés" a través de cabilderos, o de que se requieren millones de dólares para poder siquiera considerar competir en elecciones para cargos importantes. Este control consiste en que la estructura económica entera de la sociedad define la manera en que el Estado funciona.
Tomemos, por ejemplo, la cuestión de la deuda gubernamental, o "deuda pública." El periodista estadounidense Doug Henwood explica que "la deuda pública es una poderosa manera de asegurar que el Estado permanezca de forma segura en manos del capital. Si a los banqueros les molesta alguna acción, siempre pueden rehusarse a extender plazos en viejas deudas, o a extender nuevos financiamientos en términos más punitivos, (si lo hacen del todo)".
El hecho es que la voz de alguien que posee mil dólares en bonos gubernamentales no se compara, a oídos del Estado, con el vozarrón financiero de un banquero billonario.
ENCIMA DE todo esto, la estructura entera de nuestras "democracias" está diseñada para reducir al mínimo factores realmente democráticos.
El proceso electoral por el que los presidentes son electos en este país no es directo: entre nuestros votos y la decisión final esta levantado el Colegio Electoral, un residuo de los días de la esclavitud. La mayoría de las instituciones gubernamentales, como las agencias estatales y el ejército, no están sujetas a ningún control electoral, sino que son burocracias masivas cuyos mandos superiores están compactamente entrelazados a las elites millonarias.
Queda claro de muchas maneras que el Estado sirve al capitalismo, y en particular a los empresarios más ricos. El sistema judicial castiga con indulgencia al crimen "de cuello blanco", mientras que aplica medidas draconianas contra los pobres y marginados. La carga de impuestos que llevan los trabajadores y sus familias es muchísimo más alta que la de corporaciones y millonarios. Los gastos militares y de subsidios a corporaciones son grandes festines, frente a las migajas gastados en bienestar social.
En última instancia, el Estado se presenta como la principal defensa del sistema capitalista, y lanza a sus fuerzas armadas contra cualquier desafío, sea contra trabajadores en huelga, azotando a quienes protestan en paz, o arrestando y asesinando a disidentes y activistas.
Dadas estas condiciones, los socialistas por supuesto preferimos una república democrática por sobre una monarquía o una dictadura militar, porque por lo menos bajo una república "democrática" podemos obtener mejores condiciones para organizarnos y pelear contra el sistema capitalista, a través de las siempre limitadas pero permitidas libertades de expresión, de prensa y de organización.
Sin embargo, entendemos que aún la república más democrática, con sus hipertrofiadas burocracia policía y ejército, sigue siendo un instrumento para mantener la explotación de los muchos por los pocos.
Es por ello que el revolucionario ruso Vladimir Lenin alguna vez escribió que la democracia burguesa consiste en "decidir cada tantos años a qué miembro de la clase dominante le tocará reprimir y oprimir al pueblo a través del parlamento, en esto radica la esencia real del parlamentarismo burgués".
Traducido por Alejandro C.