Guerra sin pretensiones

June 8, 2012

Las virtuosas metas una vez esgrimidas para justificar la guerra han dejado paso a un "Afgán lo suficientemente bueno".

LA ADMINISTRACIÓN Obama está usando una nueva frase para justificar el desastre creado por los años de guerra y ocupación estadounidenses en Afganistán: "Afghan good enough".

La idea básica, elaborada en un artículo del alto asesor militar Anthony Cordesman, es aceptar que Afganistán no será otra cosa más que una sociedad devastada y dividida por la guerra, y asegurar al menos una porción del país para su uso prolongado como base para futuras operaciones militares.

Los cínicos cálculos de Cordesman eludieron a muchos comentaristas, incluso entre los habituales críticos de aventuras militares gringas, tal vez porque la administración Obama ha sido exitosa en crear la impresión de que la guerra en Afganistán está terminando.

El reporte del New York Times sobre el nuevo mantra explica que la frase "Afghan good enough" (Afgán lo suficientemente bueno) está "recorriendo la Casa Blanca, el Departamento de Estado, el Pentágono y muchas de los centros de investigación repartidos por todo Washington". El Times también citó a un innombrado funcionario gubernamental que describe las consecuencias, completas con un dejo de superioridad racial: "Mira, esto es Afganistán ¿Será como Suiza? No. Pero, ¿es lo suficientemente bueno para Afganistán? Tenemos que llegar ahí".

President Obama at a ceremony with Major Gen. Karl Horst

Pero llegar a algo "lo suficientemente bueno", usable, no es un plan de retirada de tropas en Afganistán. Al contrario, es una estrategia que busca continuar el proyecto de establecer una base estadounidense en una región crítica, como parte de la más amplia estrategia de la administración Obama de enfocarse en los futuros conflictos políticos y militares en Asia.

Ya no oiremos la elevada retórica usada para justificar la primera fase de la guerra en Afganistán. Se acabaron la promesa de liberar Afganistán de la garra talibán y la idea de que la invasión liberaría a las mujeres de afganas--aunque su sufrimiento sea usado a destajo para promover la idea de que "no podemos esperar para que sean tan civilizados como nosotros".

Nunca las excusas de George W. Bush para la "guerra contra el terror" fueron reales, pero ahora los estrategas militares de Obama buscan algo mucho menos ambicioso, mas igualmente nocivo: sustituir un grupo de lores guerreros por otro, con el fin de salvaguardar al menos parte de Afganistán como plataforma para un nuevo despliegue militar en Asia.

Esta trayectoria--de promesas abandonadas a un persistente puño de acero--debe ser recordada cada vez que EE.UU. use la fuerza militar para una "intervención humanitaria".


EN SU artículo, "Is Time to focus in 'Afghan good enough" Cordesman explícitamente sostiene que el nuevo refrán racista no quiere decir que Estados Unidos planea abandonar Afganistán en el corto plazo.

En cambio, él sostiene, la parcial retirada de las tropas puede ir mano a mano con la continua búsqueda de los intereses yanquis, apuntalando a los lores de la guerra de la Alianza del Norte, en menor medida al débil gobierno afgano, y dividir para conquistar el control:

Si hay una solución, esta está en aceptar la realidad de que la actual estrategia casi por seguro no logrará ganar el sur y el este de Afganistán. Esto no quiere decir darse por vencido, pero sí significa concentrar los recursos de EE.UU., de la ISAF [las fuerzas de la OTAN] y del gobierno afgano en las áreas que ya están en gran medida bajo control del gobierno afgano.

Esto es, tratar de explotar las diferencias entre los pastunes pro gobierno y los elementos anti-gubernamentales, y deliberadamente reconstruir bastantes elementos de la Alianza del Norte como para actuar de contrapeso a la presión de los talibanes una vez que las fuerzas estadounidenses y de la ISAF, en su mayoría, se hayan ido.

Aunque presenta su plan como una dosis de realismo, la visión de Cordesman aún depende de construir el ejército afgano para proteger los intereses gringos a bajo costo, una estrategia que hasta ahora ha fracasado espectacularmente así como los soldados afganos entrenados por EE.UU. voltean sus armas contra sus entrenadores en números que los escritores anti-bélicos Tom Engelhardt y Nick Turse llaman "sin precedentes en la era moderna".

En su ensayo, Cordesman también lamenta la corrupción en Afganistán y "teme" que los objetivos de EE.UU. puedan ser frustrados si junto a sus aliados hacen promesas de dinero que "no van a mantener, sobre todo si sus públicos y legislaturas ven el despilfarro y fuga de dinero causados por la corrupción". Convenientemente deja afuera el hecho de que EE.UU. apoyó durante años a algunos de los lores de la guerra más poderosos y corruptos, cuyas influencias llegan hasta el corazón mismo del gobierno central.

Pero esta no es lo peor. Según Cordesman, en un pasaje que hace referencia a la poca influencia fuera de la capital, Kabul, que el gobierno títere del presidente Hamid Karzai tiene:

Sombríos como son los prospectos en algunos aspectos, también significa aceptar el resurgir de las milicias y fuerzas locales, así como poderosos zares armados. Fuerzas étnicas, tribales y sectarias deben estar vinculadas a la administración central en "Kabulstan" a medida de lo posible--y cualquier ayuda debe estar claramente ligada a minimizar los abusos de poder del pasado--porque contener al Talibán no puede ser hecho por el gobierno central por sí solo. Requiere centros de poder compensatorios con intereses claramente diferentes, y estos son étnicos, sectarios y tribales.

En su párrafo final, Cordesman afirma que "'lo suficientemente bueno' cae corto de las metas que Estados Unidos y sus aliados una vez establecieron", y luego falsamente añade que esto "ofrece al menos alguna esperanza de mantener unidos y proteger de un gran número de afganos". Pero hay sólo una cosa que EE.UU. se preocupa por proteger: su despliegue en Asia Central para hacer frente a sus principales competidores mundiales, China y Rusia.

A principios de este mes, de acuerdo con el New York Times, el Secretario de Defensa, Leon Panetta, proporcionó algunos detalles de esta estrategia durante un discurso en Singapur:

La Marina de Guerra, dijo el señor Panetta, reconfiguraría sus fuerzas de un 50-50 entre los Océanos Atlántico y Pacífico al 60 por ciento de sus activos asignados al Pacífico. El renovado énfasis en el Pacífico, implicaría seis portaviones, y la mayoría de los cruceros, destructores, buques de combate litoral y submarinos. Estos serían fortalecidos por un aumento en el número y tamaño de los ejercicios militares en el Pacífico, y un mayor número de visitas a los puertos.

Aunque Panetta no discutió en su discurso el creciente uso de vehículos aéreos no tripulados, armados y desarmados, es inconfundiblemente mayor. En el año 2000, el Departamento de Defensa proyectó que su inventario de 90 aviones a control remoto crecería en unos 200 en los próximos 10 años, pero a principios de 2012, el número de aviones no tripulados es de más de 9.500.

Es fácil ver por qué el Pentágono es tan entusiasta en adoptar nueva tecnología de guerra. "Comandantes y pilotos de combate valoran las características inherentes de los sistemas no tripulados--sobre todo su persistencia y flexibilidad, y la reducción del riesgo para la vida humana", según Dyke Weatherington del Pentágono.

La reducción de la pérdida de vidas entre las tropas de combate ha sido un principal componente de la estrategia bélica de EE.UU. desde la era de Vietnam. Pero mientras los ataques no tripulados pueden permitir a EE.UU. reducir saldo de muertos y heridos entre sus propias fuerzas, nuevos riesgos cobran mayor importancia. Por ejemplo, los repetidos ataques con aviones no tripulados que han cobrado muchas vidas dentro de Pakistán, combinado con el ataque aéreo en noviembre pasado que mató a 24 soldados pakistaníes, ha llevado a Pakistán a cerrar las principales rutas de abastecimiento utilizadas por EE.UU. para suplir la gran cantidad de equipo necesario para mantener sus operaciones militares.

Como consecuencia, EE.UU. ahora debe mover sus suministros a través de un solo túnel, construido por los soviéticos, que conecta las repúblicas de Asia Central al norte de Afganistán. De acuerdo con un reporte del New York Times:

Así, un túnel construido para manejar 1.000 vehículos al día... ahora trata, y a menudo falla, en dejar cruzar 10,000 vehículos, alternando el tránsito de camiones al norte y al sur cada dos días.

"Es sólo una cuestión de tiempo hasta que haya una catástrofe", dijo el teniente general Mohammad Rajab, el jefe de mantenimiento para el Paso Salang. "El cien por ciento seguro, habrá un desastre, y cuando ocurra, no será un desastre sólo para Afganistán, sino para toda la comunidad internacional que utiliza este camino". Luego dijo que el 90 por ciento del tráfico son camiones... que transportaban suministros de la OTAN.

Así que después de más de una década de guerra, con un sinnúmero de vidas perdidas, el futuro de la ocupación gringa depende de los suministros de camiones a través de un túnel excavado por su ex rival.


DE UN modo u otro, EE.UU. se verá obligado a abandonar su plan y, como parte de su estrategia geopolítica más amplia en la región, revisará su presencia a largo plazo en Afganistán.

Esto puede tomar la forma de un túnel colapsado, feroz resistencia dentro de Afganistán, o un movimiento anti-bélico en las filas militares y en las calles estadounidenses, o una combinación de todo.

Mientras, es necesario tener presente cómo virtuosas metas son desplegadas para justificar una "intervención humanitaria" hoy--en Siria o en cualquier otro lugar. Porque al final del día, es un hecho que la única razón por la que EE.UU. despliega su poderío militar es en defensa de sus propios intereses.

Que lo diga el propio general Smedley Butler, cuya carrera militar se extendió por innumerables intervenciones militares durante el siglo 20: "Pasé 33 años en la Infantería de Marina, la mayor parte del tiempo siendo un hombre músculo de elite para las grandes empresas de Wall Street y los banqueros. En resumen, era un matón para el capitalismo. "

Butler también mostró cómo los motivos reales para la intervención militar siempre deben ser cuidadosamente ocultos a la vista del público, pues sería imposible convencer a la gran mayoría de la población apoyar las verdaderas razones de la guerra imperialista:

Hermosos ideales fueron pintados para nuestros muchachos enviados a morir. Esta fue la "guerra para acabar con las guerras". Esta fue la "guerra para hacer un mundo seguro para la democracia". Nadie les dijo que los dólares y los centavos fueron la verdadera razón. Nadie les dijo, mientras marchaban a la guerra, que su ida y su muerte significarían un enorme botín de guerra.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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