Dos partidos, una agenda

April 27, 2012

De aquí a noviembre vamos a oír hasta el cansancio qué tan diferentes son los demócratas de los republicanos, pero lo opuesto es la verdad--y por mucho.

CON LA nominación de candidatos decidida en ambos partidos, la elección presidencial del 2012 ya está a toda marcha y, por seguro, será una sucia carrera, en todo sentido.

La larga batalla primaria entre los republicanos finalmente llegó a su fin cuando a comienzos de abril Rick Santorum suspendió su campaña, despejando así el camino para Mitt Romney declararse el candidato presidencial de la derecha.

A diferencia del 2008, en que Barack Obama ganó con facilidad, todos los indicadores sugieren que este año será una elección muy reñida, con el resultado tal vez dependiendo en uno uno o más estados "columpio"--como son conocidos los estados que pasan de una mano a otra, electoralmente hablando.

En los próximos meses, habrá mucha retórica polarizada, de republicanos y demócratas, proclamando que esta es "la elección más importante de nuestras vidas", con una clara opción entre dos candidatos muy diferentes, representando muy diferentes agendas.

Lo que no será discutido en los medios, y ciertamente no por los representantes de ambos partidos, es que los demócratas y republicanos, por más salvaje que sus campañas electorales sean, están de acuerdo en mucho más de lo que están en desacuerdo.

Barack Obama and Mitt Romney

Sin duda, cualquiera que lea este periódico ya desprecia el multimillonario Romney. La afirmación de que él es un político moderado siempre fue un fraude, pero definitivamente fue expuesta durante la primaria republicana, cuando Romney se mostró dispuesto a complacer a cada extrema facción derechista del partido con tal de ganar votos.

Romney y los republicanos no dudarán por un segundo en utilizar cualquier línea de ataque contra Obama--incluyendo apelaciones al racismo, velada y no tan veladamente--al igual que John McCain hizo hace cuatro años. La campaña electoral del "primer partido del capital estadounidense" hederá a intolerancia, a hipocresía y a la arrogancia del poder y la riqueza.

En comparación, Barack Obama lucirá como una agitador radical, o por lo menos un ser humano con un cerebro en buen funcionamiento y con corazón. Pero aun en medio de las mentiras y del odio vomitados por la derecha, no podemos olvidar lo que Barack Obama (no) ha hecho durante sus más de tres años en el cargo.

Obama ya no es el candidato de la esperanza por el que millones salieron a votar en el 2008. Él ha sido algo muy diferente una vez en el poder: rescatando a banqueros y especuladores mientras millones perdían sus hogares, continuando las guerras en el extranjero y la represión política en el país, incumpliendo sus promesas con los sindicatos y aumentando la austeridad bipartidista.

La opción en la elección de esta año será de entre el mal mayor y uno menor. Tenemos que organizar una alternativa que se rechace el mal, en cualquier grado.


MITT ROMNEY está ahora tratando de re-introducirse al electorado como un hombre de negocios que puede arreglar la economía que, según afirma, Obama arruinó. Él y sus subordinados están muy ocupados tratando de que la gente olvide su apoyo a posiciones ultraconservadoras en una variedad de temas--como el aborto y la anticoncepción, la inmigración, los derechos sindicales y los derechos LGBT--cuando estaba tratando de congraciarse con el electorado republicano en las primarias.

Romney exuda la engreída confianza del 1 por ciento y muestra una sorprendente ignorancia de la situación de todos los demás. Su última metedura de pata fue insultar a un panadero de Pensilvania, que le había regalado unas galletas, bromeando que parecían haber sido compradas en un almacén 7-11; otro ejemplo de que ni siquiera puede fingir simpatías por la gente común y su trabajo.

Los medios de comunicación exprimirán este tipo de pseudo-polémicas tanto como sea posible, pero van a gastar mucho menos tiempo en evidencias mucho más importante del compromiso total de Romney con el 1 por ciento; por ejemplo, su apoyo al presupuesto aprobado por la cámara baja, elaborado por el Representante de Wisconsin, Paul Ryan.

El presupuesto Ryan abiertamente proclama su objetivo de poner aun más carga tributaria sobre la clase obrera, al mismo tiempo de cortar miles de millones de dólares en la educación, la vivienda y la salud.

Si Romney gana, probablemente tendrá una mayoría republicana en al menos una cámara del Congreso para promulgar los draconianos recortes que él y Ryan buscan. Y tratará de cumplir con las fantasías reaccionarias de restablecer del orden social de la década de 1950 que tiene la base republicana socio-conservadora.

Millones de personas--sindicalistas, minorías raciales, inmigrantes, mujeres, las personas LGBT y muchos más--optarán por Obama y los demócratas para detener a la derecha.

Por supuesto, los demócratas lo saben y han creado una campaña basada en ello--con Obama auto-proclamándose el defensor de la "clase media", decidido a hacer que los ricos "paguen su justa parte" y a derrotar las políticas económicas republicanas. En abril, una encuesta NBC/Wall Street Journal dio a Obama una ventaja de seis puntos porcentuales por sobre Romney, con gran parte de su apoyo viniendo de personas que pensaban que Obama estaba más preocupado por "gente como ellos" que Romney.

El miedo a lo que un gobierno de Romney pueda significar ha traído al establecimiento liberal de vuelta a su papel de cada cuatro años: abogar por el mal menor.

Después de meses de arremeter contra Romney como un desalmado veleta que una vez apoyó políticas no muy diferentes a las de Obama, la Casa Blanca ahora ha cambiado de curso. Ahora Romney es atacado como un ideólogo de extrema derecha. Como el asesor de la Casa Blanca, David Plouffe, dijo al New York Times: "Ya sea la política fiscal, o sea su enfoque en el aborto, los derechos de los homosexuales, la inmigración, él es el candidato más conservador que ellos han tenido desde Goldwater".

Mientras tanto, las organizaciones laborales y liberales están re-descubriendo sus razones para apoyar a Obama. Por ejemplo, la AFL-CIO reconoció sus "decepciones" con el primer mandato de Obama, pero dijo que "el presidente hizo importantes progresos en desmantelar el peligroso legado dejado por el presidente George W. Bush, y tomó muchas medidas para poner en marcha una verdaderamente progresista agenda pro-obrera".

Pero mirando la lista de "decepciones" de la AFL-CIO con Obama, éstas incluyen dar su espalda a la Ley de Libre Opción del Empleado que habría hecho más fácil la afiliación a sindicatos, y su abandono a la "opción pública" en la reforma de salud de Obama, es decir, los dos principales objetivos legislativos de la AFL-CIO en el 2008--ambos muertos mientras los demócratas contaban con una sólida mayoría en el Congreso.


LUEGO ESTÁ la discusión sobre el rol del presidente en designar a los jueces de la Corte Suprema. Zerlina Maxwell de grio.com escribió: "Si un republicano gana la Casa Blanca en el 2012, el impacto más significativo para toda una generación serán los jueces conservadores que él designe al más alto tribunal. Si los votantes progresistas no salen a las urnas para re-elegir a Obama, ellos podrían encontrarse a sí mismos perdiendo ciertos derechos y privilegios que pueden haber tomado por sentado durante toda su vida".

Es cierto que los presidentes republicanos han establecido una Corte Suprema con una mayoría de cavernícolas conservadores. Pero ellos no son los únicos responsables por la desaparición de "ciertos derechos y privilegios". De hecho, la administración Obama ha acelerado el ataque sobre las libertades civiles iniciado por la administración Bush.

En su artículo sobre el apoyo del Departamento de Justicia de Obama al reciente fallo del Tribunal Supremo, sosteniendo el derecho de la policía para cachear al desnudo a cualquiera bajo su custodia, no importa cuán pequeño su presunto delito sea, Glen Greenwald, de Salon.com escribió: "[E]ste es aun otro caso, en una larga línea, donde la administración Obama pudo tener sus preferidas políticas judicialmente aprobadas, haciendo que jueces derechistas las adopten".

El terrible historial de Obama en libertades civiles ha sido objeto de muchas críticas en los últimos tres años, y no sólo por parte de radicales. ¿Por qué debemos olvidas todo eso ahora y ver a los republicanos como la única amenaza a nuestros derechos?

La elección de este año será presentada como una elección entre dos futuros radicalmente diferentes. Pero los hechos nos dicen otra cosa.

Temprano este año, el economista Jeffrey Sachs, escribiendo en el Financial Times, comparó el presupuesto de Paul Ryan al de Barack Obama y encontró que "[a]mbos están comprometidos a importantes recortes a los programas de gobierno como proporción del PIB. Estos recortes serán especialmente drásticos en programas discrecionales para la educación, la protección del medio ambiente, la nutrición infantil, la recapacitación laboral, la transición a una energía baja en carbono, y la infraestructura. Todo el presupuesto discrecional civil asciende a sólo el 2 por ciento del PIB, o menos, a partir del 2020, en ambos planes presupuestarios".

Ante un débil y desorientado oponente como Romney, Obama podría parecer invencible, excepto por el hecho de que su expediente socava su credibilidad. Obama se presentó como un defensor de la clase media y los obreros en el año 2008. Ahora, mientras él intenta desempolvar la misma retórica y promesas, millones de personas no estarán tan dispuestos a creer. Para ellos, el mayor atractivo de Obama será que él no es Romney.

Es por eso que, con los efectos de la Gran Recesión todavía colgando sobre la vida de la mayoría de los estadounidenses, Romney y los republicanos todavía podrían ganar, a pesar de la impopularidad de sus políticas.

En noviembre habrá a una elección entre dos candidatos y dos partidos que reflejan dos versiones diferentes del consenso corporativo y de la élite. Sólo movimientos sociales verdaderamente desde abajo pueden abrir el camino hacia un futuro diferente.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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